Vuelven las bufandas y las bocinas
Cinco penaltis ·
Los treintañeros podrán disfrutar por fin de una final. Los sinsabores y decepciones coperas de otros años se enterraron en Anduva, en una noche inolvidableSecciones
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Cinco penaltis ·
Los treintañeros podrán disfrutar por fin de una final. Los sinsabores y decepciones coperas de otros años se enterraron en Anduva, en una noche inolvidableEstamos en la final. 32 años después de la última. Una generación y media de seguidores no han visto a la Real jugar un partido como el que acontecerá en La Cartuja el próximo 18 de abril. Bocinas sonando y bufandas al viento en todo ... Gipuzkoa. Como hace tres décadas. Cuando cualquier distintivo txuri-urdin servía para saludar, decir un 'aupa' en cualquier lugar del territorio después de una gesta. La última será dentro de menos de un mes. La Real ha realizado un torneo inmaculado, aunque falta el último paso, el más difícil. Ha ganado sus siete compromisos. Hasta ahora ha sido el mejor de largo. Que siga.
Anduva es Anduva. No es esa alfombra con la que David Vidal definió al césped de Anoeta. Por ello y por los nervios en los primeros minutos de un partido de esta envergadura, la Real fue su némesis. Nada de pases, ni triangulaciones, ni subidas de los laterales. En este panorama, Adnan Januzaj fue quien estuvo más cerca del gol. Sin un regate. Sin una gambeta. Solo llegando. Un remate de cabeza que salió fuera y un chut desviado con la derecha. Entre medias Willian José estuvo a punto de poner en pie a la Bultzada mini de Miranda, pero Limones rechazó su tiro. Faltaba poco para lo bueno.
Se pidió un penalti en un córner y 25 minutos después llegó el de verdad. Fue la bocanada necesaria para los sufridores y sufridoras txuri-urdin. La espera del penalti da para mucho. «¿Quién lo tira?». «A que lo falla, que estamos gafados...». «¿Quién mueve la red?». «Uff, Oyarzabal, no me gusta cómo los tira». Pero al capitán se le caen las muescas de los lanzamientos de once metros que ha metido. Mira cara a cara al portero. Espera un poco. Equilibra con el brazo derecho, como zurdo que es. Gol. Éxtasis. El Mirandés, en ese momento, estaba a tres goles de Sevilla. Y la Real, a 45 minutos.
El matagigantes no lo fue tanto ayer. No es que no hubiera peligro en el área de Remiro pero el equipo burgalés distó mucho de ser el que eliminó de forma merecida a Celta, Sevilla y Villarreal. Tampoco se pareció mucho al equipo de Anoeta, donde sorprendió a la Real por su presión. Los seguidores tenían en la memoria sinsabores pretéritos, eliminaciones injustas, partidos que se iban al sumidero y toneladas de mala fortuna. Por fin se acabó con esa maldición en un partido que la Real lo resolvió de penalti, pero donde Januzaj pegó un larguero y los guipuzcoanos merecieron marcar algún gol más.
Zubeldia aguantó estoicamente sin ver una tarjeta amarilla. Hubiera sido un drama para el azkoitiarra y se hubiera perdido la final. Estará al mando de las operaciones en La Cartuja. Zubeldia es de Magic, como su buen amigo Xabi Oroz. Ha tenido que sustituir al que estaba llamado a ser faro y eje del equipo. Illarra se lesionó cuando Igor estaba jugando de central y después tuvo que adelantar su posición. Como Magic. Cuando se lesionó Kareem Abdul-Jabbar en una final contra los Sixers y el genial base tuvo que jugar de pívot. Aquellos Lakers ganaron la final.
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