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Joao Almeida nació hace 26 años en Caldas da Rainha, a unos cien kilómetros al norte de Lisboa y por fin ha conquistado una de ... las carreras de seis o siete días más importantes del World Tour. Ya figuraba en su palmarés la Vuelta a Polonia de 2021, pero la Itzulia tiene otro nombre, otra historia.
La evolución como ciclista, reconocida por el propio Almeida, le ha llevado a un nuevo estatus. Incluso ha cambiado de mentalidad a la hora de afrontar distintas situaciones : «El Joao Almeida de hace dos o tres años no habría atacado líder el último día siendo líder. Se habría limitado a defender. No he tenido miedo y quizá es algo que he aprendido de Pogacar». Son compañeros en el UAE.
Precisamente la calidad de la plantilla de la formación en la que corre el número uno mundial puede suponer una cortapisa para el crecimiento de un corredor de la proyección de Almeida. No lo entiende así el interesado: «Es un equipo muy fuerte en el que Matxin gestiona bien las aspiraciones de todos. Al final, todos merecemos oportunidades por lo que trabajamos y nos entrenamos. Existe competencia interna, pero con mucho respeto. Allá donde participo me dan oportunidades. Gana quien está fuerte. Los responsables del equipo lo hacen bien».
Practicante en su niñez de deportes como el fútbol y la natación junto a los amigos, Joao Almeida llegó al ciclismo «a los 15 años. Lo compaginé con los estudios hasta los 18 o 19. En la escuela me gustaban las ciencias. Empecé incluso en la Universidad. A esa edad entendí que había llegado el momento de decantarme por los estudios o el ciclismo. Desde entonces he ido al cien por cien en lo que elegí. Parece que acerté en la decisión».
Entiende que este éxito en la Itzu-lia supone «una confirmación como corredor. Es la victoria más grande que he logrado a lo largo de mi carrera. Se la dedico a mi novia, que es la que tengo a mi lado en los momentos buenos y en los malos. Tampoco me olvido del equipo, que ha completado un gran trabajo. Creen en mí desde siempre, a veces más que yo mismo. Considero que llevo una muy buena trayectoria. Mejoro con los años y cada vez me siento con mayores aspiraciones».
«Intento ser el mejor ciclista posible», añade. Con una vuelta importante de tres semanas en el bolsillo, toca mirar a las de tres. «¿Cuál de las tres grandes vueltas me gustaría ganar? Me vale cualquiera». Esta temporada tiene en su calendario el Tour de Francia y la Vuelta a España. Es posible que Pogacar porte los galones en ambas, por lo que la candidatura del corredor luso estará supeditada a la del esloveno.
Asegura Almeida que la Itzulia «ha ido mejor de lo que pensaba cuando empezó. El equipo ha estado muy fuerte y ha controlado la carrera. El último día era importante sobre todo defender el liderato. Hemos cumplido el guion durante muchos kilómetros. El ritmo en cabeza del pelotón ha sido alto. Cuando he visto la oportunidad de lanzarme a la ofensiva, lo he hecho. Ganar la etapa de amarillo es especial».
De hecho, el portugués ha defendido en sus declaraciones que el recorrido de la Itzulia no era el ideal para sus aptitudes. «A veces cambian las expectativas. No es ni el tipo de carrera que me conviene ni son las subidas en las que mejor me desenvuelvo porque no son ascensiones largas. Sin embargo, hay muchos puertos y esa repetición me ha venido bien. Me he visto con buenas piernas y situarte bien en la clasificación desde la crono del primer día da confianza y ayuda a la hora de afrontar todo de una manera positiva».
Preguntado por cuál ha sido el momento más comprometido de la ronda vasca, contesta que «ninguno en realidad. Hemos controlado todos los días. A veces se complican las etapas más fáciles sobre el papel».
Vio de cerca la caída de Matthias Skjelmose en el descenso de Trabakua hacia Mallabia. Nadie está libre de un accidente. Menos aún cuando la lluvia hace acto de presencia. «Llovía, el suelo se ha puesto resbaladizo y pienso que Mattias se ha equivocado al trazar la trayectoria de la curva. Espero que no haya sufrido ningún daño porque el golpe ha sido fuerte».
Por cierto, Almeida echó un capote a las carreteras vascas. «Son bastante buenas. El asfalto agarra bien. De todas maneras, hay que ir con cuidado cuando la lluvia moja el suelo».
Por un momento dio la impresión de que podía existir un intento de arreglo entre Enric Mas y el maillot amarillo para un posible reparto del botín. Cada uno defendió sus intereses. «Healy venía con nosotros, pero Mas ha atacado en la subida que había a la entrada de Eibar y nos hemos quedado los dos en cabeza. Me bastaba con seguir su rueda. Hemos hablado y Enric me ha dicho que lo que le interesaba de verdad era hacer podio en la general y me ha pedido ayuda para coger más tiempo sobre sus rivales. Yo no tenía ninguna necesidad de tirar. He pasado a algún relevo. Las victorias están caras en el ciclismo y el equipo merecía que luchara por la etapa».
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