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David S. Olabarri
SAN SEBASTIÁN.
Domingo, 10 de septiembre 2023, 02:00
Hay más droga que nunca en Euskadi y los niveles de consumo de los principales estupefacientes están también en máximos históricos. Por si fuera poco, los precios están cada vez más baratos y el nivel de pureza de las sustancias es cada vez mayor. Este ... es el panorama general que dibujan los que más saben de drogas en el País Vasco, entre los que figuran responsables policiales que se dedican a combatir el tráfico y asociaciones que ayudan a personas y familias en apuros. Es más, incluso se ha detectado un «ligero» incremento de nuevos usuarios de heroína, una sustancia que se llevó la vida de miles de jóvenes en España en la década de los 80 y que parecía olvidada.
Se trata de un panorama muy preocupante y que cobra especial fuerza a raíz de la advertencia que la propia consejera de Salud lanzó hace solo unos días: Euskadi registra en los últimos años un «aumento del consumo de drogas ilegales», afirmó Gotzone Sagardui. La representante del Gobierno Vasco aseguró que se trata de un crecimiento «ligero», pero que se mantiene constante «en los últimos años». La consejera lanzó este mensaje durante la presentación del nuevo Plan sobre Adicciones de Osakidetza.
Y lo hizo apenas unos días después de que la Ertzaintza y la Guardia Civil culminasen una operación policial que ha supuesto uno de los mayores golpes al narcotráfico en el norte de España en lo que llevamos de año. En total, se decomisaron 270 kilos de distintas drogas, entre ellas cocaína, hachís, marihuana, speed y éxtasis, además de importantes sumas de dinero y armas. El valor de las sustancias incautadas supera los 17 millones de euros.
No se trata de la única gran operación que se ha realizado este año. Ni en Euskadi ni en España. Hace apenas unas semanas se interceptó en Santander un velero con dos toneladas de cocaína valoradas en 70 millones de euros. Y hace unos días se batieron todos los registros históricos de España: en el puerto de Algeciras se interceptaron unos 9.500 kilos de cocaína intervenidos en un contenedor procedente de Sudamérica. No hubo detenidos. «Se intercepta más droga porque hay mucha más en la calle. Tenemos la droga más barata de Europa», resume Hermelo Molero, jefe del grupo de drogas de la comisaría de la Ertzaintza en Bilbao, en declaraciones a este periódico.
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Hablamos de un problema preocupante y que no tiene una respuesta sencilla. Tampoco el diagnóstico es fácil en un mundo tan opaco como el de las drogas. De hecho, a pesar del aumento generalizado apuntado por el departamento vasco de Salud, en el último estudio realizado en 2021 por la Universidad de Deusto se detectó un descenso generalizado en el consumo de sustancias entre los adolescentes. Pero no hay que olvidar –matizan las fuentes consultadas– que fueron unos estudios marcados en parte por las restricciones derivadas de la pandemia. Y también puntualizan que, en este ámbito, la perspectiva y las circunstancias cambian mucho a partir de la mayoría de edad. A partir de los 18 años, las pautas, la capacidad de acceso al mercado negro y los consumos suelen ser muy distintos. «Lo que es un mito es que los jóvenes empiezan con las drogas blandas y luego se pasan a las duras», subraya Álvaro Moro, director del Instituto Deusto de Drogodependencias. «No en todos los casos. Muchos jóvenes tienen un consumo experimental», añade.
Tampoco tienen nada que ver las sustancias que se consumen en los distintos grupos sociales. La marihuana está en «máximos históricos». Euskadi es un gran productor de esta droga y su consumo «se encuentra en sus registros más altos» desde que el Gobierno Vasco tiene datos. Sus niveles tóxicos (THC) son cada vez más altos. Pero es que además «se ha normalizado» entre la población joven y adolescente, alertó la consejera Sagardui.
El 'speed' también se ha convertido en un fuerte quebradero de cabeza para las autoridades vascas. Hablamos de una droga dura que se importa desde los Países Bajos y que genera una «gran tolerancia» entre los usuarios, que cada vez necesitan más dosis para sentir los mismos efectos. Los adictos pueden acabar «comiéndose el 'speed' a cucharadas». A esta sustancia le ocurre como a la cocaína: como hay tanto producto en el mercado, cada vez está más barata y es más peligrosa. En Andalucía, por ejemplo, es muy difícil conseguir estas anfetaminas. Pero Euskadi «está saturada» y los precios se han desplomado. Un gramo de 'speed' cuesta aquí en torno a los 10 euros, prácticamente como un cubata. A partir de Burgos el precio se multiplica. Euskadi «es el principal punto de distribución en España», advierte Molero, el mayor especialista de la Ertzaintza en la lucha contra el narcotráfico.
En Euskadi el consumo de drogas está muy vinculado al ocio: alcohol, cocaína, metanfetaminas... De hecho, los adictos que acuden a las clínicas de desintoxicación lo suelen hacer sobre todo por estas sustancias. Pero en los últimos meses también se está percibiendo un crecimiento en el consumo de heroína. Molero explica que muchos de los nuevos consumidores son personas que se pasan todo el fin de semana de fiesta y utilizan esta droga los domingos para tratar de «tranquilizarse».
Pero lo cierto es que esta droga sigue estando muy vinculada a ambientes marginales. De hecho, en uno de los centros de día de la fundación Etorkintza, dirigido a personas con problemas de adicciones y en riesgo de exclusión social, la atención a los consumidores de heroína está al mismo nivel de los cocainómanos y se encuentra solo por debajo de los alcohólicos.
Lo que todas las fuentes coinciden es que el problema de las drogas no es un asunto estrictamente policial o algo que se solucione solamente desde la educación o desde una perspectiva más social.
Álvaro Moro insiste en la importancia de «desnormalizar los consumos», sobre todo entre los más jóvenes, a los que las drogas no solo les afectan de forma significativa a nivel cerebral, sino que también les lastra en sus relaciones sociales. Mucha gente ve como algo natural vincular el ocio con el alcohol o con otra sustancias. Y cambiar esta perspectiva es un reto mayúsculo y no se puede pretender conseguir resultados «de la noche a la mañana», apunta. Es un desafío educativo que puede llevar años, quizá generaciones, y en el que resulta determinante fomentar de forma decidida otros espacios de ocio como «el deporte y la cultura».
Otra de las claves es el «trabajo policial». Hermelo Molero parte de la base de que hay tráfico de drogas porque hay demanda. Pero insiste en que si los traficantes sienten más «presión» de las fuerzas de seguridad habrá «menos oferta». Y eso redundará en precios «más caros» y, por tanto, hará que las personas –y sobre todo los más jóvenes– no tengan tan fácil el acceso a estas sustancias.
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