La astronauta feliz y dos rebeldes octogenarios

Los medios franceses se volcaron en la visita de Eva Green, una estrella en su país. «Green ilumina el Festival de San Sebastián», titulaba la web de Paris-Match. De hecho 'Proxima' era de una las tres finalistas para representar a Francia en los Oscar, aunque al final la elegida ha sido 'Los miserables', de Ladj Ly, también programada en el ciclo Perlas. Green recordó ayer que le encanta hacer «personajes complejos».

Tras la rueda de prensa y el photocall un tuitero resumía el espíritu colectivo: «De cerca Eva Green no es tan impresionante como parece en pantalla... lo es mucho más». Y una chica granadina que consiguió hacerse con la actriz un selfie escribió en la red social: «Tras doce años siguiendo su carrera, doce horas de autobús y cien lágrimas, mi sueño se hizo realidad». La actriz levanta pasiones, definitivamente, y más cuando pisó la alfombra roja con un vaporoso vestido. El glamour era eso.

Ausentes ya Kristen Stewart y Sam Neill, la Green fue ayer la estrella internacional. Hoy le toma el relevo Juliette Binoche, que ayer volvió envuelta en cazadora vaquera a este Festival en el que ya triunfó el año pasado. Esta vez llega junto con su admirado Hirokazu Koreeda. Los dos presentan esta noche en un pase especial en el Victoria Eugenia 'La vérité', el filme rodado en Francia por el japonés y donde la Binoche hace de hija de Catherine Deneuve.

Pero ayer dos octogenarios dieron lecciones de rebeldía juvenil en el Zinemaldia. Costa-Gavras, el francés de origen y corazón griego de 86 años, hizo todo un alegato contra la actual marcha de Europa y dijo que si mantiene esperanza en el futuro del mundo «es porque las mujeres tienen cada vez más protagonismo en los puestos de mando».

Costa-Gavras, viejo conocido de la ciudad hasta el punto de que ya hace sus pinitos con el euskera (ayer saludaba con un «egun on» a sus anfitriones vascos) habla un más que correcto castellano y compartió emoción con José Luis Rebordinos cuando el director del Festival le entregó su premio Donostia en la ceremonia del Victoria Eugenia.

El viejo teatro, historia viva del Festival, acoge las galas de los Donostia 'cinéfilos' (el año pasado el de Koreeda, hace dos el de Agnés Varda), que acaban siendo más recogidas y entrañables que las del 'gigante' Kursaal. Y con nuestra compañera Vanessa Rodríguez de presentadora.

Josefina Molina, de 82 años, también evidenció ayer la capacidad reivindicativa de las canas. La primera directora que recibe el Nacional de Cine emocionó a sus compañeros en el acto celebrado en el 'prisma' de Tabakalera. Tras recibir el galardón de manos del ministro de Cultura, José Guirao, dedicó el premio a las mujeres. «A mis compañeras de generación, a Carmen Alborch, a Carmen Calvo...». Y sobre todo, a la niña que fue ella misma en su Córdoba natal, deseosa de dedicarse a un oficio que estaba vedada a las mujeres.

La entrega del premio congregó a buena parte del cine español. Imanol Uribe, Manuel Gutiérrez Aragón, Juanma Bajo Ulloa o Mariano Barroso, presidente de la Academia de Cine, y otras mujeres que ya tuvieron antes el premio, como Lola Salvador y Esther García, asistieron al acto, donde dos amigos de la galardonada, la directora Patricia Ferreira y el veterano profesional teatral José Carlos Plaza glosaron la figura de una feliz Molina.

Entre los asistentes se detectaban algunas ojeras: muchos habían disfrutado la víspera de la fiesta inaugural celebrada en San Telmo, que se prolongó hasta las tres de la madrugada. Otros años esa fiesta fue más sosa, pero esta vez hubo animados bailes y brindis en los maravillosos espacios del museo, animados con el catering del equipo de Bokado con Jesús Santamaría al frente.

También llegaron ayer Antonio de la Torre y Belén Cuesta. Hoy se hablará mucho de ellos y su 'Trinchera infinita'.