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Sábado, 7 de noviembre 2020, 09:10
La chalota probablemente no sea la más popular de las cebollas en nuestra cocina, pero en los últimos tiempos ha ido ganando terreno y hoy en día es bastante empleada. Hace tiempo que ganó protagonismo en los restaurantes y poco a poco lo va ... teniendo también en nuestros hogares.
La chalota es un bulbo de la familia de la cebolla, pero más pequeño y con un sabor dulce y suave. A diferencia de las cebollas, crece en grupos de bulbos y su forma es alargada y pequeña.
Hay diversas variedades que se distinguen tanto por su forma como por su tamaño. La chalota más habitual es la alargada, pero también las hay redondas con cuello fino y redondas, igual que las cebollas. Los colores van desde el blanco hasta el rojo.
También son denominadas escalonias, nombre que procede de la ciudad israelí en la que se cultivaba antiguamente: Ascalón. Hoy en día se encuentra en muchos países y quizá sea en Francia donde más popular es este tipo de cebolla. En el país vecino es muy habitual ver las alargadas. Cuanto más pequeña sea, más joven es y más suave será su sabor.
Las chalotas tienen unas propiedades nutricionales muy similares a las de la cebolla. Es rica en flavonoides y polifenólicos y también tiene fibra dietética, vitamina C, A, B6, ácido fólico, potasio, calcio, fósforo o manganeso.
La chalota fue popularizada por la cocina francesa y es muy habitual en la alta cocina, dado que son aromáticas y ofrecen un sabor dulce y delicado. Se dice que su sabor es más suave que el del ajo y más fino que el de la cebolla.
Aunque se puede consumir cruda, lo habitual suele ser presentarla cocida o frita cuando se le quiere dar un toque especial al plato. En crudo se puede emplear sustituyendo a la cebolleta en una ensalada.
Confitadas pueden ser el acompañamiento ideal para una carne, un pescado o aperitivos a base de queso o foie. También es muy habitual verlas en guisos y salsas.
Las chalotas se pueden hacer de diversas formas, pero sobre todo se emplean como guarnición. Se pueden asar el en horno o freír y acompañar una carne o un pescado, pero a continuación proponemos una fórmula que enriquece cualquier plato, ya que puede ser empleada también con carnes o pescados, pero de igual manera puede acompañar un guiso o una ensalada. Tiene además la ventaja de que una vez cocinada se puede conservar varios días en la nevera. Hablamos de la chalota caramelizada. Al margen de las cebollas, apenas necesitaremos mantequilla, azúcar romero, sal, pimienta, agua y una rama de romero.
Después de derretir una cucharada de mantequilla en la sartén, habrá que colocar las chalotas y salpimentar ligeramente. Deberán dorarse a fuego lento, unos 15 minutos por cada lado y posteriormente agregaremos el azúcar moreno y lo disolveremos para que comience de esta forma la caramelización.
Una vez logrado ese efecto, habrá que agregar un poco de agua y la rama de romero y reducir a fuego lento. Las chalotas quedarán blancas y caramelizadas. Cuando tengan ese aspecto estarán listas para acompañar al plato elegido.
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