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De nuevo a un palmo, La final, apenas cuatro años después de levantar la Copa, tendrá que esperar. La Real desafío al equipo más poderoso ... de la historia en el escenario donde ocurren los milagros. El Madrid ganó simplemente porque es mejor. Dos cabezazos a la salida de un córner evidencian que son más altos, más fuertes, incluso más guapos y con más dinero si quieren. Pero los otros son los nuestros y honraron a la historia y defendieron un escudo centenario hasta no poder más. Imanol supeditó su continuidad al «crecimiento del equipo». Si cumple con la verdad, debería firmar hoy mismo su renovación por uno, dos o tres años. Así, así, así compite la Real de Imanol.
Se cierra el techo del Bernabéu, se abre el telón y empieza el espectáculo. Agirretxe charla con aficionados a las puertas del estadio. No se cree la normalidad que se le otorga a un partido de esta talla donde él murió futbolísticamente. Tranquilo, Imanol, esta plantilla sabe a lo que se juega. La primera premisa para poder tener opciones en Chamartín era que el Madrid no marcara sus dos primeras ocasiones. La segunda pasaba porque la Real cazara su primer arreón. Dicho y hecho, aunque los esquemas saltaran por los aires en 120 minutos. Endrick, de chilena, no acierta por encima de Remiro, que despeja un remate al palo largo de Vinicius. Minigol para la Real, tímida con un disparo lejano de Sucic. Manda con balón ante la pasividad blanca. Al mejor club del mundo no le importa replegarse ante su gente. Lógicos pitos, claro, esto es Madrid.
Sacudida de la Real, golazo para alimentar el saco de la esperanza. La clásica jugada que se entrena en el fútbol formativo; el nueve deja de cara, el pivote juega de primeras cambiando la orientación del juego, peina el interior y el extremo, por fin vertical, supera al rival. Formidable acción de Oyarzabal, Zubimendi, Marín y Barrenetxea, que realizó un control en carrera y definió por bajo con el interior en el minuto quince. Tras la lógica alegría, a los treinta segundos el pensamiento fue el de «demasiado pronto». ¿Quién se iba a esperar lo que vendría después? Obviamente no se va a desperdiciar un tanto, pero no es buena idea picar al campeón en el santuario de las remontadas.
Real Madrid
Lunin, Lucas Vázquez (Modric, min. 79), Asencio (Arda Güler, min. 106), Alaba (Rüdiger, min. 91), Camavinga (Fran García, min. 91), Valverde, Tchouaméni, Bellingham, Rodrygo (Brahim, min. 106), Endrick (Mbappé, min. 66) y Vinicius.
4
-
4
Real Sociedad
Remiro, Aramburu (Traoré, min. 79), Zubeldia, Aguerd (Elustondo, min. 27), Aihen, Sucic, Zubimendi, Pablo Marín (Olasagasti, min. 91), Kubo (Mariezkurrena, min. 106), Oyarzabal y Barrenetxea (Sergio Gómez, min. 68).
Goles: . 0-1 min 15: Barrenetxea culmina con un remate que supera a Lunin. 1-1 mim 30: Endrick pica la pelota por encima de Remiro tras pase de Vinicius.1-2: min 71: Alaba se mete en propia un centro de Marín. 1-3: min 81 Alaba desvía un remate de Oyarzabal 2-3: min 81: Bellingham, con el interior. 3-3: min 85: Tchouaméni marca de cabeza. 3-4: min 92: Testarazo de Oyarzabal a la red. 4-4: min 114: Rudiger, por elevación.
Árbitro: Alberola Rojas. Amonestó a Camavinga en el Real Madrid y a Aramburu, Oyarzabal, Olasagasti y López en la Real.
Incidencias: Lleno en el Santiago Bernabéu.
Vinicius baja a la tierra a los guipuzcoanos. Exquisito pase con el exterior a Endrick, bestia futura. Si en la ida Zubeldia estuvo fatal ante el mismo crack defendió la acción como pudo al estar en carrera. Mucho más mérito de los blancos en una acción técnica de otra galaxia. Kubo mira, Aramburu salta a Bellingham y no a Vinicius por la indecisión del nipón. El asiático, la estrella de Imanol, apagada. Si el jugador más habilidoso no aparece en el día grande, la gesta se complica. Tenía trucos preparados para después. Pero la vida pasa y no espera a nadie.
Esa fue la sensación. Seguro que tienen que hacer un ejercicio de memoria para recordar todos los goles tras lo que pasó hasta la prórroga. La Real tocó la gloria con dos goles venidos del cielo. La suerte hay que buscarla, no aparece sola. Hay que llamarla, desearla, soñarla. Oyarzabal no estaba haciendo un mal partido, pero siempre está, siempre aparece. Incluso cuando media Gipuzkoa le gritó al no controlar un centro de Aramburu.
Imanol hace creer hasta al más escéptico. Marín dribló con el corazón para que Alaba se la metiera para dentro. Apareció Kubo para dejarle a Oyarzabal la gloria en bandeja, de nuevo Alaba. Manos a la cabeza ante la incredulidad. Pero esto es Chamartín y seguro que la afición de la Real está orgullosa de no ser como ellos. Traoré no entró al choque y Vinicius pasó del gamberreo al gambeteo. Una pena que se centrara en lo segundo. Bellingham metió la primera estocada. Tchouaméni dejó a la Real en coma, aunque revivió gracias a un latido de Oyarzabal, su corazón más fuerte. Gol con la cabeza, la que nunca pierde.
De nuevo 3-4, como cuando besaron el cielo. Era demasiado bonito para ser... real. Rudiger, el más loco en el campo de los locos, hizo lo que tenía que hacer. El peso de la historia. El fútbol no entiende de merecimientos pese a que compitas contra los mejores. Segundo año consecutivo. Es difícil valorar si duelen más los penaltis ante el Mallorca o rozar la machada ante este Madrid. Es igual. El fútbol, y la vida, te pone otra vez en tu sitio. Siempre nos quedarán los nuestros.
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