Furor en la inauguración de Primark

La tienda se llenó en pocos minutos. Ana y Aizpea charlaban en uno de los pasillos mientras el alto volumen de la música eclipsaba las conversaciones. Estas dos mujeres donostiarras mostraban su satisfacción por no tener que seguir desplazándose hasta los Primarks de Bilbao o Pamplona, lugares habituales de 'peregrinación' para los clientes de la marca en Gipuzkoa. «Es un local grande y muy parecido a los demás, creo que va a triunfar», presagiaba Ana. Sin una idea clara de qué comprar, fueron a ver lo que encontraban, a encontrar algún chollo. «Que sea barato es un punto a favor, pero seguiremos mirando las demás tiendas también», aseguraban.

Los carritos de niños se agolpaban en la zona donde se vende la ropa para los más pequeños, y más de uno pedía a sus padres un pijama de Spiderman. Sana Zabdi y Miriam Daoudi, vecinas de Trintxerpe, encontraron prendas para la más pequeña de la casa. «Es un buen producto y además económico», señalaban. Cuando en su día escucharon que la tienda abriría en Garbera tuvieron claro que estarían en la inauguración: «Teníamos muchas ganas de que abrieran y de venir para ahorrarnos viajes a las tiendas que están en las otras capitales». Miriam también aprovechó para comprar prendas de deporte y confesaba que «vamos a seguir viniendo aquí». Eso sí, asumen que la competencia ahora con el resto de tiendas y marcas va a ser feroz y vaticinan que el sector «lo va a pasar mal».

Acudir a la inauguración de la tienda fue para algunos un plan de familia. Marco Jesús y Mónica Dos Santos empujaban el carrito de su hija por los pasillos. Contentos de tener un Primark tan cerca de su pueblo, Astigarraga, ponían en valor el dinero que se van a ahorrar en los desplazamientos que hacían en coche a Bilbao o Pamplona.

«Venimos por curiosidad», comentaba Marco. En su cesta entraba un poco de lo que necesitan y otro poco de lo que les gusta. «Este es el primer sitio al que acudimos siempre porque es más económico y las prendas no son de mala calidad», explicaba. Se llevaron una sorpresa al llegar a la puerta, ya que «nos esperábamos mucha más gente, incluso tener que hacer una hora para entrar».

El público joven tampoco resistió a la tentación del día del estreno. Andrea y Leire, vecinas de Donostia, no tenían pensado venir, pero finalmente se animaron. «No nos ha tocado hacer cola», se alegraba Andrea. Con el precio como principal gancho, las chicas pasearon entre pasillos y buscaron entre baldas. Tenían para rato. Solo en esta tienda hay 10.000 referencias.