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Pintxos a buen recaudo. Esta es la conclusión a la que han llegado los inspectores del Departamento municipal de Salud Pública en lo que va de verano después de realizar 70 visitas y seguimientos en materia higiénico-sanitaria en el sector de la hostelería en la Parte Vieja y certificar que todos los bares inspeccionados cumplen con la normativa de proteger los alimentos elaborados bajo vitrinas o elementos similares. De hecho, desde que comenzó el periodo estival, el departamento no ha sancionado por este motivo a ningún negocio hostelero de este barrio.
Los establecimientos visitados durante estas semanas del verano suponen el 56% del total del censo de bares autorizados, y en menor medida restaurantes, para la venta de alimentos en barra de la Parte Vieja, Ensanche Oriental (calles situadas entre la calle Aldamar y el paseo Salamanca) y el Muelle. Estos datos evidencian, según señala el concejal de Ecología Juantxo Marrero, «el compromiso del sector con la prevención de riesgos alimentarios».
El edil del PSE reconoce que hace justamente un año creció la preocupación en el Ayuntamiento por la creciente tendencia que se había detectado en una minoría de establecimientos hosteleros de la ciudad de colocar pintxos cocinados fuera de las vitrinas de protección. Principalmente por el deseo de presentar y exhibir en barra la mayor cantidad de elaboraciones posibles en época estival ante los visitantes que llegaban, y llegan, a Donostia sabiendo que la ciudad es un referente mundial en la gastronomía en miniatura. Pues bien, parece que esta tendencia no ha ido a más, ni en la Parte Vieja ni en ningún otro barrio de la ciudad, en los que también se hacen inspecciones y en los que tampoco se han detectado irregularidades este verano.
Durante este año «se ha visto una evolución favorable, mayormente en cuanto a la protección de pintxos y otros alimentos elaborados listos para el consumo», recalca el edil socialista. Tal es así que en Salud Pública no han recibido ninguna denuncia ciudadana en este sentido en lo que va de año y solo han tenido que intervenir en tres ocasiones relacionadas con este motivo en los primeros ocho meses del año.
Las visitas y seguimientos en materia higiénico-sanitaria en el sector de la hostelería se realizan de forma periódica en toda la ciudad por parte de los inspectores municipales de Salud Pública. Estos se presentan en los bares y restaurantes, que también los hay que tienen alimentos cocinados en barra, y «lo primero que hacen es presentarse con una tarjeta en la que especifican que son inspectores municipales», señalan desde el departamento. Dejan claro que «si no se presentan de esa manera, no son inspectores del consistorio».
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Si en alguna de esas visitas detectan irregularidades, como pintxos fuera de las vitrinas o mala praxis de manipulación de alimentos listos para su consumo, proceden a iniciar un expediente sancionador directo al establecimiento de hostelería en cuestión. «Se sanciona como falta leve, lo que supone una multa de 600 euros», indican desde Salud Pública. Es decir, desde el año 2020, motivados por la pandemia provocada por el Covid-19, ya no se apercibe como se hacía anteriormente, se sanciona directamente. En función de la gravedad y la reiteración de las conductas, estas sanciones pueden ascender hasta los 3.000 euros.
Desde el Departamento de Salud Pública del Ayuntamiento donostiarra recuerdan que el Reglamento 852/2004 de la Unión Europea indica en su punto 3, capítulo IX, anexo II, que «en todas las etapas de producción, transformación y distribución, los productos alimenticios deberán estar protegidos contra cualquier foco de contaminación que pueda hacerlos no aptos para el consumo humano o nocivos para la salud, o contaminarlos de manera que pueda considerarse razonablemente desaconsejable su consumo en ese estado».
Desde este área municipal insisten en que la exposición de pintxos sin ningún tipo de protección o con una protección insuficiente conlleva «peligros físicos» derivados de «la posible rotura de materiales de vidrio, el aporte de cuerpos extraños por parte de la clientela o por la propia actividad de manipulación de los camareros» que hace necesario que durante su exposición al público «deban estar protegidos» mediante cúpulas, bandejas cerradas o vitrinas «de forma que se garantice la salubridad del pintxo».
Hay también «peligros químicos» procedentes de productos de limpieza que pueden depositarse sobre las comidas preparadas y existen «peligros microbiológicos» por el abanico amplio de microorganismos y virus presentes en nuestra sociedad que mediante una «vía de transmisión orofecal causan brotes de intoxicación alimentaria».
Por último, señalan, sí está permitido exponer en crudo productos fuera de las vitrinas, por ejemplo en verano las piparras, que una vez pedidas deben ser cocinadas antes de servirse.
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