Tarta de queso japonesa, el pastel esponjoso

La tarta de queso japonesa es muy atractiva debido a su esponjosidad, que le produce un destacado movimiento parecido al de la gelatina, y debido también a su bonito color dorado de la superficie. Es un postre muy suave al tacto con el paladar y que no resulta nada pesado. La ligereza es una de las características más comunes de la repostería japonesa, y, por lo tanto, también de esta exquisita elaboración. Para prepararla, los nipones emplean cuatro ingredientes principales, que son los huevos, el azúcar, el queso y la harina.

Esta versión de la tarta de queso horneada es mucho más ligera y menos dulce y contundente de la que tradicionalmente solemos preparar aquí, tanto es así, que algunos incluso la han apodado como 'cotton cheesecake' (tarta de queso algodonosa), ya que su textura se asemeja muchísimo más a la de un soufflé.

La clave de la tarta de queso japonesa reside en darle a las claras de huevo el punto de nieve exacto, y en elaborar la mezcla al baño maría, también al hornearlo. Por ello, a la hora de ir a preparar la masa, habría que comenzar por calentar una cazuela con agua casi hasta que llegue a hervir, para después poner encima el bol y mezclar y batir convenientemente la mayoría de los ingredientes.

Otro truco a tener en cuenta a la hora de montar las claras es el agregar un poco de crémor tártaro, o en su lugar ácido para gaseosas o zumo de limón, lo cual ayudará a mantener el punto de nieve. A la hora de elaborar la masa también debemos asegurarnos de que empleamos harina de repostería y no utilizar ni azúcar blanco ni su versión glas que venden en cualquier tienda. Sería recomendable coger azúcar blanco en casa y molerlo nosotros mismo, una acción que no resulta especialmente costosa.

Una vez seguidos los pasos correctos de horneado y desmoldado, y cuando la tarta haya enfriado, estará lista para consumir.