La casa del modisto pasaitarra Paco Rabanne en la localidad francesa de Portsall.

Roban en la casa del modisto Paco Rabanne en Francia un día después de su muerte

Al parecer, el botín no fue importante y la Gendarmerie busca a los autores para su detención

el diario vasco

Martes, 7 de febrero 2023, 17:47

Unos ladrones perpretaron un robo en la casa del modisto pasaitarra Paco Rabanne en la localidad francesa de Portsall un día después de su fallecimiento a los 88 años. «Los ladrones pensaban que había un montón de cosas de valor dentro. (...) Ya sea Paco ... Rabanne u otra persona, es muy chocante ir a robar a alguien que acaba de morir», ha declarado a la agencia AFP, Marguerite Lamour, la alcaldesa de ese municipio de la Bretaña francesa, de unos 6.000 habitantes.

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Según ha publicado este martes el diario galo 'Le Télégramme', la vivienda, una antigua casa de pescadores, se encuentra al borde del mar en el Finisterre francés, donde se refugió junto a su familia en febrero de 1939. La madrugada del domingo los ladrones rompieron una puerta vitrificada para acceder al interior. Al parecer, el botín que se llevaron no fue importante, aunque la Gendarmerie no ha facilitado aún más detalles sobre el robo y busca a los autores para su detención y recuperación de los objetos sustraídos al diseñador guipuzcoano fallecido el viernes.

El modisto siempre se sintió orgulloso de su vivienda de Portsall. Afirmaba que tenía «una pequeña casa de pescadores al norte de Bretaña, frente al mar», y lo que más le gustaba de esa zona era el sol y el viento. Destacaba que le permitía vivir ailado. «No hay calles ni carreteras alrededor», remarcaba.

Francisco Rabaneda Cuervo, más conocido como Paco Rabanne, fue famoso por sus creaciones textiles. Logró el Premio Nacional de Diseño de Moda en 2010.

Rabanne vivía retirado del oficio y de alguna manera del mundo. Siempre reconoció tener recuerdos un tanto borrosos de sus primeros años, muy dispersos. Recuerdos de guerra, de dolor. Nació en Pasaia en 1934. Hijo de un coronel republicano que será capturado y asesinado en Santoña en 1939, huyó con su familia a Francia, instalándose primero en Morlaix (Bretaña) y más tarde en Sables d«Olonne. Su madre, comprometida socialista, había sido costurera de Balenciaga en San Sebastián y «la primera en llevar en los años 20 un vestido de Paul Poiret sin corsé y el pelo corto, por lo que la detuvieron», como recordaba su hijo a finales de la década de los 70 a la televisión gala.

«Me considero un artesano»

Relacionado desde muy pequeño con la moda, se percibirán ciertas formas del maestro de Getaria en sus primeros diseños, los que le publica en 1959 la revista Women's Wear Daily. Es una época en la que, para subsistir y pagarse sus estudios de Arquitectura en París, comienza diseñando accesorios, además de para Balenciaga, para casas como Dior o Givenchy. Llegan los 60, donde toda ruptura es bienvenida, y se lanza con su colección-manifiesto de 12 vestidos inllevables en materiales contemporáneos, que presenta en el Hotel George V, de la capital; justo en la misma avenida en la que se halla el cuartel general de Cristóbal Balenciaga. Estaban realizados con discos y placas de plástico. «Más que un costurero, me considero un artesano, alguien que trabaja con sus manos», explicaba en el cénit de su gloria.

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Vídeo. La vida de Paco Rabanne en imágenes. ep

Una moda, más que futurista, que habla de su época, la de un inconformista que ya apunta maneras; un visionario que ya vislumbra el siglo XXI, antes de 1965, cuando crea su marca. Y es crítico con sus colegas, diciendo que no se inspiran en el momento que les ha tocado vivir, sino en el pasado, que eso no es aportar nada. «La moda es esencialmente profética», afirmó la década siguiente quien nunca le interesó hacer colecciones de temporada pensadas en un público.

Apostó por el metal, por vestidos que hacía con alicates, «para que las mujeres se protejan de las agresiones que se multiplican», creando algunos que alcanzaban los 8 kilos de peso, y hasta en oro y diamantes, en cierta ocasión. También llegó a lanzar propuestas en papel a 20 francos; de usar y tirar. La cantante Françoise Hardy fue su mejor embajadora, a quien viste en sus diversas actuaciones. En la gran pantalla, a Audrey Hepburn, en «Dos en la carretera» (1967), y a Jane Fonda, en «Barbarella» (1968).

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Rabanne afirmó que su encuentro con los Puig, uno de los grandes grupos hoy del lujo, con base en Barcelona, estaba de algún modo predestinado: lanzarían fragancias con su nombre, llegando a hacerse dueños de la marca (1987), mientras le daban pista libre para crear lo más osado. «Soy un empleado de los Puig», solía repetir a partir de entonces.

En cada una de sus apariciones públicas, lo vimos vestido de negro o gris oscuro, con cuello mao; un diseñador que nunca contrató a modelos conocidas para sus desfiles, que eran auténticos espectáculos, por sus propuestas, y en los que fue el primero en acompañarlos de música. Hace más de dos décadas, los Puig decidían poner fin a sus colecciones de alta costura. Y se jubilaba. Poco antes, en 1998, el atrio del Museo Guggenheim de Bilbao había sido el escenario de un desfile suyo; el mejor marco para el «metalúrgico», como lo llamaba Gabrielle Chanel.

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Paralelamente, este gran creyente en la reencarnación y el más allá, dispuesto siempre a dar entrevistas, desarrolló a partir de los 90 una carrera escritural, con la publicación de varios libros, desde el exitoso «Trajectoire» (1991), a «Feu du ciel» (1999), donde aseguraba que un meteorito caería en agosto de ese año sobre París, incendiando parte de la ciudad. Afortunadamente, nada ocurrió, pero le valió multitud de críticas, así como un cierto rechazo hasta de muchos de sus admiradores.

En 2003 se mostró interés institucional por construir un museo en Pasaia, de 40.000 metros cuadrados, y hasta se creó una maqueta. Una lástima que se quedara en mero proyecto. Tanto Balenciaga como Rabanne son los diseñadores del terreno de la moda más universales que dieran hasta la fecha el País Vasco y España entera. El primero hace más de cuatro décadas que se fue de este mundo, mientras el segundo ha fallecido este viernes 3 de febrero en Francia, en la región gala de Bretaña donde vivía en calma frente al mar.

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