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Ainhoa Múgica

Calles vacías en San Sebastián

La afición, volcada con la Real, se desplazó a Anduva o se quedó en casa, pero en las calles apenas hubo ambiente durante el partido

Miércoles, 4 de marzo 2020

Calles vacías, terrazas sin mucha gente y banderas ondeando de balcones. La imagen fue esa: la de un San Sebastián pendiente, desde su casa o en directo desde Anduva, del partido de la Real Sociedad y el Mirandés. Nadie se lo quería perder. Había emoción y tensión porque no todos los días se puede volver a hacer historia. Y se ha hecho. 32 años después la Real volverá a disputar una final de Copa del Rey.

Era ya de noche, apenas quedaban veinte minutos para que el árbitro pitara el incio del encuentro en Miranda, cuando algunos aficionados de la Real Sociedad se empezaron a remover en sus sillas frente a la pantalla de la televisión de un bar del barrio de Gros. Cerveza en mano, comentaban la alineación y se atrevían a dar un resultado. «Firmo un 1-2. Vamos a sufrir pero a ganar», se apresuraba en responder uno de ellos. No acertó con el marcador pero sí con la victoria. No fue el único. Había unanimidad en que la Real acabaría pasando a la final. La pasión es lo que tiene.

Desde el primer momento los escasos aficionados que se reunieron en las diferentes terrazas de Gros repetían, una y otra vez, la misma frase: Sevilla. El objetivo era ese y se cumplió. Oyarzabal, con un tanto de penalti, hizo soñar en el primer tiempo a los realistas. Vibraron con su gol, se abrazaron y confiaron en su equipo, que no les defraudó.

Pasear por Gros durante la primera parte del partido era escuchar comentarios, pocos, eso sí. No hubo muchos vítores en los bares, pero sí muchos en los salones. Se oían a través de las ventanas. «Uuuuuy, casi casi. Vamos, ahora, ahora, ahora», decían. Pero con el tanto de Oyarzabal en el minuto 41 sonaron los petardos y los silbidos. Nadie se descontroló, porque la emoción todavía había que contenerla. Quedaba partido.

El descanso sirvió para coger aire, tragar humo y esperar. Esperar a que terminaran pronto los últimos cuarenta y cinco minutos y empezar a celebrar. Se sucedieron las caladas y algunos aprovecharon para cenar. Que si unas bravas, que si un bocadillo, que qué más da si lo que importa es el partido. Los hinchas no sabían dónde iban a celebrar el triunfo, pero eso era lo de menos. «Improvisaremos», reconocía un joven con la camiseta de Agirretxe.

En Amara, núcleo del realismo y donde más aficionados se congregan los días de partido, la estampa fue similar. Poco ambiente sobre el asfalto. Solo en la plaza Armerías se reunieron varios grupos de seguidores para festejar el triunfo de los de Imanol. Un triunfo que les lleva directos a la Cartuja.

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