Una Real Sociedad colgada de la percha de Willian José
El seguimiento ·
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El seguimiento ·
El brasileño de la Real Sociedad sujetó al equipo con su juego de espaldas y habilitó muchas internadas por banda de sus compañerosCómo sabía la Real Sociedad que no se podía desprender de él tan fácilmente, por mucho Tottenham o Barcelona que se llamaran los pretendientes. Cómo sabía que Willlian José volvería a ser importante para este proyecto. Que había que recuperarle para la causa. ... Ayer fue la percha de la que buscó colgarse todo el equipo cuando se trataba de desahogar el juego. Esta vez nada de pasecitos en corto en campo propio. Largo, que por allá anda el armario que tenemos de delantero. Fue la roca fijada en punta, inamovible para los centrales rivales, pendientes en todo momento de sus movimientos mientras dejaban de atender otros flancos. ¡Y bien que lo aprovecharon los compañeros! Januzaj por la derecha y Oyarzabal por la izquierda realizaron buenas internadas, habilitadas precisamente por Willian.
Desde el principio se vio clara su misión en el campo. En el minuto dos sujetó el balón de espaldas y sirvió a Oyarzabal para la primera jugada de ataque. Y así una tras otra. El brasileño hizo un trabajo silencioso, de esos que no lucen pero que resultan fundamentales para que otras partes del engranaje fluyan. También eso entra dentro del oficio de delantero centro y hace tiempo que Willian entendió que en este equipo o te remangas o no tienes sitio. Las estrellas solo se aceptan si traen pico y pala. El brasileño sacó ayer las suyas.
Sujetó los balones aéreos que cayeron por su zona y permitió que la Real tuviera más posesiones de las que, de lo contrario, tendría. En definitiva, cargó y recargó las balas del equipo, aunque luego fueran otros los que dispararan. Le faltó incorporarse más al remate y la rabia le salió en un duro disparo desde fuera del área en el minuto 25. Esta vez no buscó compañeros. Media vuelta y chut seco. Limones se tuvo que lucir por primera vez. Al minuto siguiente, controlaba otro balón de espaldas con el pecho y ponía en bandeja una internada dentro del área de Oyarzabal, que el eibartarra no pudo culminar.
Pico y pala: Willian José realizó un trabajo poco vistoso pero eficaz para el estilo de juego elegido por la Real
Amarilla El brasileño fue amonestado en el 49 por proteger un balón y no fue el mismo desde entonces
Willian José fue la referencia en ataque del juego de extremos por el que apostaron los de Imanol tras constatar que las pasarelas interiores estaban colapsadas con un Malsa incansable y un gran Guridi multiplicándose en el centro del campo. No fue el encargado de hacer lo más bonito en el fútbol, pero permitió a la Real Sociedad hacer un tipo de juego que ayer, más que nunca, necesitaba. Y que el rival no esperaba.
En la segunda parte siguió con su cometido, con el buzo puesto. Pero en el minuto 49 vio una amarilla precisamente por eso, por cumplir con su trabajo. Controló como él sabe un balón en el centro del campo, que bien podía haber sido el inicio de un contraataque peligroso. Pero el árbitro vio algo diferente. Percibió mala intención en su forma de protegerse con los brazos y le amonestó.
A partir de ahí estuvo condicionado. No saltó igual a por los balones, aunque siguió siendo el rey en el juego de espaldas. Fue sustituido en el minuto 65 y, por cierto, recibió el aplauso de la grada txuri-urdin. Un espaldarazo a su compromiso, después de todo. No fue el único gesto de la afición con el brasileño. A las 18.00 de la tarde, en el centro de Miranda, junto al bar Donald, se coreaba «Willian José, Willian José, Willian José...». Sigue en la Real. Estará en Sevilla. Bendito quebradero de cabeza para Imanol.
Un seguro de vida. Eso es Mikel Oyarzabal. El gran capitán. Cuando en el minuto 39 el árbitro pitó penalti, todos quisimos ver el balón en sus manos. Se le acercó Willian José. Por si acaso. Pero no. Era suya. Del capitán y líder de este grupo. Y de repente, todos vimos la portería más pequeña que nunca. ¡Cuánto condicionaba todo marcar o no aquel penalti! Pero, ¿por dónde? Parecía más difícil que nunca. Pero a él no le importa. No falla. La metió, lo celebró con orgullo y de vuelta a su campo, miró a la grada realista para agarrar con rabia el escudo de la camiseta y decir a todos: ¡vamos a Sevilla! Pero no fue determinante solo en la jugada del gol. Oyarzabal pidió el balón continuamente en la banda izquierda y movió el balón con criterio cuando su equipo se precipitaba. Manejó las manecillas de su cuadrilla. Por algo es el capitán. El líder.
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