![Dos hermanos «tímidos» que sufrieron una «dura» adopción](https://s3.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2024/02/08/91561361.jpg)
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D. S. Olabarri
Castro Urdiales
Viernes, 9 de febrero 2024, 06:38
Los dos hermanos supuestamente responsables de la muerte de su madre adoptiva llegaron a España cuando tenían dos y cuatro años. Vivieron unos primeros años «muy duros», explican fuentes de su entorno, que insisten en que los chicos nunca «han sido muy habladores». Son « ... más bien cerrados», de esas personas que tienden a no exteriorizar sus sentimientos. Sólo hablaban de cosas dolorosas «entre ellos» y con sus amigos «más cercanos». A estos chavales, algunos de ellos compañeros de clase, era a los que les decían que las cosas en casa «no estaban bien».
E. y J., de 13 y 15 años, estudian segundo y cuarto de la ESO en el colegio Menéndez Pelayo, en el barrio de La Loma. Lo primero que hacían al llegar a este centro concertado era rezar. Era algo habitual para ellos. Su madre, catequista desde hacía tres años en la parroquia de Castro, insistía mucho en su formación religiosa. De hecho, iban a misa todos los domingos. Y, a veces, salían a leer durante las ceremonias, según explicaron en la parroquia. El párroco insiste en que jamás vio a los jóvenes poner una mala cara o quejarse por tener que ir a misa.
Acudir a actividades religiosas era, de hecho, una de las cosas que más hacían los hermanos. Sus compañeros de clase explican que «nunca han salido mucho de casa». «Al principio el mayor no decía nada o daba excusas cuando le decíamos para quedar, pero últimamente se quejaba del control que tenían en casa», explica un alumno.
Este chico relata que los hermanos sacaban buenas notas. En el centro educativo tenían orden de no hablar con los medios de comunicación. Sin embargo, fuentes del entorno del instituto insistieron en que los chavales tenían un buen expediente académico y nunca habían dado problemas en clase. Un detalle al que también hizo referencia este jueves la alcaldesa de Castro, Susana Herrán. «Eran excelentes académicamente y tenían una personalidad acorde a la edad que tienen».
Los que les conocen dicen que en los últimos meses habían notado un cambio en la actitud de los chicos, sobre todo en el mayor. Explican que cada vez tenían menos reparos a la hora de hablar de lo que les pasaba, de las «constantes» discusiones con su madre. Decían que les regañaban por todo, que daba igual cómo se portasen.
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El mayor también había empezado a hablar de que eran adoptados. Lo hacía con unas pocas personas de su círculo más estrecho. Aseguraba que no tenía apenas recuerdos de sus primeros años de vida, pero tenía cada vez «más conciencia» de que lo que había sufrido cuando estaba en Rusia «no era justo». «Es posible que le provocase sentimientos encontrados», explica la madre de uno de sus amigos.
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