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Barro, vehículos apilados de forma inverosímil, más barro, viviendas atravesadas por la fuerza descomunal del agua, carreteras levantadas, puentes arrancados de cuajo, personas que deambulan por las calles asoladas y otras a las que no les queda más remedio que saquear tiendas para poder llevarse ... algo a la boca, muebles inservibles amontonados en las aceras y, sobre todo, vidas perdidas. Es el caos.
DV pudo llegar este jueves hasta Algemesí, una localidad de 27.000 habitantes al sur de la provincia de Valencia en la que sus vecinos han estado 48 horas incomunicados. «Mi madre lleva dos días a la espera de ser rescatada y es imposible entrar en casa por los escombros», pide ayuda un vecino a la espera de la llegada de la Unidad Militar de Emergencias (UME), que por la orografía del pueblo no pudo entrar hasta este jueves por la mañana.
El último recuento habla de más de 200 fallecidos por la DANA que ha arrasado zonas de Valencia, Castilla-La Mancha y Andalucía, pero pueden ser muchos más. Los equipos de emergencia tratan de localizar contra reloj a decenas de desaparecidos mientras el número de víctimas mortales no deja de aumentar en un goteo lento pero incesante. «La cifra es aún provisional. Desgraciadamente siguen apareciendo», insisten cada vez que ofrecen algún dato los portavoces del Centro de Coordinación Operativa Integrado del Ministerio del Interior, que recoge información de distintos cuerpos de seguridad y emergencias.
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«Habrá más víctimas». Es un mensaje que no se paraba de repetir este jueves por las destrozadas calles de Algemesí. Reinaba el caos, pero sobre todo la desesperación por el hecho de haberlo perdido absolutamente todo. «En cuanto empiecen a abrir garajes y casas a las que no se puede entrar por los escombros, se encontrarán más muertos», llora Felipe Tortajada, vecino de Carlet que dos días después de que la peor DANA del siglo azotara la Comunitat Valenciana pudo alcanzar por fin el pueblo para encontrarse con sus padres, ambos de avanzada edad y que se han pasado dos días «incomunicados, sin agua, comida, luz y cobertura. Sabía que estaban bien por unos vecinos y porque la casa tiene dos pisos», cuenta en conversación con este periódico desde la única entrada posible a Algemesí. «Hasta este jueves, jueves, ha sido imposible llegar al pueblo, la única forma de entrar es cruzar estas vías del tren en las que estamos», añade.
No es el único caso de miedo prolongado durante dos días puesto que recogiendo testimonios para realizar este reportaje, otro vecino que no quiere dar su nombre, pide auxilio para rescatar a su madre, octogenaria y que 48 horas después seguía sin poder salir de su vivienda dada la cantidad de basura apelotonada que había en la puerta de su casa. El garaje, en el que el agua alcanzó los dos metros de altura según relata su hijo, todavía este jueves estaba intransitable. Por suerte, la llegada de la UME, que desplegó hasta 120 efectivos en la localidad de 27.000 habitantes –pocos, visto el desastre desde cerca–, pudo rescatar a la anciana. «Salvo la vida, lo hemos perdido todo. Pero no puede ser que mi madre haya tenido que esperar 48 horas para ser rescatada», lamenta el hijo, que no para de dar las gracias a quien escribe estas líneas como si le fuese la vida en ello por haber avisado a la UME.
El problema en el pueblo es que la UME no pudo entrar a comenzar con las tareas de rescate hasta este jueves por la mañana, más de 35 horas después de que empezara a llover con fuerza en Algemesí y Alzira. En este municipio se registraron 175 litros por metro cuadrado, lejos de los 491 de Chiva. Los vecinos denuncian que la mayoría de los servicios de emergencia se centraron en la capital valenciana y pueblos de alrededor, olvidándose del sur de la provincia. La catástrofe es así de curiosa porque en Algemesí no se recogieron tantos litros por metro cuadrado como en Paiporta, Utiel, La Torre o Chiva, al norte de la provincia.
Lo que mató a los tres vecinos del pueblo –hay un camionero desaparecido todavía mientras que la cifra en La Ribera asciende a cinco– fue el río Magro. «En Algemesí tenemos el río Júcar y el Magro, que termina en Cullera, cerca de aquí. El problema fue que se juntaron los dos y el río pasó directamente por el pueblo cuando normalmente transita siempre seco y además a las afueras, no pasa por las calles en las que estamos. El agua alcanzó los dos metros de altura. Es como si tuviésemos el mar debajo de nuestra casa cuando la playa más cercana está a 20 kilómetros», relata Pedro Rubio, otro vecino de avanzada edad que trata de echar una mano en lo que puede mientras su mujer, llorando desconsolada desde el balcón de casa, contempla el desastre. «Nos salvamos porque en casa tenemos dos pisos. ¿Ves ese coche blanco que hay a cien metros? Pues es el mío y el miércoles estaba totalmente cubierto de agua», apostilla.
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Algemesí necesitará semanas para recuperar la normalidad. Sin cobertura en un pueblo de 41,5 kilómetros cuadrados –Irun tiene una superficie similar, por poner un ejemplo cercano–, los vecinos recorrían este jueves dos o tres kilómetros andando para realizar las primeras llamadas. «Me he encontrado con mi hija a tres kilómetros de mi casa. Ha venido a traernos agua y comida. Ten en cuenta que no hay forma de salir del pueblo salvo a pie porque todas las salidas están cortadas», dice Rubio.
En Algemesí se han perdido vidas, lo más importante de todo, pero los miles de vecinos que se han quedado sin nada comienzan sus vidas desde cero. Es el caso de Ana, que atiende amablemente a este periódico y hace un parón mientras achica agua de su bar. La marca superaba los dos metros de altura. «Abrimos el bar familiar hace poco y cuando hemos podido entrar nos hemos dado cuenta de que está todo para tirar. También los dos coches de casa. Tenemos un buen seguro, pero desconocemos si nos va a poder cubrir todo porque los daños son incalculables». Equipados con botas, fregonas y escobas, la familia, con dos hijos adolescentes que colaboran en la retirada de escombros, todavía no da crédito a lo sucedido. «Es un desastre todo lo que ha pasado. Lo primero son las víctimas y poder recuperarlas, que en el pueblo y la comarca dicen que son cinco, pero la vida que nos espera ahora también será dura. Mira a tu alrededor».
Echar un vistazo alrededor del bar es desolador. «He visto a gente que conozco de toda la vida, personas mayores, no parar de llorar esta mañana cuando ya han podido bajar de sus casas y salir a la calle. Pero mira cómo está todo, coches destrozados, puentes derruidos, hay lodo por todos lados y la ayuda ha llegado tarde. Esto es una catástrofe y no nos están ayudando como necesitamos», agrega Ana, que también hace memoria. «Primero la pandemia y todo lo que trajo, luego el incendio de Valencia a primeros de año, y ahora esto. Este 2024 está siendo terrorífico y veremos cómo amanecen los próximos días porque en los garajes habrá más muertos. El aviso llegó tarde y algunos por tratar de salvar los coches casi no se salvan ni ellos. Muchas veces es mejor quedarte en casa y que se pierda lo material. Por suerte, nosotros estamos todos bien porque nos pilló en casa. Estamos vivos, que es lo importante», termina Ana, que vuelve a coger la escoba para tratar de achicar el agua que todavía sale por su propio cauce del bar, teñido de marrón.
A cien metros del bar de Ana se escuchan gritos y reproches. Lo que sucede en una gasolinera, totalmente inundada y con gasoil por los suelos, es motivo de riña. Varios vecinos llaman la atención a dos jóvenes que se marchan con bolsas llenas de restos de comida, la poca que ha quedado comestible tras el paso del agua por la pequeña gasolinera. «¡Por lo menos no fuméis cerca de la gasolinera, que todavía tenemos una desgracia mayor!», grita un vecino desde el balcón cuando los dos chavales pasan por el dispensador de gasolina que todavía gotea combustible. Por suerte para todos, la situación no fue a mayores.
Otro vecino, Andreu, que vive con sus padres, nos invita a su casa para grabar y que «todo salga en los medios, no solo lo de Valencia capital». La casa, de dos plantas y con un ascensor en el porche, se cae a trozos. Fuera se acumulan muebles inservibles. «Lo hemos perdido todo salvo el piso de arriba, que es donde estamos pasando la noche estos días». Lo peor de la DANA ya ha pasado en la Comunitat Valenciana, aunque a última hora de este jueves las nubes volvieron a Algemesí.
Se esperan más lluvias hasta el domingo, aunque puntuales y sin tanta fuerza. En todo caso, dificultará la búsqueda de posibles nuevas víctimas en toda la Comunitat. Algemesí era este jueves un infierno y aunque la zona está muy dañada, la tragedia ha sacudido cruelmente Paiporta, zona prácticamente inaccesible desde Alicante puesto que la A-7 en la entrada a Valencia sigue tres días después cortada. La Comunitat Valenciana está de luto tras sufrir la peor catástrofe natural del siglo. Un horror.
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