Mentiría si no les dijera que se me hace extraño volver a escribir de nuestra querida Real tres meses después. Lo dejamos tras ganar en Ipurua, ya a puerta cerrada, cuando no sabíamos todavía lo que teníamos encima, y lo retomamos ayer en el Reale ... Arena en un partido muy especial, rodeado de medidas hace no tanto insospechadas y todavía metidos en una pandemia que nos sigue acechando.
Publicidad
Seguramente por ello, y a pesar de que pensar, hablar y no digo nada ya escribir de nuestro deporte favorito estuvo casi demonizado durante muchas semanas, es una gran alegría, pero extraña alegría estar aquí de nuevo, aunque solo sea porque el retorno de los goles signifique un paso más hacia la normalidad. Y no digo nueva normalidad, porque eso es algo que, sinceramente, no me gusta nada. Mi sueño no es lo que ahora llaman nueva normalidad, sino la vieja, la de siempre. Vamos, la normalidad normal.
Pero de momento, y en lo que lo que a nuestra Real respecta, nos tenemos que conformar con este fútbol vaciado a toda velocidad, que ayer volvió a un Reale Arena sin espectadores, y no desde luego de la forma que nos hubiera gustado. Aunque vaya por delante que al final el punto sumado es bueno.
LO MEJOR
Arrasate conoce a la Real casi mejor que a su propio equipo y esta vez, a la tercera de la temporada, su estrategia le salió bien. O casi. Los navarros plantearon una presión asfixiante desde el inicio que se le atragantó a los de Imanol, que muchas veces y, con medio equipo de espaldas a la meta navarra, se partió en dos. Además, en esta ocasión la suerte se puso de lado rojillo, que se adelantó de penalti por esas manos que ahora se pitan, pero en una acción en la que ya no había ningún peligro. Osasuna, sin rematar a puerta, cogía una ventaja vital.
Publicidad
La Real, por su parte, estaba atascada. Con Odegaard desaparecido y sin que el centro del campo pudiera sacar el balón en condiciones. Por eso, no diré que el 0-1 al descanso fuera injusto. Osasuna lo hizo todo muy bien y los nuestros, a pesar de un esfuerzo tremendo, estaban muy lejos de su nivel habitual de juego.
Menos mal que las cosas cambiaron tras el descanso. La Real abrió más su juego y, a pesar de que Odegaard no encontró nunca ni su sitio ni su pase, ahora sí que los de Imanol pasaron a crear algo de peligro a la contra, no como antes con una posesión estéril. Entre el empuje más coordinado de la Real y el cansancio de Osasuna, el balón empezó a merodear el área navarra y por eso el gol de Oyarzabal, en una gran acción de Willian José, no sorprendió nadie.
Publicidad
LO PEOR
Lo malo es que, además de otras cosas, a los blanquiazules les faltó continuidad en su juego y desde que empezaron los cambios, justo tras el empate, de nuevo nuestra Real dio otro paso atrás y de verdad que terminó pidiendo que acabara el encuentro porque en la recta final el gol rojillo estuvo muy cerca. Demasiado cerca diría yo.
No. No retomó la Real la competición donde la dejó. No era fácil, pero es que los de Imanol estuvieron muy desajustados en algunas fases, sin coger el sitio en el campo y muy lejos de su solvencia con el balón. No diré que el empate fue injusto, pero es verdad que al final fueron los navarros los que más cerca estuvieron de la victoria.
Publicidad
A DESTACAR
Pero hay que seguir, ahora sí que no hay tiempo para mirar hacia atrás. Hay que mejorar mucho para seguir optando a un puesto en la Liga de Campeones, porque la pelea va a ser durísima. La Real tiene mucho margen. El jueves esperamos al equipo que conocemos.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.