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En esta profesión, la de periodismo, se sabe cómo se empieza pero no cómo se acaba. A veces, ni siquiera dónde ni cuándo. Un día que promete ser tranquilo puede traer consigo en cualquier momento un torrente de nervios, llamadas telefónicas y prisas frenéticas. «Esto no es una revista», se oye a menudo por la redacción. Es un diario, lo que significa que la información no espera y que cada jornada es un volver a empezar. No hay peros que valgan, ni excusas. Los quioscos no aguardan. Y la web, menos.
En un periódico, el tiempo adquiere una dimensión diferente. En ocasiones los redactores se sorprenden a sí mismos preguntando al compañero de al lado en qué día estamos. No es que no lleven la cuenta, es que no siempre es fácil hacerlo. Las noticias que han sucedido hoy se publicarán en papel al día siguiente, por lo que habrá que escribir que ocurrieron ayer, y si el redactor tiene que referirse en esa misma información a algo que tendrá lugar 24 horas después, una reunión, por ejemplo, no debe olvidarse de decir que se celebrará hoy y no mañana. Así, en una misma noticia puede juntarse el pasado, el presente y el futuro. Es como si el encargado de redactarla viviera en ese momento en tres días diferentes.
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Esto solo sucede en el periódico escrito, porque en el digital todo lo que se cuenta acaba de ocurrir. Aquí lo que importa es la inmediatez. Los redactores de la web no miran al calendario sino al reloj, saben que en cuanto suceda algo novedoso tienen que ponerse en marcha rápidamente para recabar todos los datos que se pueda y que la noticia se publique lo antes posible; no pueden permitirse el lujo de perder tiempo. Viven constantemente una carrera contra el reloj para ser los primeros en dar la noticia y, después, para actualizarla, ampliarla con el mayor número de detalles posible. Una misma noticia puede llegar a actualizarse durante la jornada hasta 40 ó 50 veces cuando su importancia así lo requiere.
En la web se está al tanto de todo lo que está pasando, no solo en los municipios de Gipuzkoa, sino también en Euskadi, en España, en Europa y en el mundo, para organizarlo y contárselo al lector en tiempo real. A diferencia de la versión en papel, que es inamovible, en la web existe la posibilidad de cambiar y de corregir, de modificar la jerarquía de las noticias en función de la evolución que tiene la información en cada momento. Lo que a primera hora del día abre la portada de la web, con las horas puede ir descendiendo en cascada por la 'home' superada por otras noticias más recientes o importantes.
En la web se publican de media, cada día, unas 300 piezas de información y entretenimiento entre noticias, reportajes, galerías de imágenes y vídeos que aportan los periodistas de la redacción, los corresponsales que cubren la actualidad de todas las comarcas de Gipuzkoa o en las principales ciudades del mundo, así como los colaboradores. También se contabilizan por decenas las aportaciones de los lectores que participan compartiendo sus comentarios en las noticias y en los foros, especialmente en el dedicado a la Real Sociedad, así como fotodenuncias o vídeos de sucesos que encuentran y envían a esta redacción.
Una mañana cualquiera un redactor puede recibir una llamada telefónica mientras desayuna tranquilamente en casa con la radio puesta. Poco después, aún sin desperezar del todo, estará en un coche camino del lugar de un suceso, quizá un accidente en la autopista o un incendio que ha obligado a los vecinos de un inmueble a desalojar el edificio. Mientras se dirige a su destino, un fotógrafo se encamina al mismo lugar y en la redacción comienzan a escribir la primera crónica de urgencia que se publicará en la web, donde desde las seis y media de la mañana se están actualizando informaciones.
Entre las 7 y 7.30 horas los suscriptores reciben en su móvil, ordenador y tableta el boletín resumen, así como la primera alerta informativa del día con el principal titular del diario o alguna última hora. La portada de DV también se comparte por redes sociales.
Acaba de empezar el día y ya se ha puesto en marcha el engranaje del periódico. Durante toda la jornada los redactores de El Diario Vasco trabajarán para buscar la noticia que se publicará en el diario digital y en las páginas de papel. No hay un día igual al anterior, siempre son diferentes, la actualidad no deja de sorprender a quienes la persiguen. En un instante, lo que tarda en saltar una exclusiva o una noticia de impacto, el trabajo de horas puede quedar en nada y es necesario empezar de nuevo con la constante amenaza del reloj. El tiempo no perdona y el momento elegido es la medianoche.
Si no hay un evento especial, como una final de fútbol que llega a los penaltis o unas elecciones, la sección de Cierre da el visto bueno al periódico a las 00.00 horas. Es entonces cuando entra en marcha la rotativa de Zamudio. Los lunes, jornada en la que no hay ediciones locales, el proceso de impresión dura dos horas y media, un plazo que se amplía a tres horas y media de martes a viernes y a unas cuatro horas los sábados y los domingos.
Casi sin tiempo a que se enfríen, los periódicos recién imprimidos son trasladados a Urnieta, desde donde decenas de furgonetas comienzan un complicado proceso de distribución por unos 350 puntos de venta en Gipuzkoa y por las rutas de fuera del territorio. Los primeros en obtener su ejemplar, hacia las tres de la madrugada, son los suscriptores. Después viene el turno de los caseríos de Tolosaldea y Goierri, que a las cuatro y media de la madrugada, como muy tarde, reciben los periódicos que han viajado a bordo de los vehículos de repartidores de pan. Es una red que todos los días extiende sus hilos por toda Gipuzkoa. Primero los suscriptores, más tarde los núcleos aislados y luego las ediciones de San Sebastián, Bidasoa, Oarsoaldea, Buruntzaldea y Tolosa-Goierri, que son las primeras que se imprimen. Después saldrán las más próximas al punto de impresión. El objetivo es que lleguen lo antes posible a todos los rincones del territorio.
Cuando el último ejemplar haya alcanzado su destino en algún quiosco de Alicante, Huesca o Zaragoza, faltará poco para que el engranaje vuelva a ponerse en marcha. La web se actualizará con los acontecimientos de las últimas horas y comenzará un nuevo día siempre distinto, siempre imprevisible. Un fotógrafo o un redactor quizá reciba una llamada en mitad del desayuno y a la media hora se encuentre en medio de una noticia. Nunca se sabe. Es la actualidad.
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A. González Egaña y Javier Bienzobas (Gráficos)
Lucía Palacios | Madrid
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