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Todos los que conocían a 'Álex', de 43 años, sienten que se ha apagado una estrella. Era como un rayo de luz que iluminaba los pasillos de la clínica del IMQ Zorrozaurre de Bilbao durante las largas guardias. Alguien que nunca dudaba emplear sus ... pocas horas libres, por muy cansada que estuviera, en escuchar y aconsejar a una amiga. Una de esas personas vitamina, que arrinconaba sus propias tristezas para lucir la mejor de sus sonrisas. Su vocación era ayudar a la gente y por eso se convirtió en enfermera. Su pérdida ha sido «la más terrible de las injusticias», dicen sus amigas, aún digeriéndolo. Ahora compatibilizaba su labor como enfermera en quirófano en la clínica con la de instrumentista del doctor Ucelay, afamado especialista en Otorrinolarongología. Todo ello doblando turnos, cambiando días. 'Álex', que en estos momentos no tenía pareja, también cuidaba de su madre. Era hija única y vivía con ella en Neguri, donde creció. Su padre había fallecido hacía años. Precisamente, estaba a punto de adquirir una vivienda en la Avenida Zugazarte. Su idea era dividirla en dos para seguir residiendo cerca de su madre.
'Álex' había hecho malabares para poder marcharse el pasado fin de semana a Madrid con cinco de sus amigas de toda la vida. Llevaban tiempo organizándolo. Le encantaban este tipo de planes y pasar tiempo con ellas, porque no se veían todo lo que ella quería. Madrid solía ser el punto de encuentro para todas, porque aunque son de Getxo, dos trabajan y viven allí y otra en Barcelona. Cuando se desató el incendio, todas lograron salir del restaurante menos ella y María, en estado grave en la unidad de quemados del hospital de La Paz.
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Precisamente, 'Álex' había conocido a María y a otra de las amigas de su cuadrilla de siempre siendo muy pequeña, en el Colegio Inglés. Después, ella estudió en la universidad de Navarra, aunque regresaba a casa los fines de semana. También cursó un máster en enfermería en Quirófano e hizo prácticas en Osakidetza. Siempre trabajó en la clínica de Zorrozaurre, pero compatibilizaba su puesto con guardias en Osakidetza cuando tenía días libres. En el IMQ trabajaba en el quirófano y desde hace dos meses era también instrumentista con el doctor Ucelay, que la reclutó. «Estaba muy ilusionada por esta oportunidad laboral, porque se estaba reconociendo su valía como enfermera», relata Sofía Castellanos, doctora especialista en Anestesiología y Reanimación, que coincidió con ella el jueves por última vez. «Era muy buena enfermera y muy trabajadora. Siempre estaba muy dispuesta a todo, tenía mucha energía y era muy afable. Contagiaba su vitalidad».
«En su trabajo era una número uno porque era muy entregada en todo. Era una trabajadora incansable. Era muy de ayudar a la gente. Era especial de arriba a abajo. Siempre estaba ahí», relata una amiga íntima. Claudia La Fuente, enfermera en la clínica, la conoció en Cardiología. «Pásalo bien y mañana me cuentas», le escribió el viernes a la una del mediodía. «Era generosa, buena, siempre sacaba el lado positivo de la vida. Trabajaba todo y más».
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