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A veces, hay que seguir como si nada. Hay que seguir como si nada, como siempre. Y eso es todo, lejos de las grandes palabras. ... Un año después de la tremenda caída de Vingegaard, Evenepoel y Roglic, la Itzulia vuelve a estar en pie y avanza. Sin épica vacía. Por eso es coherente la victoria en la primera etapa de Max Schachmann (Soudal), un excelente ciclista que no dice nada a los no aficionados. Un triunfo sin glamur, un triunfo necesario para volver a empezar. El ganador el sábado en Eibar tampoco levantará de sus butacas a los aficionados al Tour. Conviene avisar para que se sepa. El ganador el sábado en Eibar será un gran ciclista.
Han pasado doce meses difíciles para la carrera, por un accidente espectacular, con unas escenas dramáticas de las grandes figuras desparramadas por una campa y caídas en un desagüe que atrajeron todas las miradas como un imán en la sociedad de la imagen. Hay caídas en todas las carreras, muchas graves como la de aquella bajada de Krutzeta y algunas fatales, en carreras de pueblo y en pruebas World Tour, pero no es habitual que tres de las máximas estrellas del ciclismo mundial se vean implicados en el mismo accidente y se ponga en riesgo la temporada internacional.
Desde aquel 4 de abril, cada caída, casi cada frenazo, en cualquier carretera de Europa, remitía a la Vuelta al País Vasco. Vingegaard, el más perjudicado por el accidente, días postrado en una cama de hospital en Vitoria y protagonista después de una recuperación prodigiosa que le subió al podio del Tour, no ha dejado de recordar el episodio – «me vi morir»– en cada carrera que ha disputado, cuestionando la organización de la prueba vasca, lo que tampoco ha facilitado las cosas a los organizadores.
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Pero hay que seguir, como siempre. La Itzulia quizá haya pagado aquella caída con una participación menos rutilante que entonces, pero está en pie. Las viejas carreras tradicionales lo son porque han sobrevivido a todos los avatares. Los de casa y los del mundo. La Vuelta al País Vasco nació en 1924. Paró en 1930, se disputó de forma aislada en 1935 antes de volver a parar por razones obvias hasta 1969. La lista de dificultades es casi tan larga como el palmarés, de esta carrera y de todas. Siempre en el alambre, en un deporte peligroso. ¿Qué llevó a un joven Gino Bartali a aventurarse desde la Italia fascista a correr la Vuelta al País Vasco de 1935 en época republicana y anunciar con sus victorias en Pamplona, Vitoria y Bilbao el advenimiento de uno de los más grandes campeones de todos los tiempos? ¿Qué hizo que el gran Jacques Anquetil acudiera a una carrera olvidada después de casi 35 años sin disputarse para lograr la última victoria de una carrera majestuosa? ¿Cómo no recordar con emoción la inmensa victoria de Pello Ruiz Cabestany en 1985, justo hace 40 años, señalando el momento de gloria del ciclismo vasco con un triunfo de un corredor de ciudad que resultó ser un acontecimiento cultural que abría la perspectiva del país en tiempos de efervescencia política y reconversión industrial?
A todo eso se ha sobrepuesto la Vuelta al País Vasco y superará una caída, por mediática y trending topic que fuera.
Schachmann también vuelve a levantarse. No ganaba una carrera desde que se anotó una etapa en el Tour de Sibiu, una ciudad preciosa de Transilvania pero no la mejor carrera del calendario. Allí, en la ciudad conocida como Hermannstadt en alemán y Nagyszeben en húngaro, esto es Europa, había levantado los brazos por última vez el 8 de julio de 2023, ya en el declive de una carrera brillante que incluía dos triunfos en la general de la París-Niza y tres etapas en la Itzulia de 2019, incluida la crono inicial, como ayer. En aquella ocasión en Zumarraga, con subida a La Antigua incluida. No firmaba un triunfo en el World Tour desde 2021. El Bora prescindió de él a finales de 2024, con 30 años. Ayer también le tocó esperar. Salió pronto y pasaron dos horas hasta que pudo confirmar su victoria. Hay que seguir.
El Soudal, con Evenepoel convaleciente aún de otra caída y sin Landa, compareció en Vitoria con un equipo de circunstancias, podría decirse: metió a tres ciclistas entre los seis mejores de la etapa, el ganador, Ethan Hayter (4º) e Ilan van Wilder (6º). Hay que levantarse y andar.
La crono inicial de la Itzulia exigió y los mejores de la carrera se situaron delante. A punto estuvo Joao Almeida (UAE) de arruinar la fiesta de Schachmann. El portugués se quedó a 54 centésimas. Durísimo fajador, el caballero lusitano va a ser un hueso duro de roer.
El Red Bull-Bora colocó tercero, a un segundo, a Florian Lipowitz. Segundo en la París-Niza, el alemán se perfila como una amenaza seria. Por eso estaba incluido en los pronósticos de los entendidos, a quienes está dirigida esta carrera. Y quinto a Vlasov, a 10, con un recuperado Mattias Skjelmose (Lidl-Trek) excelente a 12. Solo falló Enric Mas (Movistar), con 1:10 perdidos. Otro que sabe lo que es levantarse. Es el sentido de esta Itzulia. Seguir adelante. C
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