PNV

Los árboles del triunfo no ocultan el bosque de flaquezas

El PNV se enfrenta a cuatro años donde debe revertir su tendencia a la baja mejorando su conexión con Gipuzkoa. Necesita nuevos referentes y un esfuerzo inversor especial por parte del Ejecutivo de Pradales

Jorge Sainz

San Sebastián

Martes, 23 de abril 2024, 06:27

Alivio, más que euforia, es el sentimiento que vuelve a reinar en el PNV después de evitar sobre la bocina el 'sorpasso' de EH Bildu en las autonómicas vascas, en lo que hubiera supuesto una derrota histórica. Una sensación parecida a la que los jeltzales ... vivieron hace once meses en las forales y municipales, cuando también consiguieron retener la Diputación de Gipuzkoa 'in extremis', en este caso para recibir el incómodo, pero necesario, apoyo del PP. La constante apelación del candidato jeltzale, Imanol Pradales, al voto del miedo y cerrar filas contra EH Bildu, y el error estratégico del aspirante de la coalición, Pello Otxandiano, al no calificar como «terrorista» a ETA, han permitido al PNV resistir y mantenerse en el poder en virtud de la mayoría que suman con el PSE-EE. Pero los árboles de la victoria no deben ocultar el bosque de las cada vez mayores flaquezas de un partido que parecía invencible pero que lleva varios comicios dando muestras de debilidad en la gestión, con Osakidetza, la Ertzaintza y Educación en el foco, y la conexión con las nuevas generaciones.

Publicidad

Tendencia negativa. Si uno observa el mapa electoral por municipios de la Comunidad Autónoma Vasca en 2001 y lo compara con el de la noche del domingo, observará cómo el verde oscuro jeltzale que teñía los tres territorios ha mudado en un verde más claro, el que representa a EH Bildu, salvo en el Gran Bilbao y ciudades como Donostia o Irun. Y es que el PNV presenta desde hace años una tendencia negativa en las elecciones autonómicas vascas, su histórico punto fuerte. Desde 2009, cuando Juan José Ibarretxe venció pero perdió la Lehendakaritza ante el socialista Patxi López y el PP, con la izquierda abertzale ilegalizada, los peneuvistas no han superado la barrera de los 400.000 votos. Una cifra que, además, se les quedaba pequeña en los tiempos de las coalición PNV-EA, con la que llegaron a dispararse hasta los 600.000 papeletas de aquellos comicios de 2001 del plan Ibarretxe y la coalición de facto del PSE de Nicolás Redondo Terreros y el PP de Jaime Mayor Oreja. Ahora, el PNV se ha quedado en 370.000 apoyos, con una mejora de 22.000 respecto a las elecciones de la pandemia de hace cuatro años. Una cifra que palidece ante los 92.000 sufragios nuevos que han impulsado a EH Bildu.

Pradales ha salvado los muebles en su primer examen pero se ha quedado por debajo de las cifras de voto de Iñigo Urkullu en 2016 y 2012, en las que rozó los 400.000 apoyos en las urnas. Además, poco a poco están perdiendo parte del voto 'prestado' que se fugó del PP ante la moderación que aportaba el todavía lehendakari. Por lo tanto, el PNV y el futuro Gobierno Vasco tienen cuatro años por delante para corregir errores y demostrar que sus propósitos de enmienda y autocrítica expresados en campaña son serios. Y es que dentro de cuatro años se jugará una segunda vuelta en la que volverá a estar en juego la hegemonía en Euskadi.

Desgaste en Gipuzkoa. Esta situación de caída progresiva en la Comunidad Autónoma Vasca se acentúa en Gipuzkoa, donde el partido ya venía avisado de las forales, donde EH Bildu le superó con holgura, lo mismo que ha ocurrido en la noche de este pasado domingo en este territorio histórico. La coalición soberanista ha crecido en 16.000 papeletas mientras que el PNV apenas lo hace en 2.000, pese a ser las autonómicas la cita donde más voto concitan. Gipuzkoa se ha convertido en una piedra en el zapato del PNV, que lleva tiempo teniendo que combatir contra la percepción, extendida en una parte significativa del territorio, de que el Gobierno Vasco no tiene en cuenta a Gipuzkoa con tanta intensidad como al resto de territorios, especialmente Bizkaia.

Publicidad

Pradales, muy identificado con la Diputación vizcaína, donde se ha circunscrito hasta ahora su labor de gestión como diputado foral, ha tenido que hacer ímprobos esfuerzos en territorio guipuzcoano para ganarse la confianza de los electores. Sus cuatro años de legislatura serán examinados con lupa. Parte de los guipuzcoanos tiene la sensación de vivir en un territorio huérfano de grandes proyectos, pese a que indicadores económicos claves como el paro, la actividad económica o el PIB son positivos. En campaña, la principal medida que ha presentado el PNV para Gipuzkoa ha sido el proyecto de Anoeta Berri, que busca mejorar el complejo deportivo en torno al estadio de fútbol, el único que se ha renovado y gracias, principalmente, al esfuerzo económico de la Real Sociedad. El asfaltado del entorno del campo, la renovación del polideportivo Gasca, el miniestadio y el frontón Atano y, sobre todo, la transformación de Illunbe en el gran pabellón multiusos del que ya disponen el resto de territorios vecinos, son demandas de la sociedad guipuzcoana que el nuevo Ejecutivo vasco no va a poder eludir. Habrá que ver que si la partida de 25 millones (sobre un total de 50) comprometida por Pradales es suficiente. Paradójicamente, otros grandes proyectos en el territorio que sí ha abanderado el PNV, como el Metro de Donostia, se han topado con cierta contestación social rentabilizada por EH Bildu y que han impedido al PNV sacar pecho de ellos. Los jeltzales deben afrontar una crítica generalizada de que en Gipuzkoa todo cuesta más y muchos de los retos se afrontan con menos ambición y liderazgo de lo necesario.

Relevo de dirigentes. Mientras en Bizkaia, con el propio Pradales o figuras como la diputada general, Elixabete Etxanobe, el PNV va poco a poco completando su relevo generacional con éxito también en las urnas, en Gipuzkoa este proceso está siendo más complicado. Sobre todo cuando asoma la renovación del Gipuzkoa Buru Batzar presidido durante más de veinte años por Joseba Egibar, que en estas elecciones se ha echado a un lado y dejará de ser el parlamentario más veterano de la Cámara vasca. Una de las caras nuevas en Gipuzkoa es la ahora diputada general, Eider Mendoza, aunque en su primer examen en las urnas perdió 25.000 votos, tres escaños y se salvó por el apoyo del PP para impedir una diputada general de EH Bildu. El alcalde de Donostia, Eneko Goia, es otra figura con proyección aunque tiene tres años de legislatura por delante en un cargo que no permite distracciones. Como posible líder del GBB ha sonado el exdiputado general, Markel Olano, muy unido a Egibar aunque en su caso no está claro que se pueda vender como relevo generacional.

Publicidad

El Gran Bilbao, territorio fiel que da soporte a los jeltzales

No solo en Gipuzkoa el PNV ve cómo EH Bildu le come terreno. También ha sido significativo que la coalición soberanista haya sido primera fuerza en Araba, donde nunca había vencido en unas autonómicas. El PNV se ha visto debilitado en este terreno también por el alza del PP, que poco a poco va recuperando el voto 'prestado' a los jeltzales. En total, dos escaños menos para los peneuvistas pese a mantener un número parecido de votos. El partido de Andoni Ortuzar apuntala sus triunfos de momento a su fuerza en el Gran Bilbao, que le sigue siendo fiel.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad