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Las opciones de acompañamiento para la morcilla son muchas. Desde unos pimientos hasta unos huevos fritos con patatas. FOTOLIA
La despensa

5 formas de cocinar la morcilla con éxito

La morcilla es un alimento que, además de cocinar de diversas formas, podemos combinar con muchísimas otras elaboraciones

Jueves, 28 de abril 2022, 07:07

La morcilla es uno de los productos más típicos de nuestra gastronomía. Elaborada con sangre de cerdo, la morcilla nació como una forma de aprovechar todo el producto de la matanza, siendo además un alimento duradero y de fácil conservación. A este ingrediente principal -la sangre porcina- se le han ido añadiendo otros para combinar y crear otros sabores como arroz o cebolla.

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Sin embargo, la morcilla ha quedado en un segundo plano gastronómico debido a la sombra de colesterol y alimento poco saludable que le persigue. Pese a ello, la morcilla es un alimento ideal y delicioso para consumir esporádicamente, ocasión que podemos aprovechar para sacar el máximo partido a este producto con estas cinco formas de cocinar la morcilla con éxito.

5 formas de cocinar la morcilla con éxito

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    Frita en la sartén: es una de las formas más clásicas de comerla y, aunque parezca sencillo, requiere una elaboración cuidada para evitar que se rompa y conseguir que quede crujiente, jugosa pero no grasienta. Para ello conviene cortar las rodajas algo gruesas (unos dos dedos de ancho será suficiente) e, importante, sellarlas en harina o pan rallado para sellar bien su contenido y evitar desprendimientos. A la hora de pasarlas por la sartén, es importante que el aceite esté bien caliente y basta con freírlas 3 minutos por cada lado. Vuelta y vuelta y evitar voltear las piezas demasiadas veces o demasiado bruscamente. Para acompañarla hay tantas opciones como se puedan imaginar: desde unos huevos fritos y patatas, hasta unos pimientos de piquillo o si somos algo más gourmet, podemos optar por confituras de frutas (manzana y naranja son dos sabores que le van fenomenal) o salsas de tomate o aceite y perejil.

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    Al horno: una gran alternativa al uso del aceite y que permite lograr un resultado igualmente crujiente es asar la morcilla al horno. Para esta técnica, conviene igualmente sellarla en harina antes de dejarla durante 10 minutos al horno, que deberá estar a una temperatura de entre 180-200ºC.

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    Cocida: es quizá la opción más saludable pues consiste en hervirla durante un cuarto de hora en agua. Eso sí, para esta técnica hay que meter la pieza de morcilla en entero, es decir, sin cortar en rodajas. La morcilla cocida es suave y blandita, ideal para cuando queremos incorporarla a cocidos de legumbres.

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    Asada en brasas: ¿por qué no añadir morcilla en una barbacoa? Es una idea genial, pero requiere de una destreza en las brasas, que no deberán tener un fuego muy vivo a la hora de preparar este alimento. Lo ideal es poner la morcilla en entero, con una incisión vertical sobre la que podamos verter un poco de aceite para añadir jugosidad.

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    Sofreír en la sartén: no es la opción más usada, pero es realmente deliciosa y versátil pues permite obtener la morcilla en un formato para después usarla como ingrediente de otras elaboraciones. Basta con pelar la morcilla y desmenuzarla en un bol, para después echarla en una sartén para realizar un sofrito al gusto. El resultado nos servirá para elaborar desde un revuelto hasta para rellenar unas empanadillas.

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