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A Ben Healy (EF) le gusta la moda. Y le gusta adecuar la ropa a su gusto, retocarla. Camino de Gernika, cogió hilo y aguja ... a 57 kilómetros de meta y se puso a coser. Le salió un traje a medida. Hilvanó una cabalgada de excelente patronaje, aunque heterodoxo, el que encaja en un espíritu libre. «El ciclismo es un deporte espectáculo, un entretenimiento, y eso es lo que los aficionados quieren ver. Es diversión, por eso me gusta ser agresivo y atacar», explicaba en una entrevista con este periódico antes de la Clásica de San Sebastián de hace un par de años.
El irlandés llegó a Gernika con dos minutos de ventaja. Solo, como a él le gusta. Healy no es el clásico tipo al que uno ve entrar por el lobby de un hotel y piensa: 'Ese es ciclista'. Tiene un aspecto a mitad de camino entre guitarrista de rock y genio despistado. El EF, posiblemente el equipo más ecléctico del pelotón, es su sitio y ahí está desde que debutó, en 2022. Tiene 24 años.
Corre con los colores de la Isla Esmeralda pero nació en el mismo centro de Inglaterra, en Birmingham. «Mi padre es irlandés y mi madre inglesa. Nací y crecí en el Reino Unido, pero llegó un momento en que tenía que tomar esta decisión y elegí representar a Irlanda. Estoy orgulloso de haberlo hecho. Esa es la razón por la que corro por Irlanda». Ha sido campeón del país, y de ahí los colores que luce en la bocamanga de su maillot.
Como tiene una visión personal del ciclismo, no pareció dar muchas vueltas al hecho de que en la escapada del día iba acompañado de tipos como Julian Alaphilippe (Tudor), uno que corre con un reloj de seis mil euros en la muñeca. Tampoco le importó la presencia de Pello Bilbao (Bahrain) ni la de Warren Barguil (Picnic). Nueve etapas del Tour, tres del Giro, dos de la Vuelta, cinco de la Itzulia, dos campeonatos del mundo, dos Milán-San Remo... Para ser una carrera sin nombres, no está mal el palmarés de los integrantes de la escapada del día.
«Soy un ciclista todoterreno agresivo, al que le gusta atacar», dijo aquella tarde en el hotel donostiarra. Así que cuando su director, Juanma Garate, se le acercó a la altura de la playa de Laida a ver qué le parecía probar, arrancó. Quedaban 57 kilómetros por delante y tenía a un grupo de aristócratas encima y al pelotón a menos de dos minutos.
Si se acordó de la canción 'Not Giving in' (no ceder) del grupo londinense Rudimental –su favorita para animarse– en los repechos por Ibarrangelu, Nabarniz, Forua y Ajangiz camino de Gernika es cosa suya, pero el caso es que convirtió una maniobra potencialmente precipitada en un recital.
Le gusta la moda DIY, que dicen los ingleses, háztelo tú mismo, no la alta costura y su pedaleo tampoco es que imite el andar de los modelos de la pasarela de Milán. Va como a saltos, algo encorvado. Torcido. O sea, que no es precisamente Jacques Anquetil. Pero va rápido, vaya que sí va rápido. Sus compañeros de fuga se fueron diluyendo y el pelotón no pudo recortarle nada.
Al revés. Healy llegó a llevar la ventaja hasta los tres minutos, en unos 50 kilómetros finales por los caminos más enrevesados que se podían buscar para llegar a Gernika, un continuo sube y baja por pistas entre caseríos, curvas inverosímiles y puertos sin apuntar en el libro de ruta. Nada de eso frenó a Healy, que firmó su novena victoria como profesional, la primera de esta temporada.
Hay días que no merece la pena meterse en guerras que no conducen a nada. Los favoritos no tardaron en darse cuenta de que ayer a Healy no le cogía nadie, que daba igual poner a tirar a dos que a doscientos, que el irlandés iba encendido.
Hubo algunos arreones en los repechos, pero sin ningún convencimiento, a la espera de la etapa de este sábado. Joao Almeida (UAE) corrió arropado por su equipo, a la manera clásica en que han corrido los líderes toda la vida. El portugués tiene 30 segundos de ventaja con Schachmann (Soudal), que volvió a sufrir pero se las arregló una vez más para llegar con el grupo principal. Se le puede complicar el podio. Lipowitz (Red Bull-Bora), tercero a 38, se movió pero no parece que su motor dé los caballos necesarios para un asalto en condiciones al triunfo final. Son arrancadas sin profundidad. Cuarto, a 49 segundos, anda Van Wilder (Soudal), que no se le ve pero ahí está. Diez más atrás, cierra el top-5 Skjelmose (Lidl-Trek), que el año pasado perdió el amarillo en la última etapa y este sábado se le espera.
Los dos pasos por Arrate decidirán al ganador. Todos los pronósticos señalan a Almeida, que venía dando muestras de ser el más fuerte a diario y marcó diferencias el jueves en Matsaria. Corre confiado. Tiene motivos, pero no debería caer en el exceso de confianza, porque la última etapa de la Itzulia es traicionera. Ese recorrido ha demostrado su capacidad de poner todo patas arriba. Es un líder sólido, pero no es un Vingegaard o un Roglic, inabordables en este tipo de situaciones.
No tiene que preocuparse con Healy, a veinte minutos en la general. Venía a pelear por el triunfo, pero un pinchazo en Gaintza en la segunda etapa le eliminó. Para cuando pudo llegar el coche del equipo, se le habían ido todas las opciones. Y eso es una buena noticia para Almeida, porque cuando un espíritu libre fluye puede pasar cualquier cosa. A Healy le gustan las matemáticas y, mucho más, no hacerles caso. Improvisar, escuchar música, hacerse un traje nuevo...
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