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Atraversar el mar, las montañas y lo que haga falta con tal de huir del gobierno. Cruzar fronteras huyendo de la violencia y llegar a países donde tus vecinos no siempre te han recibido con las manos abiertas y donde las condiciones son muy precarias. Despertarse en un campo de refugiados donde no hay espacio suficiente y te instalas donde puedes. Cubrir las colinas cercanas con lonas negras. Convertir cualquier cosa en tu casa. No es lo mismo contarlo que verlo. Ni verlo que vivirlo. Ahora, es posible observar y experimentar todas estas sensaciones en la muestra 'El éxodo rohingá' que se expone el Centro Cultural de Aiete y que estará disponible hasta el 30 de mayo.
'El éxodo rohingya' recoge historias de personas que tuvieron que abandonar su país huyendo de la persecución y la violencia y buscaron refugio en el vecino Bangladesh. Lejos de la paz con la que soñaban se encontraron en medio de un campo de refugiados, donde la atención sanitaria, de refugio y de derechos básicos no siempre se proporcionan.
Lugar Aiete Kultur Etxea. Del 3 de abril al 30 de mayo
Horario Los martes es de 16 a 20.30 h, los sábados de 10 a 14 h y de 16.30 a 20h, y los domingos de 10 a 14 h
Precio La entrada es gratuita
Visitas guiadas La muestras incluye visitas guiadas y un vídeo de realidad virtual. Para realizar la visita guiada es necesario apuntarse en info@komazk.com o en los nº de teléfono 943 456 000/678 204 635.
Las fotografías de Anna Surinyach recorren las condiciones de vida en los asentamientos improvisados, la rutina y el día a día en los campos, el impacto en la salud de las personas refugiadas, así como testimonios de víctimas de un éxodo masivo y forzoso. Entre las imágenes están la historia de Humaira y la de Kausara.
Humaira tiene 25 años, es refugiada rohingya, madre de un niño y una niña, y perdió a su marido durante la ola de violencia en Myanmar. «Estaba muy embarazada cuando huimos. Estuvimos varios días caminando por el bosque. Nos moríamos de hambre y sobrevivimos gracias a que comimos hojas de los árboles. Dormimos en el monte. Finalmente llegamos a la orilla del río y subimos a un bote. Me puse de parto cuando estaba a bordo», le cuenta la joven a Surinyach.
La historia de Kausara no es mucho mejor. «Vimos cómo quemaban nuestras casas y mataban a la gente delante de nosotros. Tuvimos que huir y no pudimos llevarnos nada. Ni siquiera ropa», le dice a la fotoperiodista. Kausara solo tiene 13 años e ingresó con difteria en la clínica de Moynarghona.
Ellas son solo dos de los millones de personas que se encuentran hacinadas en los campos de Bangladesh sin saber qué pasará con ellos.
Apátridas sin salida
Los apátridas rohingyas llevan décadas sufriendo una vida de limitaciones y se han enfrentado a la persecución llevaba a cabo por los militares de Myanmar desde la independencia del país a finales de los años cuarenta. En dicho país no son considerados ciudadanos -no han sido nunca reconocidos como grupo étnico- y no tienen derecho a poseer propiedades.
El origen de esta minoría musulmana no es clara. Por un lado, los propios rohinyás dicen que son indígenas descendientes de comerciantes árabes. Por otro lado, el Estado birmano les considera migrantes musulmanes venidos desde Bangladés durante la ocupación británica.
Más de 700.000 rohingyas huyeron en agosto de 2017 hacia el vecino Bangladesh por la campaña militar puesta en marcha por el Gobierno birmano en el estado de Rajine, donde se concentra esta minoría étnica de fe musulmana. Más de 6.000 rohingyas murieron y decenas de pueblos fueron reducidos a cenizas. La ONU llegó a hablar de «limpieza étnica». Sea como fuere, ante este éxodo masivo y si no se encuentra una solución, el número de refugiados en Bangladés podría seguir aumentando. En los campamentos de refugiados ni las autoridades locales ni las oenegés dan abasto. Los refugiados rohinyás que se hacinan en esos centros tienen un acceso muy limitado a la atención médica, al agua potable, a las letrinas y casi no disponen de alimento.
Testimonios y experiencia 360º
Recorrer las fotografías de Surinyach es conocer las pequeñas tiendas construidas a base de cañas de bambú y plástico del distrito bangladesí de Cox's Baza. Es ver cómo la situación de estos refugiados se cronifica y que su, día a día, se resume en buscar leña para hacer fuego o conseguir comida.
Uno de los espacios de más peso en la exposición es el llamado 'vídeo 360º'. Su objetivo es que las personas que los ven se pongan en la piel de la minoría rohingya y que se pueda entender un poco más y mejor la situación del pueblo rohingya tras el mayor éxodo del siglo XXI. A través de este formato, quien visita la exposición tiene la oportunidad de realizar una experiencia de inmersión visual.
«Cuando nos planteamos el reto de crear esta muestra, siempre tuvimos presente que queríamos conseguir acercar lo más posible la realidad de los rohingyas en los campos de Bangladesh», explica Nagore Eskisabel, delegada de MSF para la Zona Norte. «Esto siempre ha sido un desafío para nosotros, ya que trabajamos y comunicamos sobre realidades complejas que, a menudo, quedan muy lejos de la ciudadanía. La inmersión visual nos permite generar en el espectador la impresión de estar ahí, donde están las personas afectadas por esta crisis».
El espectador, gracias a unas gafas especiales, puede mirar en todas direcciones y elegir en qué fijar su atención. «El resultado es una experiencia más empática y una mayor inmersión en la realidad abordada en el reportaje. Por anteriores experiencias, sabemos que la mayoría de las personas sienten una experiencia emocional muy intensa. Toman conciencia sobre la necesidad de ofrecer asistencia a las personas golpeadas por este éxodo», añade Eskisabel.
La realidad virtual estará disponible durante las visitas guiadas, así como los jueves y viernes de 17 a 20 h y los sábados de 11 a 13h.
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