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Sábado, 1 de febrero 2020, 10:07
Al igual que ocurre con otros alimentos que pueden generar dudas por su apariencia, propiedades o procedencia casi iguales, en el caso del bacon o la panceta el consumidor medio suele confundirse a la hora de diferenciarlos.
¿Y en qué se diferencian? Es algo que merece aclarar, pues presentan algunas diferencias significativas. De hecho, en algunas partes del mundo, en las que la cultura del cerdo no está tan arraigada como en el Estado (EE UU o Inglaterra), no existe esa diferencia de nomenclatura.
Lo primero que es necesario aclarar es que son productos que provienen del cerdo, concretamente del tocino (presente bajo la piel del cerdo). Es al preparar el tocino cuando se produce la primera diferenciación, ya que la panceta se refiere a su estado natural o crudo y el bacon a su forma ahumada. Por lo tanto, ambos adquieren su propia textura y sabor.
Otra de las disimilitudes se halla en la imagen sobre el alimento. Se considera a la panceta de una calidad mayor, ya que la carne es más fresca (al natural o en adobo). El bacon se somete a un proceso de ahumado, que le resta riqueza, calidad y propiedades a la carne.
Por ello, el bacon tiene un sabor muy distinto, mucho más fuerte y gustoso que el de la panceta. Sin embargo, la panceta se obtiene de una curación más ligera, lo cual conserva y potencia mejor el sabor de la propia carne. Ambos deben consumirse con mesura, debido a su volumen graso. No obstante, cabe destacar que el bacon es más magro que la panceta.
En este caso, suele haber menos dudas. Encontramos bacon como acompañante de huevos fritos, hamburguesas, sándwiches, pizzas e incluso a la plancha o brasa (salado), en desayunos. La panceta, al ser un alimento mucho más calórico, se utiliza más como complemento, para potenciar en sabor de guisos, verduras o legumbres. Es, por lo tanto, menos habitual que se cocine para una ingesta directa, aunque está presente en muchos menús de barbacoa, así como preparada al horno o frita.
El bacon, normalmente, está cortado en tiras más finas. De esta forma, su preparación es más sencilla. Por el contrario, la panceta se caracteriza por un corte más grueso, y requiere un mayor tiempo de cocina. Esto explica, además del contenido calórico y graso, sus usos en la cocina.
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