

Secciones
Servicios
Destacamos
Carlos Blasco
San Sebastián
Jueves, 12 de septiembre 2024
El característico aroma de las fibras vegetales inunda el espacio apenas se cruza el umbral de Casa Arenzana, un local en San Sebastián donde las estanterías, colmadas de tonalidades diversas, invitan a la certeza de hallar lo que se busca. Este emblemático comercio, fundado hace más de un siglo, que ha sido parte esencial de la historia comercial de San Sebastián, echa la persiana definitivamente el próximo día 30.
Francisco Arenzana Corral nació en Ventosa (Logroño), una localidad de 407 habitantes en el año 1900. Se dedicaba a la venta de frutos secos por los pueblos, llegando en su recorrido hasta Bilbao tras haber visitado Gipuzkoa. En uno de esos viajes conoció a Paula Azpeitia Gainza, de Itziar, con la que acabaría contrayendo matrimonio.
Su primera intención fue instalarse definitivamente en Bilbao, pero tras un breve periodo, al parecer se impuso el criterio de Paula, y se trasladaron a San Sebastián donde fundaron, en 1900, un negocio de frutos secos en la calle Getaria 12. En dicha ubicación, posteriormente, abriría la tienda de damasquinado Guisasola y, a su lado, el bar Uranga.
Su nieto Francisco, nos relató en su día que «el negocio funcionó y al tiempo el espacio disponible para todos los productos se le empezó a quedar pequeño. La casualidad hizo que en el 14 de la misma calle hubiera un local de mayores dimensiones, por lo que se trasladaron, hacia 1915, a la ubicación actual y destinaron el negocio a los frutos secos, alpargatas, algo de tapones y cordelería. Continuó trayendo el género desde Logroño y añadieron las importaciones de California. Así comenzó la venta al por mayor y el auge del negocio».
Noticia relacionada
Francisco y Paula tuvieron cinco hijos –Francisco, Teresa, Carmen, Pilar y Julia– los cuales se fueron incorporando al negocio con el paso del tiempo haciéndose cargo del mismo. Fueron buenos años hasta la llegada de la Guerra Civil, en 1936, cuando la familia tuvo que separarse. Francisco se estableció en Argentina y sus hermanas siguieron regentando la tienda, teniendo que sortear numerosas dificultades.
En 1946 Francisco volvió de Argentina y decidieron reorganizar la actividad. Suprimieron los frutos secos y las alpargatas y se dedicaron de lleno a la cordelería y al corcho. Trabajaron el cáñamo, el sisal, la abacá, conocida como 'el cáñamo de Manila', muy apreciada por su gran resistencia y durabilidad. Curiosamente, Arenzana no trabajó mirando solamente hacia el mar, sino que abarcó la industria y la construcción. El corcho industrial para las industrias frigoríficas fue en aquellos años un producto con mucho mercado en los astilleros de los puertos guipuzcoanos.
«En los años 50, la elaboración de sidra artesanal en los caseríos para consumo propio era una costumbre muy extendida por toda Gipuzkoa, empleándose cantidades de tapones de corcho en su embotellamiento, lo cual suponía para nosotros tener que cumplir anualmente con numerosos clientes, entre los cuales había muchos comercios que revendían nuestros artículos. El por mayor era la base de nuestras ventas», nos relataba Francisco. Los años 70 supuso un cambio radical por la aparición de productos sintéticos tanto en cordelería como en otros artículos. Las nuevas fibras relegaron a las fibras tradicionales. El cambio de costumbres en los caseríos afectó al consumo de tapones y hubo que adaptarse a los nuevos tiempos.
Empezó a decorarse con corcho en suelos y paredes, era un mercado distinto. La maquinaria especializada en la industria exigió hilo y cuerdas especiales y llegó la hora de la especialización.
En el siglo XXI el negocio poco tiene que ver con su inicio, ya que ha derivado hacia productos que abarcan diferentes campos: la cordelería, hilos y cuerdas naturales y sintéticas; el corcho, tapones, aglomerados industriales, corcho decorativo, aglomerado negro, pizarras, artículos decoración; los felpudos, naturales, sintéticos y gomas; las esteras, arpilleras y tejidos naturales; las cintas, decorativas e industriales; los artículos de madera, de olivo y de boj; los estores, cortinas y persianas; los artículos para embalaje, cartón pluma, bolas de porex, guardacabos y mosquetones...
Es un negocio que exige tener un stock de muchos productos, unos de venta diaria y otros de venta más dilatada en el tiempo. Elsa y María, hijas de Paula y de Francisco, son la cuarta generación que está al frente del negocio. Informática y restauradora, respectivamente, se han dejado seducir por este mundo de materias naturales y de colores fascinantes. Francisco y Paula, una vez jubilados, les transmitieron su experiencia y «las decisiones se tomaban en familia, como se había hecho siempre».
Arenzana es un establecimiento en el que, a lo largo de los años, la calidad de sus productos ha sido su seña de identidad, consiguiendo mantener un establecimiento del que San Sebastián se ha sentido muy orgulloso. Casa Arenzana ha sido un referente del comercio tradicional en la ciudad. Ahora llega el cierre definitivo y somos muchos los que vamos a echar de menos esos olores y esas estanterías llenas de tonalidades diversas, que durante 124 años han estado presentes en la vida de muchos donostiarras.
Publicidad
Patricia Rodríguez e Izania Ollo | San Sebastián
Amaia Núñez
José Mari López e Ion M. Taus | San Sebastián
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.