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Los actores Thomas Schüpbach y Judith Hofmann, y el director Simon Jaquemet. JUAN HERRERO / EFE
Simon Jaquemet desconcierta con 'The Innocent'

Simon Jaquemet desconcierta con 'The Innocent'

El director suizo explora la frontera entre lo real y lo onírico y entremezcla fanatismo religioso, investigación genética y preguntas sin respuesta |

R. KORTA

Domingo, 23 de septiembre 2018, 08:52

Una de las películas de la Sección Oficial que mayor controversia ha generado en apenas dos jornadas es 'The Innocent', del realizador suizo Simon Jaquemet, cuya proyección ayer levantó más odios que pasiones. El director regresaba al Zinemaldia cuatro años después de que compitiera con 'Chrieg'. Y la reacción mayoritaria entre los asistentes a su primer pase en pantalla fue el desconcierto. La frontera entre lo real y lo onírico resulta difícil de fijar en este largometraje.

Jaquemet se defendió en la posterior rueda de prensa, a la que acudió acompañado por los productores de la cinta y gran parte del elenco, con el argumento de que «lo que intento es que no haya una capa o nivel de verdad superior a lo que experimenta el personaje, quiero que el espectador esté al nivel de Ruth, la protagonista».

Entre quienes le acompañaban estaba la actriz que da vida a Ruth, Judith Hofmann, quien confesó que había 'descubierto' una parte significativa de la película después de haberla visto en la gran pantalla. «Yo no construí el personaje, -declaró- solo hice lo que había en el guión, a veces me preguntaba por qué hacía algunas cosas, aún estoy intentando descifrar lo que acabo de ver en el cine», señaló la intérprete, sobre todo televisiva, que se vuelca en la extraña personalidad de esta mujer atormentada.

Culpa , demonio, cielo...

La sinopsis de 'The Innocent' cabe sintetizarla del siguiente modo: Ruth trabaja en un laboratorio de investigación en neurociencia, a pesar de ser miembro de una familia cristiana extremadamente tradicionalista y conservadora. Repentinamente se verá enfrentada con su pasado cuando, tras haber estado veinte años en la cárcel, reaparece su antiguo amante y la lleva a cuestionarse sus sentimientos, su vida y, pronto, su fe.

Coproducción suiza y alemana, Jaquemet entrevera el dogmatismo religioso del entorno familiar con los sentimientos de culpa de Ruth, que batalla contra sus remordimientos por trabajar en un laboratorio cuyas investigaciones de naturaleza genética desafían las leyes divinas. El proyecto en el que está comprometida se las trae: cambiar la cabeza -con el cerebro- de un primate con el cuerpo dañado por la de otro sano.

El espectador conoce a Ruth en plena sesión religiosa cuando sufre un desvanecimiento; su familia, tan devotos como ella, la cuidan en su aséptica casa. A la vez, se sabe que su antiguo novio, que cumplía 20 años de condena acusado de matar a una mujer, debe estar a punto de salir de la cárcel y ella cree verlo en la calle.

La culpabilidad, los celos, el demonio, el cielo y el infierno, el bien y el mal son los ingredientes emocionales que torturan a los protagonistas, en particular Ruth, de la película, que carece de banda sonora, sustituida por sonidos estridentes. El contexto sonoro contribuye así a presentar al espectador a una Ruth de la que no se sabe si sueña o padece una suerte de pesadilla in vivo.

«Habla de muchos temas: de la verdad, de la iglesia, de las decisiones que se toman, de cómo nos preparamos para la vida. Para hacer la película contacte con algunas de estas iglesias libres, que cada vez se están haciendo más grandes en Suiza, y de verdad que son muy atractivas, yo me lo pasé en grande», explicó Judith Hofmann.

Como resumen, Jaquemet acepta que a su protagonista no le valen ni Dios ni el diablo para resolver sus dudas; tampoco la cinta lo hace, dice el director: «Sólo plantea preguntas, no da respuestas».

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