– ¿Ha sido su partido más duro?
– Sí, de lejos con otros. Está ahí, ahí con el Cuatro y Medio navarro, en el que hacía mucho calor y por momentos no se podía respirar. Este partido ha sido mentalmente y físicamente súper exigente, en cada pelotazo, en cada tanto... Ha sido el más duro, sí.
– Es la final más peloteada de la historia, con 382 pelotazos a buena.
– Eso me dijeron al final, sí. Yo jugando el partido no tenía esa percepción. Sabía que estaba siendo un partido durísimo, con mucho ritmo y peloteado, pero no sé si hasta tal punto. También creo que nos dimos vidilla uno a otro porque tuvimos momentos para rematar. La gente dijo que el partido fue buenísimo, así que contento de ser partícipe.
– ¿Lo vivió así, sintieron que estaban dando semejante espectáculo?
– No te da tiempo a pensar. El partido era bueno, pero mi sensación es que nos dimos vida porque también hicimos algún fallo que no tocaba. No he visto la final, así que ya la disfrutaré.
– Pareció que era más, pero no consiguió romper la final.
– Así es, yo también lo vi así. Contra un pelotari como Jokin escaparte en el marcador es muy complicado. Tiene mil recursos para hacerte el tanto, siempre está pegado en el marcador, aunque creo que fui más que en el aspecto físico. Sobre todo en la primera parte de la final, agarré el centro de la cancha y le moví bastante y eso creo que lo sufrió mucho luego, le pasó factura. Yo me encontré bien, estaba cansado, pero la daba la vuelta rápido.
– ¿También en juego?
– Veía que le estaba haciendo daño, sí. Hubo un tramo del partido que jugué demasiado al ancho con la volea y la dos paredes. Al final ya me estaba esperando en el ancho. De la mitad para adelante cambié y pasé a jugar más por pared y creo que acerté. Jokin también es muy intuitivo... Tuve el tanto hecho y me acertó. Pequé de jugar a la derecha, pero rectifiqué.
– La final tuvo un componente físico, pero también mental. ¿Coincide?
– Sí, sin duda. Sabíamos que iba a ser dura físicamente, pero mentalmente, casi más. Sabía que el frontón para él era mejor, como el Navarra Arena es mejor para mí. Eso me hizo estar más concentrado todavía, no quería salirme del partido. Luego se me puso 16-19 por delante y poca gente pensaba que iba a ser capaz de darle la vuelta. Pero confiaba porque estaba restando bien. Si cogía el saque tenía confianza en igualar del partido y fui duro conmigo mismo de cabeza.
– Con 16-19 y con Altuna III enfrente, ¿aparecieron fantasmas?
– Para nada, ahí es cuando más me crecí, fui más agresivo y tiré para adelante. Empecé a arriesgar más; tenía claro que si tenía que perder lo iba a hacer a mi manera. Ahí busqué más los ángulos, limé más las chapas y salió bien.
– Llega el 21-20, tiene una pelota con la izquierda y se le cae. ¿Qué piensa?
– Tenía el tanto hecho y pegó en la chapa. Primero, sensación de rabia, pero rápidamente cambié el chip, me senté en la silla y me convencí de que si restaba bien iba a tener opciones de ganar la txapela. Cuando resté bien fui a pelear el tanto. No es la mejor manera de terminar la final, restando, pero me vi bien, cómodo.
– ¿Se siente más fuerte mentalmente que antes?
– Puede ser, ahora confío mucho más en mí mismo. Creo que he trabajado mucho ese aspecto. Sé que si hago lo mío, me quito los fantasmas y estoy limpio estaré ahí arriba y puedo competir contra cualquiera ganando txapelas. Creo en mucho en mí. Cuando debuté, tenía veintiuno iguales y siempre perdía. Me ha costado aprender más que a otros, muchas veces a base de golpes, pero ahora soy mejor. Eso sí, podía haber caído del lado de Jokin perfectamente y el análisis habría sido el mismo.
– ¿Cicatriza la herida del Manomanista?
– Sí, puede ser. Acabar el año con una txapela es algo muy bonito. Soy un privilegiado por jugar las dos finales individuales del año. Tengo la espina de no haber rendido en aquella final contra Unai, pero no le doy demasiadas vueltas. Me marché de vacaciones, resetee y cogí el verano con muchas ganas. Creo que rendí genial el verano por eso también.
– ¿Esta txapela le motiva para ir a por el Manomanista?
– Sí, sin duda. Las txapelas siempre te dan energía, ganas y te refuerzan la idea de que estás haciendo bien las cosas. Esta semana va a ser de mucha alegría, pero no paramos y toca seguir trabajando para estar a tope a diario. Mientras pueda y el físico y la cabeza aguanten, me veo con ganas de pelear por la txapela del mano a mano. Si lo consigo será increíble, pero si no también será un buen camino.
– ¿Qué le dijo a Jokin en el vestuario?
– Nos llevamos muy bien y tenemos mucha confianza. Le dije que es un pelotari tremendo, que es grande como persona, humilde y siempre está donde tiene que estar. Él también se la merecía, cayó de mi lado, pero es uno de los grandes.
– ¿Se dio cuenta de que tenía la derecha tocada?
– No, la verdad. Estaba a lo mío, centrado en cómo quería jugar. Luego sí que le vi la mano y la tenía golpeada, mal, pero en el partido no me di cuenta.
– ¿Pudo influir?
– No creo... Al final todos tenemos nuestras cosas y nuestros problemas. Yo también acabé con las manos golpeadas pero con la adrenalina aguantas. Él también se vació en todos los sentidos, y creo que fue una pelea bonita. Cuando dos pelotaris se dejan todo llega a la gente, y creo que eso sí que pasó.
– Hubo quien dijo que siguieran hasta los 25 tantos.
– (Risas) Habría estado bien, pero creo que yo no habría llegado a los 25 porque estaba muerto. Ya no llegábamos a la pelota, nos costaba seguir la pelota y estábamos en reserva. Saltó el chivato.
– Vamos al 21-21. Altuna III tira la dejada... ¿Qué piensa?
– No sé si fue dejada, creo que le dio mal, pero yo tengo la sensación de que sí llegaba. Luego no sé lo que habría hecho, pero creo que habría llegado en condiciones. La seguí y por suerte sonó la chapa. La escuché feliz.
– Por un dedo cambia la película. La txapela se pudo ir a Amezketa.
– Eso es, sí. Jokin dijo que somos resultadistas y estoy muy de acuerdo con su reflexión. Los dos merecíamos la txapela. Lo conseguí yo, pero él pudo ganar perfectamente. Con 21-20 tuve tres pelotas para cerrar la final pero él defendió muchísimo ese tanto y la eché a la chapa. Luego, él. Así es la pelota, solo puede ganar uno.
– Ya tiene cinco txapelas en su palmarés.
– Contento. Me costó mucho empezar a ganar. Cuando debuté, habría firmado a toda velocidad ganar cinco, pero estamos aquí para ganar más txapelas todavía, para vivir más días como el domingo. Quiero estar arriba mucho más tiempo.