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Viernes, 4 de octubre 2019
Existen más de 2.000 variedades de queso en todo el mundo; hay algunos que son conocidos y otros no tanto. Por esta razón, la producción de queso a nivel mundial supera la del café, tabaco, té y cacao juntas. El queso suizo, la mozzarella, el parmesano, el brie o el roquefort son conocidos y habituales en nuestra gastronomía, por lo que su consumo nos tiene acostumbrados. Sin embargo, en partes concretas del mundo, se producen y se degustan quesos con condiciones realmente particulares, como el Casu Marzu, por ejemplo. ¿Te atreverías a probar los quesos que te presentamos a continuación?
Este queso francés, concretamente de Borgoña , se elabora con leche cruda de vaca y siguiendo un proceso completamente artesanal. Su olor es tan fuerte y picante que llegó incluso a prohibirse su consumo en el transporte público del país. Se lava con agua salada y durante un mes se guarda en un lugar con humedad. Posteriormente, se lava de nuevo con agua de lluvia, aguardiente y uva, varias veces por semana.
El queso Halloumi no es un queso apropiado como ingrediente para hacer gratinados, ya que al someterse a altas temperaturas no se derrite. Su origen se sitúa en Chipre, y según la tradición, se debe elaborar utilizando dos tipos de leche: de cabra y de oveja. Normalmente se sirve fresco y acompañado de menta, pesto o incluso sandía.
El queso más caro del mundo, el queso Pule, se produce a base de leche de burra de los Balcanes. Para hacer cada una de las piezas de un kilo, se necesitan alrededor de 45 litros, y aunque el precio varía, por lo general oscila entre los 1.000 y 5.000€. Algunas voces del mundo gastronómico lo definen como una variedad parecida al manchego, aunque más sabroso. Ya solo el litro de la leche de esta burra se valora en 40€.
El queso de oro Stilson es, junto con el Pule, uno de los más caros, con un precio que ronda los 709€ el kilo. El motivo es que está compuesto por pizcas de polvo de oro comestibles y aguardiente de canela de Alemania. Sin embargo, su preparación fue algo puntual, pensando en las Navidades de 2011.
La peculiaridad del queso Milbenkäse se encuentra en que se deja madurar con ácaros, éstos secretan una enzima que transforma el queso de amarillo a rojo y tras un año a un color oscuro. Su sabor picante y amargo se presenta en pastillas recubiertas con una capa dura de color marrón, de unos 15cm de diámetro
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