Una ikurriña americana ondea en Nueva York: «Representa el valor de los vascos que vinieron aquí»

Un abrazo entre Euskadi y Estados Unidos a través de una bandera que fusiona ambas culturas. Es lo que ha querido reflejar un vasco asentado en Nueva York desde hace más de una década, Edu de la Herrán, con su interpretación de la bandera de las 13 barras, esta vez sin estrellas pero con una ikurriña.

El proceso no fue fácil y tuvo variantes hasta que el resultado satisfizo a este publicista y artista. «Quería unir ambos conceptos y me permití una licencia para ajustar la ikurriña en el espacio que ocupan las estrellas estadounidenses, las que simbolizan cada uno de sus estados, y alinearla con las barras que representan a las 13 colonias fundadoras del país, de forma que ambas se abrazaran», explica.

La original bandera, difundida a través de la web Buber's Basque Page, dedicada a difundir la cultura vasca, pretende cubrir un vacío «en una sociedad tan multicultural como la estadounidense, con fuerte presencia de las comunidades que la conforman», añade Edu de la Herrán.

«Lo que ves aquí no es una Ikurrina, ni una bandera americana, son ambas dándose la mano. Esta bandera representa a los vascos que viven en América. La dureza y el valor de los que vinieron aquí», indica el autor en su web, el primer sitio en el que se publicó su creación. «Puedes llamarla la Ikurrina americana, una celebración visual de la forma en que los vascos han contribuido en la diversa cultura americana».

Este proyecto personal es para Edu «un regalo a todos los Centros Vascos del país», algo que ha hecho de forma literal ya que la ha enviado a varias Euskal Etxeak. «Algunas no me han contestado, pero otras están entusiasmadas y en Boise la intención era mostrarla en sus fiestas de San Ignacio», explica.

«En Estados Unidos es relativamente común que se hagan variaciones de su bandera con comunidades de otros orígenes, por ejemplo la de Irlanda es muy conocida, así que pensé que debía haber una versión vasca», cuenta este bilbaíno ahora afincado en Nueva York con su esposa e hijo.

Confeso seguidor del Athletic de Bilbao, asegura que su intención no era futbolística, pese a que la bandera recuerde a la de su equipo, y recuerda con entusiasmo que estuvo varios días colgada en el exterior del edificio conocido como La Nacional, en pleno barrio de Chelsea, un centro que sirve de base para varias comunidades como la vasca.