Txema Fernández y José Fernández muestran varias granadas que guardan en su museo, algunas hechas por ETA Morquecho

«En tiempos de ETA el busca sonaba ocho o diez veces al día, a cualquier hora»

La actividad de la banda ha centrado gran parte de la labor de la UDE, que también fue un objetivo terrorista

Oskar Ortiz de Guinea

San Sebastián

Miércoles, 1 de mayo 2024, 02:00

Txema Fernández y José Fernández, subjefe de unidad y responsable de instrucción, respectivamente, de la Unidad de Desactivación de Explosivos (UDE) de la Ertzaintza, se iniciaron en la UDE en 1993, por lo que durante casi 20 años convivieron con los atentados de ETA. Han ... sufrido la baja de algún compañero al que le explotó una bomba cuando trataba de desactivarla o solo se acercaba a ella. «Los percances –se felicitan– han sido pocos en tantos años». Y en tanta actividad. «Había días en los que el busca sonaba ocho o diez veces, a cualquier hora del día».

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Hoy pueden contarlo, pero cuando la banda estaba activa «era mejor no contar a nadie lo que hacíamos». Y menos a la familia, que no preguntaba nada cuando en plena comida o en pleno sueño oían el pi-pi-pi del mensáfono. «Tú sabrás dónde te metes. Lo que hagas será por que lo tienes controlado», les decían en casa. Y, al volver, ellos dejaban el «miedo» pasado en el felpudo. «Entonces éramos ocho personas en la UDE, así que teníamos bastante actividad y podíamos estar dos o tres días sin volver por casa»: esta mañana una bomba, por la tarde un zulo y de madrugada un coche sospechoso. A menudo iban, «con la guía Campsa, porque no existían los GPS».

«Esta os la coméis»

En al menos un par de ocasiones, se supieron «objetivo» de ETA. Una en 2003, cuando la banda anunció la colocación de un artefacto en la sede de Iberdrola en Recalde (Bilbao). «Por la manera en la que estaba aparcado el coche, sospechamos de que podía tener una trampa», y eso los salvó tras «varias horas» de labor. Junto al artefacto encontraron una nota que decía 'Esta os la coméis, cabrones'. La otra fue en 2007, cuando fueron avisados de un artefacto en los juzgados de Getxo. «La desactivamos, pero en una papelera donde sabían que solíamos aparcar los vehículos, pusieron otra». La localizaron y, conscientes de que quien activara el radiomando los estaría observando, la neutralizaron.

Analizar la tecnología de los artefactos era vital para comprender su mecanismo y también les daba una pista de la capacidad económica del grupo terrorista. «Cuando tenían más medios, todo era más sofisticado», y más pericia policial requería.

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