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Esta es la crónica de una mascarilla anunciada. Euskadi finalmente exige desde hoy el uso del protector en cualquier momento y lugar, salvo en casa, incluso cuando haya distancia de seguridad entre personas. Habrá que salir siempre a la calle con la boca y ... la nariz cubiertas por una mascarilla y solo se permiten contadas excepciones:en la hostelería se podrá estar sin el protector «solamente» cuando se esté comiendo o bebiendo; en la playa o en la piscina no será obligatoria para bañarse ni para estar en la toalla si hay distancia entre personas, pero sí para pasear. En todos los demás lugares, sean espacios abiertos o cerrados de uso público, mascarilla. La nueva norma incluye también los lugares de trabajo, aun cuando haya distancia entre el personal. Y ante la duda, mascarilla siempre. La escena inquietante no será ya ver a gente con el protector, sino verla sin él. Quien incumpla la norma se expone a una multa de 100 euros. Y no se exigirá pero sí se recomienda para hacer deporte en núcleos urbanos.
Euskadi, que se había resistido en los últimos días a anunciar una medida que ya habían adoptado una decena de comunidades incluidas las regiones vecinas, terminó ayer por oficializar la nueva norma en plena escalada de contagios, con los focos de Getaria y Tolosa al alza, y un brote también en Zarautz. Ayer, de hecho, se registró la cifra más alta de nuevos casos positivos en un solo día desde el final del estado de alarma. 60 en total, de los cuales, 41 se han dado en Gipuzkoa, que ha pasado de ser el territorio con menores tasas de contagio durante el primer golpe de la pandemia a sufrir el mayor número de casos en la nueva normalidad. El rebrote de Ordizia, el más extendido hasta la fecha aunque ya en remisión, fue un aviso a navegantes. De hecho es el único municipio donde se impuso como medida de barrera el uso obligatorio del protector en todo momento, práctica que se extiende ahora al conjunto de Euskadi.
La consejera de Salud, Nekane Murga, anunció ayer a mediodía, en una convocatoria urgente, nuevas medidas y restricciones que también incumben a la hostelería, un sector bajo la lupa puesto que la mayoría de contagios se están localizando en actividades ligadas al ocio en la calle. Se limitan las reuniones en terrazas y mesas a un máximo de diez personas, se prohíbe el consumo en grupo en la calle –los botellones– y también se vetan las reuniones en los locales juveniles. «La entrada en la nueva normalidad, coincidiendo con el inicio del periodo estival, está dando lugar a aglomeraciones de personas con descuido de las medidas de prevención en relación con actos de ocio y disfrute colectivos», remarcó la consejera, que compareció en rueda de prensa con mascarilla. «Es el momento de parar la transmisión con estas medidas», imploró la consejera, que alertó de que «el virus está ganando terreno».
Salud descarta que estemos ante una segunda ola de la pandemia, pero tampoco descarta «nuevas medidas» si la situación lo requiere. La orden publicada ayer por el Gobierno Vasco modifica la aprobada hace menos de un mes. La nueva normalidad, estrenada el 21 de junio, ya se ha quedado vieja y está obligando a las administraciones a reforzar medidas y a retroceder. Las llamadas a la responsabilidad individual para cumplir con las normas de distancia y uso de la mascarilla –que ya era obligatoria cuando no se pudiera respetar los 1,5 metros de separación– no han bastado y al final ha terminado por imponerse un decreto y la amenaza de sanción. Las multas ya estaban recogidas en el Real Decreto del 9 de junio. Las policías locales y la Ertzaintza velarán por el cumplimiento de la norma desde hoy.
El final de las restricciones en la movilidad y la relajación en las medidas de protección, principalmente el uso de la mascarilla, han puesto fácil el camino al virus. De hecho, Gipuzkoa se lleva el dudoso título de ser el territorio con menor uso de los protectores, un 45,5% de la población, según un reciente estudio del Instituto de Salud Carlos III.
Euskadi, como prácticamente todas las administraciones públicas occidentales, ha terminado por cambiar su postura ante el uso de la mascarilla, generalizado en países asiáticos. Al inicio de la pandemia, se desaconsejaba a la población sana. «Tendrá coronavirus», llegó a responder la consejera Murga en una entrevista cuando se le mencionó que el presidente Sánchez llevaba mascarilla. A medida que se solucionaban los problemas de abastecimiento de material y que se conocía más información sobre el virus –especialmente por el peligro de contagio de casos sintomáticos–, el consejo oficial fue modulando hasta terminar por decretar su uso obligatorio.
En playas y piscinas Habrá que ir con mascarilla a la playa y a la piscina. Se podrá estar sin ella en la toalla o durante el baño, pero deberá utilizarse para los paseos, incluso cuando haya distancia de seguridad entre personas.
Locales de jóvenes Salud prohíbe hacer uso de locales de jóvenes y se perseguirá el botellón y «el consumo colectivo o en grupo en la calle o en espacios públicos ajenos a los establecimientos de hostelería o similares». La consejera Murga advirtió ayer de que la mayoría de nuevos positivos eran de personas «de una franja de edad baja» pero que ahora la edad media empieza a «subir». Pidió responsabilidad y recordó a los jóvenes que ellos pueden llevar el virus a sus casas.
Límites en hostelería No se permiten reuniones de más de 10 personas en terrazas. Se debe llevar siempre mascarilla, salvo para consumir. Además, se descarta la ampliación de horarios en hostelería y se dejan sin efecto las que ya se habían aprobado.
Deporte El uso de la mascarilla no es obligatoria durante la práctica de deporte pero Salud sí la recomienda, sobre todo en núcleos habitados o cuando la práctica del deporte se realice en compañía de otra persona.
A partir de 6 años El uso de la mascarilla es obligatorio a partir de los 6 años, como ya lo era hasta ahora siempre y cuando no se pudiera respetar la distancia de seguridad de 1,5 metros entre personas. Desde hoy, la protección se exige siempre.
Multas La sanción por no llevar puesta la mascarilla es de 100 euros. Ertzaintza y policías locales tratarán de hacer labor pedagógica, aunque se multará si no hay remedio. Serán consideradas infracciones administrativas y las gestionará Salud.
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