«A veces basta con tomarles la mano, que sepan que no morirán solos»

Hay muchas razones para acercarse a las Misioneras de la Caridad, en opinión de este antiguo economista. Está quien se halla de paso en su ruta por la India y cree que la experiencia forma parte del imaginario del subcontinente, y también aquellos que pretenden ayudar o los mueve la curiosidad, agradecer su buena fortuna o, incluso, pertenecen a otra religión que, como la católica, aboga por la atención a los más pobres. «No todo el que acude es creyente y allí son tratados con respeto y sin exigir obligaciones religiosas».

La juventud y el cosmopolitismo de las hermanas sorprendieron a Pedro Pablo Tomico, párroco en las localidades madrileñas de Valdemanco y Bustarviejo, que organizó una expedición hasta la casa rumana. «Se adaptan muy bien, aprenden el idioma local además del inglés, la lengua de la comunidad. También destacaría su juventud, el entusiasmo que aportan al trabajo, la facultad para acoger y la austeridad, porque viven sin ningún tipo de tecnología».

Las funciones asumidas son de todo tipo. «A veces, sólo te piden que cojas la mano de alguien agonizante para que sepa que no morirá solo», apunta José María Calderón. En cualquier caso, no cabe ir con excesivas ambiciones. «Abre tu corazón y déjate sorprender, absorbe el amor que ellas trasmiten porque te cambiará a ti y a tu entorno», aconseja Díez Guerrero.