Tanya Ibar: «Confiamos en que esta vez se imponga la verdad y Pablo salga en libertad»
Esposa de Pablo Ibar ·
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Esposa de Pablo Ibar ·
«Espero que el jurado analice las pruebas con independencia, sin dejarse influenciar por nada ni por nadie»Tanya Ibar Quiñones ( Hollywood 1967) es la 'good wife' de esta historia, la 'buena esposa'. Lleva desde su etapa de adolescente junto a Pablo Ibar. Ha estado siempre a su lado en estos largos y dramáticos años en los que la amenaza de la pena ... de muerte ha pendido sobre la cabeza de su esposo. En este periodo ha sido la mujer sobre la que Pablo se ha apoyado y la que ha mantenido su espíritu tan alto como le ha sido posible. Desoyó ya hace algunos años aquella insinuación, aquella propuesta que salió de boca de su propio marido para que abandonara el camino que le mantenía atado a él y emprendiera uno nuevo. Entonces dijo que no y hoy continúa a su lado. En los veinticinco años que Tanya y Pablo llevan juntos han sido padres de dos niños que hoy tienen 11 y 8 años. Con ellos quieren empezar una nueva vida, cerrar una etapa cargada sobre todo de momentos amargos como los que siguieron tras conocer el veredicto que en agosto de 2000 dictaminó el jurado que le declaró culpable de los tres asesinatos que imputan a su marido y que ella asegura que no cometió.
Sabe que su esposo es inocente porque, según afirma, el día en el que segaron las vidas de Casimyr Sucharsky, dueño de un club de Miami, y las jóvenes modelos Sharon Anderson y Marie Rogers, ambas de 25 años, Pablo estaba con ella. Alguien puede caer en la tentación de pensar que su afirmación obedece a una estrategia para defender a su esposo, pero eso a ella le da igual. Sostiene que es la única verdad. Tanya Ibar no había podido acudir estos días a la sesiones del juicio, ya que era una de las testigos propuestas por la defensa. Al final, los abogados de Pablo estimaron que su declaración no era necesaria y renunciaron a que subiera al estrado. Ello le permitió asistir el pasado miércoles a la sesión de este proceso. Fue el día en el que la Fiscalía y la defensa presentaron sus últimos informes. Y también lo hizo ayer ante la posibilidad de que el jurado emitiese su veredicto tras el juicio. Allí, entre pasillos, Tanya atendió a este periódico.
- ¿El jurado ya ha empezado a deliberar. ¿Qué le pareció el informe de sus abogados?
- Han realizado un gran trabajo. Han dedicado mucho tiempo y esfuerzo en este proceso, en demostrar que Pablo no es culpable. Es un caso muy complicado, muy difícil y ellos lo hecho brillantemente. Y además, con mucho cariño.
- ¿Cómo ve al juez?
- Creo que no está siendo todo lo imparcial que debería. A mi juicio está decantando más en favor de las tesis de la acusación. Hay muchos aspectos en los que ha fallado en contra nuestra.
- ¿Cómo se encuentra en vísperas de que el jurado emita su veredicto?
- Muy nerviosa. Llevamos muchos años esperando esta nueva oportunidad que tiene Pablo para demostrar que es inocente y ahora que estamos tan cerca del final, he de reconocer que me hallo nerviosa. Todos los miembros de la familia lo estamos.
- ¿Cómo ha vivido estos días sin poder estar presente en la sala?
- Con inquietud. No podía acudir porque era testigo y, por lo tanto no se me permitía venir. Pero estaba perfectamente informada. Mi familia me tenía al corriente de lo que iba sucediendo puertas adentro, sobre todo mi hermana Mimi que ha estado presente en todas las sesiones. He procurado estar más centrada en el trabajo precisamente para mantener mi mente ocupada en una tarea, en lugar de estar siempre angustiada pensado en cómo irían las cosas en el juicio.
- ¿No habrá sido sencillo aislarse de lo que podía estar aconteciendo en la Corte de Brouward County?.
- No, no, nada sencillo. Pero había que intentarlo. A ratos lo conseguía, pero la mayor parte del tiempo mi cabeza estaba en el juzgado en lugar de mi ocupación profesional. Es lógico. Lo contrario no sería normal.
- ¿Qué espera que suceda en las próximas horas o días?
- Espero que el jurado analice las pruebas con independencia, sin dejarse influenciar por nada ni por nadie. Verá que no existen indicios de que Pablo cometió aquellos crímenes. Estoy deseando de que Pablo regrese pronto a casa y lo haga conmigo. Nadie se puede hacer una idea de lo que eso significa.
- Son muchos años esperando ese momento.
- Demasiados y con mucho sufrimiento de por medio. No puedo olvidar aquellos viajes que cada semana hacía a la prisión para poder visitarle y permanecer unas horas junto a él. Fueron quince los años que Pablo permaneció en el corredor de la muerte. Cada vez que iba a verle pasaba ocho horas para ir y otras tantas para regresar. Así un sábado tras otro y no pocos festivos. Luego nos mudamos a una localidad más cercana y entonces 'solo' invertía cuatro horas para ir y otras cuatro para regresar. A estos inconvenientes hay que sumar los momentos de tensión que hemos vivido derivados de la situación que en la que Pablo se encontraba, ya fuese por las periodos de decaimiento que surgían o por los reveses que sufríamos según los tribunales iban rechazando los recursos que los abogados interponían. Han sido muchos años de angustia.
- ¿Y cómo se soporta esta situación?
- Gracias al apoyo de la familia, a Dios y a todas la personas que bien desde el País Vasco y desde otras partes de España han permanecido a nuestro lado y, además, nos están brindando la ayuda económica para poder hacer frente al enorme gasto que supone este nuevo juicio. Sin todos ellos, sabemos que, muy probablemente, Pablo no habría tenido ahora esta nueva oportunidad.
- (...)
- Pero dicho lo anterior, hay una fuerza que me ayuda a seguir, que no es otra que la de saber que mi marido no cometió aquellos crímenes. Lo sé porque que cuando se perpetraron, Pablo estaba junto a mí. Nadie puede arrebatarme esa certeza, por mucho que la Fiscalía, cualquier policía o testigo pueda mantener lo contrario.
- ¿Cuál ha sido el peor momento de que recuerda de todos estos años?
- Lo peor es no haber tenido a Pablo a mi lado durante este tiempo. Yo veía que mi madre tenía a su lado a mi padre, que mis hermanas vivían con maridos, que mis cuñados tenían sus esposas o parejas, que cuando llegaban las vacaciones o los días de celebración se reunían en familia... Y yo tenía a Pablo en la prisión, a cientos de kilómetros de distancia. Y además, con otro inconveniente añadido, que tenía que ocultar en el trabajo cuál era mi situación personal.
- ¿Qué quiere decir?
- Que durante años tenía dos vidas, dos caras. Una, la de la esposa de una persona condenada a la pena capital y otra, la de una joven mujer que trabajaba procurando que la condición anterior tampoco se percibiera. Como digo, han sido dos vidas.
- ¿Qué proyectos tienen si el jurado declara que Ibar no es culpable?
- Los proyectos de futuro ya los iremos desgranando según transcurra el tiempo. Ahora solo pienso en lo inminente, en lo más próximo, en poder abrazarlo y darle un montón de besos. Desde que salió del corredor de la muerte, mis visitas han sido todas a través de una pantalla y ni siquiera he podido fundirme en un abrazo con él. La última vez que estuve a su lado fue el 30 de mayo de 2016. Posteriormente, le trasladaron a la prisión del condado de Brodward y allí solo se permiten las visitas a través de un vídeo. Fue el viernes pasado cuando pude hablar con él.
- ¿Y cómo le encontró?
- Está nervioso. Es normal, lo estamos todos. Se juega la vida. Hemos esperado mucho tiempo y luchado mucho para conseguir esta nueva oportunidad. Nosotros confiamos en que esta vez, la verdad se imponga y Pablo recupere la libertad.
- ¿Y para más adelante han pensado algo?
- Deseamos cerrar este triste capítulo que nos ha tocado vivir y emprender una nueva vida en libertad, juntos y felices.
- ¿Y donde será, aquí en Estados Unidos, en España, en Euskadi...?
- Todavía no lo tenemos decidido. Tenemos familia aquí y en España. Lo que sí tenemos proyectado de cualquier forma es partir en cuanto podamos a España para estar un tiempo entre ustedes y mostrarles la gratitud por todo el cariño, apoyo y solidaridad que han mostrado hacia nosotros.
- ¿Y cómo se encuentran los dos niños?
- Bien. Nos esforzamos en que crezcan como otros chicos de su edad.
- ¿Cómo se llaman?
- Georgio Michael Ibar y Javier Andrés Ibar, tienen 11 y 8 años respectivamente. Le pusimos al pequeño el nombre de Javier por nuestro primo, el marido de Pilare, que vive allí en Urnieta, y que tanto nos ha ayudado. Pablo está deseando estar de nuevo con los niños. Desde que salió del corredor no ha podido siquiera darles un beso. Ojalá lo pueda hacer en las próximas horas.
-¿A quién se parecen?¿Tienen genética de Ibar o de la rama de los Quiñones?
- Uno a mí y otro a Pablo. Te voy a mostrar una foto.
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