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Ha sonado el teléfono móvil este jueves por la mañana. Marcaba tu nombre y tu número. He pulsado el icono de recibir llamadas con la esperanza de volver a escuchar tu voz, debilitada las últimas semanas pero tan familiar como siempre. «Hola, Txomin», he saludado. ... Ha contestado una mujer, una de tus dos hijas. Un escalofrío ha recorrido mi interior al tiempo que ha recibido la noticia. Seguramente ninguno de los dos pensábamos que la conversación del pasado lunes iba a ser la última entre nosotros. No hemos podido ni despedirnos, aunque es cierto que tampoco eras muy dado a las solemnidades.
Te admiré de niño. Más incluso en la derrota que en la victoria. Algunos somos así y ya no cambiaremos. El 20 de junio de 1976 se disputaba en Estella el Campeonato de España de fondo en carretera, al que mis padres y varios matrimonios amigos organizaron una excursión de un día con tortillas y filetes empanados que comimos junto a un río.
Eras uno de los firmes candidatos a la victoria. El final en Iratxe, con la subida desde Lizarra al complejo residencial, era idónea para ti. Sin embargo, te fuiste solo en la tercera de las cinco vueltas al circuito final. Tu ventaja creció hasta los dos minutos, pero los últimos kilómetros de un recorrido de 244 se te hicieron largos. Te alcanzaron en Ayegui, cerca de meta. Ganó Agustín Tamames. Otra vez Tamames, el que te había arrebatado la victoria en la Vuelta a España un año antes y hasta hace bien poco seguía apareciendo de vez en cuando en tus pesadillas.
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Mikel Madinabeitia
Joseba Lezeta
El Diario Vasco
Si alguien ha saciado de victorias a sus fieles, aparte de Eddy Merckx, ese has sido tú. Sin embargo, a mis 11 años no entendía por qué habías iniciado aquella aventura en solitario en lugar de esperar al sprint en subida, el terreno ideal para ti. Con la edad empecé a entender que también existían la labor de equipo, el sacrificio por el compañero, las órdenes de los directores...
Entonces ni se me pasaba por la imaginación que mi ídolo podía llegar a ser algún día mi amigo. Nos conocimos en tu época de director del Orbea y del Euskadi, ahondamos nuestra relación con los artículos del Tour, la Itzulia y la Vuelta, cuyos entresijos conocías como nadie, y sellamos la amistad en los desayunos que compartimos con Patxi Alkorta en el Hotel Costa Vasca antes de que nos dejara de repente y trasladáramos nuestras reuniones al Mantangorri.
Descubrí a dos seres humanos de matrícula de honor que debatían una y otra vez por cualquier cuestión. Si Patxi defendía una postura, tú te decantabas de inmediato por la contraria. La cuestión era discutir.
Los abuelos te paraban en la calle para decirles a sus nietos que «este señor ganó la montaña del Tour de Francia». Con dosis parejas de humor y agradecimiento, les contestabas: «Y alguna cosita más...». Por cierto, que nadie se afane en buscar el maillot de lunares que acredita tu victoria en el premio de la Montaña del Tour de 1974. Solo te dieron un banderín que, como no podía ser de otra manera, regalaste al masajista Nicoli Iparragirre.
No verás de nuevo el Tour en Donostia. Te ilusionaba. Como cumplir 80 años o como los proyectos de tus dos nietas. Echaremos de menos tus artículos sobre la carrera. Las esquelas, como los llamabas.
Txomin, como bien repetían, ya quedamos menos. Dale recuerdos a Patxi.
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