Barco 'Rokillo', uno de los dos buques acondicionados por el Gobierno Vasco para recoger pélets en el mar. EFE

Medio ambiente

Un mar inundado de plástico

Basura ·

Los pélets que esta semana han llegado a Galicia y amenazan con aparecer en las playas vascas solo son la punta del iceberg de un problema mucho mayor. Los residuos están ahogando a los océanos

Domingo, 14 de enero 2024, 06:54

El vertido de pélets en un barco frente a la costa de Portugal ha puesto en alerta a todo el litoral cantábrico. Las pequeñas esferas de plástico ya han llegado a las playas de Galicia, Asturias y Cantabria, mientras Euskadi contiene el aliento a la ... espera de lo que pueda traer la corriente. En algunas playas vascas se han encontrado pélets, aunque todo parece indicar que ya estaban allí. Las microesferas son visitantes asiduos de nuestra costa desde hace años, forman parte de un paisaje que, ahora que se ha producido un vertido importante, ha salido a la luz.

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Los pélets son pequeñas esferas de entre 2 y 5 milímetros de diámetro que se componen de un elevado porcentaje de polímero y un menor porcentaje de aditivos estabilizadores. Pueden estar hechas de polietileno, polipropileno, polietilentereftalato, poliestireno, policloruro de vinilo o poliamida. Se utilizan como materia prima para fabricar una gran variedad de productos plásticos, como componentes de automóviles, envases, juguetes y productos electrónicos.

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Estas bolas son la segunda fuente más grande de contaminación primaria por microplásticos a nivel mundial. Cada año se utilizan miles de millones en la industria, pero también miles de toneladas se vierten directamente al medio ambiente en todo el mundo. Se estima que anualmente acaban en el océano entre 52.000 y 184.000 toneladas de pélets.

Estas microesferas solo son una parte de un problema mucho más grande. Los expertos estiman que hasta el 5% de los plásticos producidos en todo el mundo acaban como basura en los mares. «El origen de estos residuos es la actividad humana, la mala gestión de los residuos y los vertidos accidentales», explican desde el centro tecnológico Gaiker, que será el encargado de analizar los pélets que puedan llegar a nuestro litoral.

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Según un artículo publicado por la revista 'Nature Sustainability', en el que ha participado el centro tecnológico Azti, el 80% de los objetos encontrados en la masa de basura que campa por sus respetos en los mares son de plástico. «La mayor proporción de plástico se encuentra en las aguas superficiales (95%), seguida de las costas (83%), mientras que los lechos de los ríos muestran la menor proporción de plástico (49%)», señala el estudio, que destaca que «las bolsas de un solo uso, las botellas, los envases de comida y los envoltorios son los cuatro productos más contaminantes», ya que suponen «casi la mitad de todos los objetos encontrados».

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Parte de esta basura se halla cerca del País Vasco. «El sudeste del Golfo de Bizkaia es un punto caliente de plástico con niveles en las aguas costeras similares a los del mar Mediterráneo u otras zonas de agregación de basura», afirma Oihane Cabezas, investigadora experta en basuras marinas de Azti.

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Las claves

  • Cantidad El 80% de la basura que flota en los océanos de todo el mundo es plástico. La mayor parte está en aguas superficiales.

  • Esferas Anualmente acabanen los mares entre 52.000 y 184.000 toneladas de pélets

  • Costa vasca Las aguas del Golfo de Bizkaia son un callejón sin salida para los microplásticos

En 2022, una investigación desarrollada por el centro tecnológico llegó a la conclusión de que el Golfo de Bizkaia «es un callejón sin salida para los microplásticos». En los muestreos realizados en la superficie del agua, el microplástico representó el 94% de las partículas recogidas, el 5% correspondió a mesoplástico (partículas de entre cinco milímetros y 2,5 centímetros) y el 1% a macroplástico (de tamaño superior a 2,5 centímetros). Se encontraron 750.000 piezas de plástico menores de cinco milímetros por kilómetro cuadrado, una concentración muy elevada.

Bolsas en vez de medusas

Los efectos de la basura plástica dependen de su tamaño. «Muchos animales marinos son susceptibles de quedar enganchados en anillas plásticas de las latas, redes de pesca o bolsas de plástico. Esto produce asfixia y muerte de los animales y graves heridas», explica Izaskun Zorita, investigadora de Azti. Además, los residuos son ingeridos por las aves, los cetáceos, los peces e incluso el plancton, que confunden los plásticos con sus presas. «Un ejemplo son las bolsas de plástico que flotan en la superficie y son confundidas con medusas. Su ingesta bloquea las vías digestivas, lo que afecta a su metabolismo, ya que tienen sensación constante de saciedad y se alimentan menos», dice Zorita.

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Los pélets también pueden ser ingeridos por la fauna marina. Al acumularse en su estómago, los animales se sienten saciados y dejan de alimentarse, por lo que pueden morir de inanición. Estas bolas pueden actuar también como vehículos para sustancias químicas tóxicas presentes en el medio ambiente, como los contaminantes orgánicos persistentes y otros productos químicos. Son sustancias que pueden adherirse a la superficie de los pélets y liberarse paulatinamente, afectando negativamente a los ecosistemas acuáticos y a la vida marina.

Con el tiempo, bolsas, botellas, pélets y demás residuos se desgastan hasta quedar reducidos a fragmentos diminutos, los microplásticos. «En principio el material plástico es inerte. Sin embargo, hay estudios científicos que demuestran que los microplásticos pueden ser potencialmente tóxicos. Actualmente hay estudios en marcha para analizar en qué casos puede tener toxicidad», aseguran desde Gaiker.

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Los procesos de incorporación, transferencia y destino de los plásticos en los organismos marinos son complejos y muchos de ellos no se conocen suficientemente. «En cuanto a los peces, generalmente no nos comemos su sistema digestivo, sino principalmente el músculo, por lo que es improbable que, al comer pescado, ingiramos plásticos de cierto tamaño», afirma Zorita.

No sucede lo mismo cuando el microplástico se vuelve más pequeño. En este caso puede entrar en los peces por otras vías, de forma que no solo se acumulan en el estómago. Es entonces cuando ese material puede pasar al ser humano con consecuencias que aún no están muy estudiadas. «Cuanto más entren en contacto con órganos sensibles más peligroso es y se está viendo que, en ocasiones, cuando hablamos de partículas más pequeñas, sirven de asiento para cánceres», señaló el pasado jueves a este periódico el investigador del CSIC Fernando Valladares.

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