¿Qué nos dice una lágrima? Muchas más cosas de las que cabría imaginar. No solo sirven para lubricar el ojo, de mecanismo de defensa para liberarlo de sustancias que lo puedan irritar o como reflejo de nuestras emociones. En una lágrima hay mucho más. ... Incluso nos podría llegar a decir si sufriremos párkinson en el futuro. Eso es lo que está tratando de averiguar un equipo de investigadores de la UPV/EHU liderado por Elena Vecino, catedrática de Biología Celular. Analizan las proteínas y los lípidos que contienen estas gotas para intentar detectar algún marcador que permita alertar de forma precoz que esa persona sufrirá esta enfermedad degenerativa en el futuro o que, al menos, tiene muchas posibilidades de desarrollarla.
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¿Y por qué una lágrima? No es algo casual. En las de pacientes con esta patología han identificado proteínas con alteraciones significativas. Lo que están analizando ahora es si esos niveles más altos se dan también en personas en las que la enfermedad está latente pero aún no ha mostrado sus primeros síntomas. Para ello han creado un banco de lágrimas en el que analizan las muestras de los donantes. «La córnea es la zona con más terminaciones nerviosas del organismo. Por eso pensamos que, de haber una enfermedad neurodegenerativa, puede dejar algún tipo de indicador aquí», explica Vecino. La investigadora detalla que «entre los cientos, casi miles, de proteínas que se pueden detectar en una lágrima hemos visto que en varias hay una tendencia a sobreexpresarse, a darse con mayor cantidad, en los pacientes de párkinson».
Por el momento esta investigación está en una fase inicial. Han tomado parte 27 personas diagnosticadas con esta patología en diferentes estadios de la enfermedad y otras 27 sanas para buscar estas diferencias. En una segunda etapa se quiere elevar el número de participantes por encima del centenar. Por el momento se desarrolla únicamente en Euskadi. Entre los participantes hay integrantes de familias con párkinson congénito. Muestran una serie de «mutaciones que inducen a esta enfermedad». Por lo que conocer sus marcadores tempranos, de haberlos, es «de especial importancia para el conocimiento de las causas» que genera esta patología y el «posterior estudio de su tratamiento».
Aunque aún no existe cura para el párkinson, detectarlo incluso antes de que se manifieste con los primeros síntomas puede ser clave para que, una vez los investigadores desarrollen una terapia eficaz, actuar cuanto antes y evitar el avance de la enfermedad. Al menos ese es el objetivo con el que trabaja el equipo liderado por Vecino y en el que también han participado investigadores de Ikerbasque, dirigidos por Arantxa Acera, y neurólogos de Cruces del equipo de Juan Carlos Gómez. Precisamente en este hospital se ha realizado la toma de las lágrimas que luego son analizadas por los investigadores. Para la segunda fase se han sumado el hospital Donostia y Tecnalia.
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El equipo de investigación GOBE, encabezado por Vecino, ha sido el primero en analizar lágrimas de pacientes con párkinson para buscar biomarcadores de esta enfermedad. Si consiguen detectarlos, «podríamos dar con el hilo del que tirar» para incluso saber dónde actuar de cara a poder encontrar un tratamiento efectivo.
De obtener resultados satisfactorios, esta misma técnica se podría emplear con otras enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer, pero también con el ojo seco. «La lágrima está compuesta por proteínas, lípidos y agua. El lípido es lo que impide que se evapore el agua. A las personas con ojo seco les podemos mirar cuál es el que les falla para tratar de ofrecerles un tratamiento personalizado», explica Vecino. Porque no a todos les falta el mismo compuesto orgánico.
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13.000vascos se estima que sufren párkinson, según los últimos datos. Afecta a entre el 0,5 y el 1% de la población mayor de 40 años y al 2% de los de más de 65. Se produce una mayor incidencia en la raza blanca y en los dos sexos por igual.
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