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John Lennon trató de hacernos imaginar un mundo en el que todos viviéramos en paz. Era un soñador. No vivimos ahora precisamente en el mejor momento para creer en ello, aunque historias como la del ruso Oleg Ovchinnikov y el ucraniano Dimitri Poveda nos ayudan a imaginarlo, aunque solo sea un poquito. Con ellos queda claro que no hay fronteras que valgan si el objetivo es el mismo. Y en su caso, así es: los dos trabajarán mañana en el mismo equipo de voluntarios que estará desde las 4.30 horas de la mañana adecuando la zona de llegada en el Boulevard donostiarra, donde se espera que más de 25.000 hombres y mujeres cumplan su objetivo de acabar la Behobia. Oleg y 'Dima' son compañeros; no adversarios. Y quieren echar una mano en esta gran carrera.
El encuentro entre ambos se produce junto al kiosko del Boulevard, a pocos metros del punto en el que mañana lo darán todo. Se saludan, se chocan las manos. Se conocen bien. Los dos juegan a tenis de mesa en la sección del Fortuna, club organizador de la Behobia. «Es el maestro Alexei el que organiza a un grupo formado por siete rusos y ucranianos que colaboran con la carrera desde hace una década. Es un equipo muy serio. No los pienso perder nunca porque son buenísimos: comprometidos, trabajadores, finos... Ayudan en todo lo que el club organiza», explica Fernando Ibarreta, productor ejecutivo de la multitudinaria prueba. «Es maestro de verdad. Es un título que se otorga, como en el ajedrez. Su técnica es increíble. En este deporte, la agilidad, los reflejos, el movimiento de piernas... son muy importantes», puntualiza Oleg, un hombre de 49 años nacido en Lípetsk, a unos 500 kilómetros de Moscú.
Tanto él como Dimitri, que nació en Kiev hace 38 años, llevan más de una década en Gipuzkoa. Mantienen sus nacionalidades. «Yo estoy tratando de lograr la española», apunta Oleg. «Estoy estudiando a fondo la historia de siglos pasados. También estoy aprendiendo un poco de euskera, aunque voy, como se dice aquí, 'poliki-poliki' (despacito). Tengo un amigo que es políglota con el que practico. En la Behobia, me gusta estar después de los montajes en el avituallamiento porque así hablo y practico».
2.000 voluntarios echan una mano a la organización de esta carrera en la que este año se espera la participación de 30.000 corredores.
El grupo: El maestro Alexei es quien coordina a un equipo de siete rusos y ucranianos.
Oleg: Es ruso. Nació en Lípetsk hace 49 años y llegó a Gipuzkoa hace casi 20 tras pasar por Guadalajara y Pamplona.
Dimitri: Es ucraniano, de Kiev. Tiene 38 años y tres hijos: Verónika, Julen y Mateo. Conoció a su mujer, también ucraniana, aquí.
Oleg es psiquiatra, aunque no ejerce desde que abandonó Rusia. «Estudié cerca de Finlandia. Al poco de lograr el título, la Unión Soviética desapareció. He vivido en zonas en las que se llegaba a -50 ºC y en las que durante meses no veíamos el sol. Aquí estoy mucho mejor». Está «encantado» en Tolosa. «Aquí he trabajado de todo, de lo que me ha ido saliendo. En Rusia estaba en un ambulatorio. Llegué a temer por mi vida. Tuve problemas con el sistema político en Rusia. Por eso vine aquí. Pedí el asilo político».
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«Dimitri es una máquina descargando los palets de los camiones con la 'Fenwick'. Preciso a más no poder. Y no es fácil porque hay que hacerlo todo muy rápido», destaca Ibarreta, a quien los dos quieren muchísimo. Y eso que el día de la carrera es su jefe... «Sobraba una de las habitaciones de las que tenemos en el María Cristina y se la he asignado a él. Que vaya con su mujer y así tiene cerca el lugar del curro y no tiene que madrugar tanto».
'Dima' trabaja como albañil en Beasain, donde vive, aunque es ingeniero de líneas de alta tensión. Tiene tres hijos. «Me encanta que se integren en la cultura vasca», confiesa. Su hija mayor, Verónika, será voluntaria también mañana. «Ella y tres amigas querían ayudar y se lo comenté a Fernando». «Toda ayuda es bienvenida», añade Ibarreta.
Este ucraniano tiene un deseo para el futuro: «Me gustaría participar en la Behobia con mi mujer. No salgo habitualmente a correr, pero nunca es tarde. Hay mucha gente que se pone manos a la obra cuando cumple los 40, ¿no?».
Dimitri Poveda tiene tres hijos. Y la única vez que tuvo que renunciar a colaborar con la organización de la Behobia fue cuando Mateo, uno de ellos, iba a nacer. Fue en 2018. «Me la tuve que perder. Creo que estaba justificado», bromea 'Dima'. «Mi mujer es ucraniana también, aunque fue aquí donde la conocí. Y eso que allí vivíamos a poco más de cien kilómetros de distancia. «Ahora estoy enamorado de Euskadi. Hasta un nombre vasco le hemos puesto a nuestro hijo. Eso sí, confieso que cuando llegué a Donostia no me gustó. La idea era estar pocos meses aquí y regresar a Ucrania. Llevo 15 años en Euskadi».
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