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Sábado, 8 de junio 2019
Quizá congelar el queso, como método de conservación, no sea tan buena idea como puede parecer a priori. Lo cierto es que pocas veces nos planteamos la conservación del queso. Lo habitual es, de manera casi mecánica, introducir en el frigorífico los quesos frescos, los tiernos y los cremosos y dejar fuera los curados. La cuestión es que si se busca alargar la vida de este producto existen ciertas formas de hacerlo. En este sentido, la congelación, uno de los métodos de conservación más populares, puede no ser siempre la respuesta.
Principalmente, la congelación lo que hace es congelar el agua presente en los alimentos. Teniendo esto en cuenta, basta con mirar la composición del queso que tengamos delante. Si se trata de un queso cremoso, por ejemplo, congelarlo no es la mejor respuesta, ya que a menudo tienen un gran contenido en grasa y agua. Su textura se estropea al congelarse el agua y separarse los ingredientes.
Y la de los quesos cremosos no es la única textura que se ve afectada; los quesos naturales y frescos tampoco soportan bien este proceso, perdiendo por el camino sabor y consistencia.
En el otro extremo de acuosidad se encontrarían los quesos curados. El queso curado presenta un contenido de agua muy reducido, lo cual tampoco resulta un beneficio, ya que en el momento de descongelarlo se desmenuza al intentar cortarlo. Por lo que es mejor no congelar esta clase de queso.
El queso tierno, en cambio, presenta unas cualidades mucho mejores para poderse congelar y descongelar sin verse muy alterado.
De cualquier modo, si se va a optar por congelar queso, es recomendable hacerlo en porciones pequeñas o rallado, para que pueda descongelarse después más fácil. Además, así podrás descongelar únicamente la cantidad de queso que quieras consumir, ya que no es bueno descongelarlo y volver a congelarlo.
Para conservar y mantener el queso en buenas condiciones, al menos hasta que terminemos de consumirlo, se deben tener en cuenta también ciertos factores.
Es recomendable mantenerlo en el papel plastificado en el que adquirimos el queso, ya que este papel hace que la pieza permanezca jugosa.
No conviene envolver el queso en papel de film en el frigorífico, ya que esto aumenta la humedad provocando la aparición de moho.
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