El 1 de julio del año 2000 hacía calor. Era sábado y a eso de las 14 horas iba por la cuarta tila. Era mi primera incursión en el mundo de las infusiones tranquilizantes y supongo que sería una recomendación de mi madre, pero lo cierto es que apenas me estaba haciendo efecto. Subí en el coche con mi padre y tomamos rumbo al destino. Portuetxe 2, la sede de El Diario Vasco. Mi primer día de Prácticas suponía realmente entrar en la edad adulta, salir de mi zona de confort de estudiante y sumergirme en los intimidantes misterios del periódico que había estado en mi casa desde que tenía uso de razón. Aún recuerdo todas las sensaciones. El cariñoso saludo de bienvenida de Mitxel Ezquiaga y Eli López en la sección de Cultura, mi primer emocionante encargo -ponte a leer los periódicos del día- y la buena sensación de acabar la jornada sin haber roto nada. Recuerdo mucho más. Aquella noche salí con los amigos y a la vuelta a casa -pasadas las cinco de la mañana- fui corriendo al puesto de periódicos que estaba ya colocado en la calle. Lo compré, pasé las páginas hasta la sección de Cultura y grité orgulloso: «Mirad, este breve lo he escrito yo». El vendedor, que me conocía de vista, lógicamente no me creyó. Mis amigos, tampoco.
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22 años después sigo teniendo el orgullo y la misma responsabilidad del primer breve, ahora como director de esta cabecera que inicia una nueva era llena de ilusión y futuro, de ambición por seguir queriendo contar las mejores historias en sus nuevas instalaciones de Miramon. Porque sí, ahora seremos más modernos, más digitales, más tecnológicos, pero en el fondo, lo importante, seguirán siendo las historias. Sin eso, de poco valdremos.
Una nueva era
Gaizka Lasa Eneko P. Carrasco
El Diario Vasco inaugura una nueva era con el mismo deber de siempre, responder a la confianza y la exigencia que cada día le piden sus miles de lectores. Ustedes son los auténticos directores de un periódico cuya responsabilidad máxima sigue siendo, casi 90 años después de su nacimiento, ser espejo, testigo y narrador de la sociedad guipuzcoana; un contrato no escrito que cada día se renueva en los kioskos y en los móviles y plataformas digitales. Afrontamos esta nueva era con el mismo reto de no traicionar su confianza. En un momento como el actual cargado de incertidumbres, ocurrencias, desinformación y líneas rojas, El Diario Vasco quiere abrir de par en par sus puertas para ser la plaza de Gipuzkoa en la que podamos pasear y reconocernos toda la sociedad guipuzcoana. Les garantizo que pondremos todo por nuestra parte. Nos vemos en DV.
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