No es un factor determinante para el éxito, pero en el caso de un club de cantera como la Real significa que se están haciendo bien las cosas en Zubieta. Los 23 años de media de edad de los jugadores que fueron alineados de ... inicio por Imanol ayer en Old Trafford ponen en valor una filosofía que ha hecho diferente a este club a lo largo de sus más de cien años de historia y que sigue siendo válida en el siglo XXI, clave en la estabilidad deportiva de los últimos tiempos y seña de identidad de este Consejo.
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Qué mejor escenario que Old Trafford para ponerlo en valor, debió de pensar el entrenador de la Real, así que llevó al extremo ese discurso que propugna sin mirar el carné de identidad.
La Real jugó con un once plagado de jugadores que hace nada estaban en el Sanse, seis de ellos formados en Zubieta: Gorosabel, Zubeldia, Aihen, Guevara, Zubimendi y Oyarzabal. En la segunda parte entraron otros cuatro más: Bautista, Barrenetxea, Guridi y Merquelanz.
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Y la respuesta fue sobresaliente, porque la Real jugó con personalidad. Supo combatir el repliegue rival con paciencia hasta encontrar los huecos por los que progresar hasta llegar a portería y en defensa optó por plantar su línea de atrás no en el centro del campo, como en la ida en Turín, sino veinte metros más cerca de Remiro. La Real no perdió su esencia, se expuso menos que en la ida y le fue mejor, o por lo menos tuvo menos dudas.
Con el riesgo que supone repasar las decenas de partidos jugados en Europa, el de ayer será recordado por haber presentado la Real Sociedad uno de los onces más jóvenes de su historia en competición europea. El entrenador puso a un equipo en el que Remiro y Januzaj, con 25 años, eran los mayores, e Isak, nacido en septiembre de 1999, el benjamín. Entre medias, Sagnan, con 21, y Zubimendi, con 22, ambos también de 1999; Zubeldia, Aihen, Guevara, Oyarzabal, con 23, y Gorosabel y Merino, con uno más.
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Que la Real presentara el equipo más joven no significa que sea el más inexperto. No ayer, al menos, porque ante un rival con físico, velocidad, potencia y gol, la Real quiso el balón desde la primera acción. No se arrugó. Nunca perdió la perspectiva y respetó a su rival. Siempre fue consciente de que enfrente había un gran adversario y le jugó como solo se juegan los partidos grandes. Sin conceder una ventaja, sin permitirse una frivolidad. Los jóvenes se mostraron como veteranos.
Zubeldia y Sagnan dieron sentido al juego desde atrás, no dieron un pelotazo; Gorosabel y Aihen ofrecieron solidez y profundidad; Guevara se confirmó como lo que es, un futbolista atrevido capaz de surtir de balones a las líneas más avanzadas; Zubimendi, tras semanas sin salir de inicio, tuvo el aplomo para manejarse en una zona del campo plagada de obstáculos... Pero es que luego, en la segunda parte, entraron Barrenetxea, Merquelanz, Guridi y Bautista y los realistas levitamos al confirmar que la juventud no está reñida con un buen rendimiento sobre el campo, por más que el partido de ayer fuera la vuelta de una eliminatoria decidida.
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La Real compitió con garantías a pesar de su edad. El futuro es prometedor, algo fundamental para un entidad que tiene unas limitaciones al salir al mercado.
La aventura en Europa finalizó ayer pero no será la última porque hay mimbres para volver a volar lejos.
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