Una de las partes más duras para las víctimas del violador en serie de Gipuzkoa era no saber qué había hecho con ellas. En muchos casos las dormía con cloroformo y las agredía una vez estaban inconscientes, y al despertar no sabían qué había pasado. ... Era después, cuando les hacían la exploración y se analizaban los restos biológicos encontrados en sus cuerpos, cuando les confirmaban la agresión. Sin embargo, una joven que fue agredida en septiembre de 2013 en la carretera que va de Anoeta a Tolosa no supo que había sido violada hasta seis años después. Fue cuando la Ertzaintza detuvo a su agresor en 2019, y le confirmaron que en su cuerpo habían hallado restos de semen que coincidían con el ADN del detenido.
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Así lo ha explicado su padre este martes ante el tribunal de la Audiencia de Gipuzkoa, que juzga a G. G. Coman por tres agresiones cometidas entre 2012 y 2013 en Andoain, Tolosa y Anoeta, por las que la Fiscalía pide 28 años y 10 meses de prisión. «A mi hija se le ha ido la vida a la mierda», aseveró, recalcando que su estado emocional empeoró desde que recibió aquella llamada. «En sus palabras dijo que fue como darle con un ladrillo en la cabeza», ha sostenido su padre. Y desde entonces «no es la misma».
La joven tenía 19 años cuando fue abordada en mitad de la carretera por un hombre, cuando volvía a su casa en Tolosa después de salir por fiestas de Irura con unos amigos. Intentó escapar, pero el varón la agarró con fuerza y le colocó un pañuelo con cloroformo en la cara. Se desmayó y despertó tiempo después, en una zona boscosa y abandonada junto al río, sin saber qué había ocurrido. Sabía que había sido víctima de una agresión, pero desconocía el alcance de la misma. Durante años se negó a aceptar lo que parecía evidente, para protegerse. «No sabía hasta qué punto le habían agredido. Mi hija quería creer que no había llegado hasta el final, y en los siguientes años negó lo que le había ocurrido», ha señalado el hombre.
Juicio al violador en serie
Aiende S. Jiménez
Aiende S. Jiménez
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Su agresor era un depredador sexual sin rostro al que la Ertzaintza buscó durante años, hasta que pudo dar con él tras violar a una joven de 21 años en Beasain. Su ADN coincidía con el que se halló en el cuerpo de esta joven y en el de otras tres chicas cuyos casos también estaban sin resolver. «Estaba sola en casa, nosotros estábamos de vacaciones. Le llamó la Ertzaintza y le dijeron que le habían violado y que habían encontrado semen de este señor. Después de años de negarlo, le dijeron eso. Se puso muy nerviosa, no podía dormir, se ahogaba», ha dicho su padre.
¿Cómo es posible que pasaran seis años hasta que fue informada? Su abogada, Cristina Ramos, ha explicado que cuando los resultados de los análisis realizados a la joven llegaron al juzgado «nadie sabe quién tiene que decírselo, porque en ese momento no tenían abogado. Esos informes se quedan ahí y cuando se destapa todo en 2019 por el caso de Beasain, descubren quién es el agresor. Ahí le llaman y le dicen que han encontrado semen del agresor en ella, pero no es hasta que nos personamos en el caso cuando leemos el informe en el que pone que ha sido violada». La letrada asegura que las víctimas lamentan que cuando sus casos se judicializan se quedan «perdidas» si no están acompañadas de un abogado.
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El padre de la joven ha señalado ante el tribunal que esta recibe tratamiento psicológico y psiquiátrico desde hace tres años, y que «está peor ahora» que después de sufrir la agresión. «Tiene días que llora y llora, tiene ansiedad, de no poder dormir, de ahogarse. Nosotros, su madre y yo, estamos hechos polvo. Dudo de que vaya a poder recuperarse, aunque hayan pasado 9 años», ha asegurado. Sentado a menos de dos metros, el hombre que violó a su hija se mantenía cabizbajo y con los ojos cerrados, la misma postura que mantiene durante las horas que dura cada sesión del juicio.
El hombre ha recordado asimismo los «horribles» días que pasó su hija después del ataque, principalmente por el «acoso» social que recibió después de que su nombre se difundiera. «Lo que más le dolió es que por redes sociales empezó a circular que ella era la víctima. Se enteró todo el mundo y fueron días horribles». Todo ello agravado, ha explicado, por las fuertes medicaciones que le dieron contra el virus del VIH y contra el embarazo. «No paraba de vomitar, estaba muy mal física y psicológicamente». La joven tenía además moratones en los brazos «de haberle agarrado fuerte» y las rodillas «rasgadas» a consecuencia de la agresión. «No sé si este individuo quería abusar de ella o matarla también», ha dicho el hombre.
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Este miércoles tendrá lugar la última sesión del juicio, en la que comparecerán la madre y el novio de esta joven, además de médicos forenses, técnicos del Instituto Nacional de Toxicología que analizaron el ADN encontrado en las víctimas y también un psiquiatra que ya ha intervenido en los dos anteriores juicios contra G. G. Coman como perito de la defensa para acreditar la presunta adicción al sexo del acusado. Este martes el letrado defensor ha cuelto a dejar caer que su estrategia en este juicio será poner en duda si un ADN puede relacionarse con dos hermanos del mismo padre, para así vincular las agresiones con el hermano del acusado, que aseguró que en las fechas en las que se cometieron las agresiones estaba fuera de Gipuzkoa.
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