Era una prueba de fuego. La fórmula PP+Cs pretendía ser un revulsivo, un acicate para tratar de frenar la tendencia descendente que los populares vienen sufriendo en las últimas citas con las urnas. Pero el experimento, impulsado desde Génova y con el empeño ... personal de Inés Arrimadas, no dio resultado. La coalición entre populares y liberales, una alianza inédita en Euskadi que buscaba aunar fuerzas para no dispersar el voto de centroderecha, no logró el objetivo de salir del atasco electoral. Todo lo contrario, el batacazo ayer en las urnas volvió a poner en evidencia que el centroderecha constitucionalista en el País Vasco va perdiendo cada vez más fuerza. Esta vez, con un hueco mínimo en el Parlamento de Vitoria y desterrando aquello de que 'la unión hace la fuerza', con 5 escaños y 60.299 votos; 47.472 papeletas menos respecto a los comicios autonómicos de 2016, donde el PP, con Alfonso Alonso al mando, alcanzó los 9 parlamentarios. Hace cuatro años, ambos partidos hubieran sumado de la mano 129.248 sufragios. Una cifra muy alejada del resultado que cosecharon anoche.
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Pablo Casado, que ayer también se la jugaba, sufrió así en sus propias carnes una hemorragia electoral que parece no tener freno en Euskadi. El líder del partido conservador había depositado toda su confianza en un histórico del partido como Carlos Iturgaiz para liderar la reconstrucción de un proyecto político que, poco a poco, se va desinflando en los tres territorios. Pero su apuesta personal, más alejado de ese perfil liberal que podía encarnar Alonso -fulminado de la carrera hacia la Lehendakaritza- tampoco dio sus frutos. El resultado en Galicia, con un Alberto Núñez Feijóo imparable y de perfil más centrista, también fue un claro ejemplo de que la estrategia de Casado no parece contar con el respaldo y la confianza del electorado.
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Así, la nueva apuesta para intentar enmendar los malos resultados de las elecciones anteriores, la fórmula entre PP y Cs, no impidió la sangría de votos y el desgaste electoral que vienen arrastrando los populares vascos desde hace quince años, que ayer vieron cómo los peores presagios se hacían realidad, con unas encuestas que, durante la campaña electoral, ya dibujaban un escenario complicado para la entente. La llegada de Vox por Álava fue, además, otro revés que les restó votos. Sin embargo, el ensayo en Euskadi de una coalición sin precedentes dejó otra histórica novedad: la irrupción del partido naranja en la Cámara vasca. Algo que, hasta el momento y en solitario, jamás había logrado.
Ciudadanos ocupará un escaño, el de José Manuel Gil en Álava, y deja los otros cuatro sillones al PP, con Carmelo Barrio y Laura Garrido que regresan al Parlamento por Álava -territorio donde el PP vasco ha mantenido tradicionalmente mayor poder, pero que también padece la fuga de votos-; el propio Iturgaiz por Bizkaia; y la novedad de Muriel Larrea por Gipuzkoa. Cinco representantes que, según confesó Iturgaiz durante su intervención anoche desde el Hotel Villa de Bilbao -lo hizo rozando el 100% del escrutinio- «pelearán» para ser «la alternativa al nacionalismo vasco». «Somos la fuerza mayoritaria de centro derecha constitucionalista», manifestó entre aplausos.
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Ni caras largas ni autocrítica por los malos resultados. Iturgaiz, que llamó personalmente a Iñigo Urkullu para felicitarle, defendió que la coalición «ha ganado a las encuestas», ya que algunas de ellas daban a su candidatura por debajo de cinco representantes. Después, se puso de nuevo el traje electoral y censuró que el desenlace final haya dibujado un Parlamento con «cuatro quintas partes de color nacionalista y abertzale». También lamentó la alta abstención ayer en Euskadi -responsabilizó de ello a PNV y PSE- y defendió que las elecciones son una «meta volante» para terminar con el «nefasto y caótico Gobierno de Sánchez e Iglesias».
Sobre la pérdida de cuatro escaños, ni mención. Iturgaiz se limitó a decir que el grupo parlamentario de PP+Cs va a defender «la Constitución, la libertad, el Estatuto y la unidad de España» en el Parlamento Vasco.
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En cuanto se conforme el Parlamento Vasco, la exconcejala de Irun Muriel Larrea ocupará su escaño por Gipuzkoa. Es la única representante por este territorio que tendrá la coalición PP+Cs en la Cámara. Los resultados de ayer arrebataron un sillón a la entente respecto a los comicios de 2016, con Borja Sémper y Juana Bengoechea. Esta vez, el segundo escaño se quedó por el camino y José Luis Arrúe -presidente del PP de Gipuzkoa en funciones que ocupaba el segundo puesto en la lista electoral- no entrará en la vorágine parlamentaria.
La fusión entre populares y naranjas en Gipuzkoa se quedó ayer en 13.994 votos, mientras que hace cuatro años alcanzó las 24.766 papeletas (30.496 sufragios si hubiera ido entonces con Ciudadanos de la mano). En Bizkaia, mismo escenario. Perdió uno de los dos escaños con los que contaba el PP en la legislatura pasada. Con la llamativa situación de que será Luis Gordillo -líder de Ciudadanos Euskadi- quien se quede fuera de la Cámara. En Álava, la debacle es mayor: con dos escaños menos respecto a 2016.
Carlos Iturgaiz volvió así a revivir una noche electoral como candidato a lehendakari. Pero lejos quedan aquellos 251.743 votos y 16 años que alcanzó en 1998.
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