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Vivimos tiempos inciertos. Mucho se habló la semana pasada, y se seguirá hablando, de la calidad del aire que respiramos los guipuzcoanos en los últimos ... tiempos. Parece ser que los últimos días de febrero, además de temperaturas más que primaverales, nos trajeron unos niveles de polución por encima de los permitidos. Un toque de atención, dicen, que todavía no debería de preocuparnos. Ayer, ya en marzo, volvimos a disfrutar de más de veinte grados y, pese a que todavía desconocemos la calidad del gas atmosférico que se registró, se puede asegurar que el aire volvió a ser perjudicial. Que se lo digan si no a la Real.
Los jugadores del Atlético de Madrid, que de esto de polución ambiental saben un rato, sometieron a los realistas gracias a su juego aéreo. Primero, con dos acciones a balón parado. Tras un córner y una falta lateral. Morata se encargó de enganchar los dos balones al vuelo para introducirlos en la portería de Rulli. En apenas tres minutos, a la media hora de juego, el equipo colchonero ya había liquidado el partido. Y lo que es más difícil, puso los pies en la tierra a los blanquiazules.
La Real no jugó mal, pero cayó en el juego del Atlético y sin Willian José y Januzaj los argumentos en ataque no fueron los mismos. Hasta el primer gol de Morata, los blanquiazules dominaban la posesión y se dedicaban a mover el balón de lado a lado, aunque sin profundizar demasiado. Llorente y Navas conseguían sacar de manera limpia la pelota desde atrás con la ayuda de Zubeldia, y la Real encontraba espacios en la medular para que Merino y Zurutuza recibieran el cuero con espacios. Los de Imanol salvaban bien la primera presión de Morata y Griezmann, pero sus acciones morían en las bandas de Theo y Zaldua. Ayer, más activos que nunca.
El Atlético no inquietaba demasiado hasta que Koke comenzó a aparecer en posiciones interiores, entre Navas y Theo. Los realistas, eso sí, interceptaban bien las acciones a balón corrido de los madrileños. El partido se estropeó en la estrategia.
La entrada en el campo de Bautista no hizo más que facilitar el trabajo de Godín y Giménez, que sufren menos con un delantero de referencia al que poder atormentar. Sin la movilidad de Willian José, la misión de crear espacios interiores se complicaba. La Real, de hecho, renunció a ello y durante la segunda mitad apostó por utilizar los costados para bombardear a centros el área visitante.
En realidad fue un ejercicio de impotencia. Como lanzar aviones de papel contra una defensa antiaérea. El Atlético de Madrid domina el aire como pocos. Bien lo sabe la Juventus que tras dos acciones a balón parado tiene la eliminatoria de Champions cuesta arriba. Ayer fue Morata, el otro día Godín y Giménez, pero también podrían valer Savic, Diego Costa o Lucas Hernández.
La expulsión de Koke no hizo más que alimentar una falsa esperanza de remontada que nunca fue real. Los rostros de los atléticos no reflejaban preocupación después de quedarse con uno menos. Las incontables faltas laterales, córners y centros que realizaron los guipuzcoanos cayeron en saco roto ante el poderío defensivo de los rojiblancos. El espacio aéreo de Anoeta estuvo restringido para la Real.
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