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Beñat Rezusta, Jokin Altuna, con la txapela y la camiseta que distingue al campeón, e Iñaki Artola, tercer clasificado del Manomanista, en el podio de Bilbao. José Mari López
Final del Manomanista

Altuna, el campeón que no deja cabos sueltos

El amezketarra no da opción a Rezusta y logra su segunda txapela del Manomanista tras un partido impecable

Domingo, 20 de junio 2021

Jokin Altuna es el campeón manomanista tras someter a Beñat Rezusta (5-22) en la final del frontón Bizkaia, la última sin público en las ... gradas. Dominó de cabo a rabo el amezketarra, que a los 25 años logra su segunda txapela del Manomanista tras la de 2018, gracias a una actuación impecable en la que no dejó ningún cabo suelto. Ni en ataque ni en defensa, ni en lo físico ni en lo psicológico.

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No se dejó enredar Jokin Altuna por todas las circunstancias que rodearon la final. Ni el cambio de rival por la lesión de Iñaki Artola –que asistió desde la grada a la exhibición del campeón–, ni la condición de zaguero de su oponente, ni la de zurdo... Nada sacó al amezketarra de su plan. Como muestra de esa seguridad apabullante, no buscó ni una sola vez el saque al ancho. «Sabía que haría daño sacando a la pared», declaró al final. Los cinco tantos de saque y los cuatro de saque-remate confirman que estaba en lo cierto. Rezusta llegó con la idea clara de restar desde atrás. Solo se adelantó una vez en todo el partido, en el 5-17, y Altuna le hizo saque-remate. Esos nueve tantos son casi medio partido, pero en realidad Altuna dominó en todas las facetas.

Porque si el campeón estuvo acertado en el remate, mostrando su rico repertorio para acabar el tanto, su actuación en defensa resultó contundente. No dejó abierto el más mínimo resquicio a Rezusta. Nunca fue fácil de superar y de los cinco tantos del bergararra cuatro fueron de diez o más pelotazos. Trabajados.

En defensa, Altuna se empleó sobre todo con la zurda, en la postura de gancho, más que con la volea. Nunca dejó pelota cómoda para que Rezusta pudiera castigar atrás. Eso sí, la amplitud del marcador contrasta con los 209 pelotazos a buena que se cruzaron, que confirman que hubo que esforzarse en la cancha del Bizkaia.

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Es normal que Rezusta se fuera desesperando con el paso de los tantos. El 5-22 fue la máxima diferencia del partido, que comenzó con un 0-7 que marcó el desarrollo de la final y anunció lo que iba a suceder.

Quizá el 3-10 fue el tanto que confirmó a Rezusta que no había esperanza, a pesar de que cayó de su lado. Jugó perfecto, envió un sotamano impresionante al ancho casi a la altura del cuadro siete, que Altuna llevó a buena de forma inverosímil, y aún debió ejecutar una dejada milimétrica al txoko con la derecha para acabar. Con menos que eso no valía para hacer un tanto a Altuna ayer. Rezusta se anotó a continuación el 4-10 con una dejada al txoko, pero fue el canto del cisne. A partir de ahí la final se precipitó a su desenlace con ventajas cada vez más amplias.

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El campeón se anotó cinco tantos de saque y cuatro de saque-remate que le dieron una ventaja decisiva en la final

Precisamente, ese 4-10 fue el único tanto que Rezusta sumó con el saque en su poder. Los otros cuatro fueron sacando Altuna. Para hacer daño a un adversario de esa talla, el bergararra necesita acertar mucho más con el primer disparo.

De todas formas, es de justicia señalar que no es sencillo adivinar cómo se puede hacer frente a un Altuna a este nivel. Es dificíl elegir cómo colocarse, porque el amezketarra siempre sabe dónde encontrar la jugada.

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No solo brilló en ataque; exhibió una muy buena defensa y no dejó pelota cómoda para que Rezusta pudiera castigar atrás

Altuna III ha ganado un punto de agresividad respecto a la final perdida el año pasado ante Jaka. Entonces esperaba más a bote, mientras que ahora va a por el sotamano con mucha decisión. Acorta los tiempos y el espacio al rival, al que termina por ahogar en una dinámica de la que no hay forma de ver la manera de salir. En el tramo final del partido, Rezusta pareció rendido a la evidencia.

El Manonomanista coronó ayer al cuarto campeón guipuzcoano consecutivo, desde que el propio Altuna inició la serie en 2018. Le siguieron Iker Irribarria en 2019 y Erik Jaka el año pasado. En este momento, el amezketarra es el dueño de las dos txapelas individuales, ya que también es el campeón en ejercicio del Cuatro y Medio. La de ayer es su cuarta txapela, dos en toda la cancha y dos en la jaula.

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Pero tanto como su palmarés, de Altuna destaca que es esa clase de campeones que van más allá de su modalidad, que llegan al público en general. Personajes que, más allá de sus asombrosas condiciones, tienen un carisma especial. Juega Altuna y todo el mundo quiere verle. El aficionado al deporte y el que no lo es. Ese magnetismo que acompaña a los grandes y que tan necesario es para todos los deportes, que siempre necesitan figuras. El tiempo colocará a Altuna en su lugar en la historia de la pelota, pero no cabe duda de que tiene esa magia especial, única, de los campeones. Ayer tuvo una actuación a la altura de sí mismo. Y por eso fue insuperable.

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