El partido de fútbol perfecto
Desde mi córner ·
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La Real acabó mejor el partido, pero su dominio no fue total y se topó con un Valladolid muy bien plantado |El fútbol está hecho de errores, el partido perfecto, donde ningún equipo falla, termina con un 0-0». La reflexión es de Michel Platini y estoy seguro de que hubiera disfrutado viendo el partido. Mucho más que el Betis-Athletic, plagado de equivocaciones, hasta cinco, ... por no hablar del Barcelona-Mallorca. Los goles no son amores, sino errores, que podría decir la leyenda francesa.
Lo cierto es que el 0-0 es una rara avis en el fútbol actual. Se encuentra en peligro de extinción, aunque en esta jornada no haya sido la única excepción. Los equipos se vuelcan hacia la portería rival sin pensar lo que dejan detrás por norma general y entre los entrenadores está muy extendida la idea de que para al menos puntuar en tal lugar hay que marcar por lo menos un gol. Así no hay quien contente al bueno de Michel.
Hacía tiempo que no se le veía hacer un partido perfecto a la Real en Liga. La última vez fue un 25 de febrero en Girona. Portu y Sandro también se cruzaron en el camino entonces. Anoeta no acostumbra a acoger partidos impolutos, la temporada pasada tan solo se pudieron vivir tres (Girona, Sevilla y Huesca) y pese a lo impecable del resultado, la gente no salió del campo de buena gana. Será que no sabemos valorar la excelencia.
Si Willian José mandó el balón a las nubes heladas del cielo de Valladolid en la mejor ocasión del encuentro no fue por imprecisión, sino por respeto a la perfección. Remiro también se empeñó en salvaguardar la pureza del marcador inicial y si no, ahí hubiera estado el VAR. Ya contábamos al empezar con que Sandro Ramírez no iba a atreverse a perforar la meta realista.
La realidad es que a todo el mundo le pareció un resultado justo menos a Imanol Alguacil. La Real acabó mejor el partido, pero en varios tramos no supo darle continuidad a su dominio y permitió a los locales asomarse con peligro al área txuri-urdin. Los donostiarras no movieron el balón con la necesaria precisión y velocidad en el juego posicional, y los vallisoletanos siempre vivieron bien plantados gracias a dos líneas tan juntas que apenas concedían el mismo espacio que el ojo de una aguja. Por eso Oyarzabal apareció a cuentagotas, y nunca a la espalda de los defensas. La magia de Odegaard no fue suficiente como para sacar de la chistera huecos inexistentes.
Sergio González no fue tan exigente, o ambicioso, como Imanol. Prefirió quitar a un delantero y dar entrada a un centrocampista y asegurar el punto. Los atacantes del Pucela se sacrificaron con constantes ayudas defensivas. No fue un partido fácil para Guevara y Gorosabel, las dos caras nuevas, pero cuajaron una actuación notable. Nunca perdieron la posición y contribuyeron en gran medida a la hora de la elaboración.
0-0. Un partido perfecto. Platini pensó que la ausencia de errores establece la perfección, en vez de que lo haga la suma de aciertos. Porque el acierto es marcar un gol y el acierto es ganar. Bendita es la imperfección.
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