![El que abre y cierra los horizontes](https://s3.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/201909/21/media/cortadas/temblores-keeF-U90202882931oRE-624x385@Diario%20Vasco.jpg)
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La dos estremecen. Las dos encogen el alma. Las dos son ásperas. En una la tierra tiembla. En la otra, los muertos se levantan. Las dos han recorrido, recorren y recorrerán los festivales más grandes del planeta, Berlín, Venezia, Donostia, Toronto. Las dos han sido ... premiadas. Una ha recibido aquí mismo, nada más empezar la 67 del SSIFF, el Sebastiane Latino, que como el Teddy berlinés, reconoce los títulos que con más brío y rabia abordan la homosexualidad. La otra fue celebrada con el galardón a la mejor dirección en la sección Giornate degli Autori de La Mostra.
La una se titula 'Temblores'. La otra lleva el nombre de un mito fundacional del imaginario de América Latina, 'La llorona'. Las dos están dirigidas por Jayro Bustamante, guatemalteco. Guatemalteco nacido en 1977. Autor de 'Ixcanul', una poderosa fábula entre volcanes y cafetales ganadora del premio Alfred Bauer que se otorga siempre en la Berlinale a obras 'que abren nuevas perspectivas en el arte cinematográfico'.
Algo muy intenso, muy oscuro, muy feroz une con extraños lazos 'Temblores' y 'La llorona', principio y fin de la sección Horizontes Latinos. Puede que sean los fantasmas que sacuden a su país. La diferencia de clases. Blancos e indígenas, arriba y abajo. La religión desaforada. Porque si terribles son las ceremonias que sacuden la primera, tan terribles que te hacen pensar en tótulos como 'El hombre que tenía rayos X en los ojos' o 'El fuego y la palabra', no es menos brutal, portentoso y amenazador el arranque de 'La llorona', con esa salmodia, esa letanía recitada por el impresionante personaje de la esposa del general que a ratos parece una Tilda Swinton al borde del fin de todas las edadesy otros asume, en cierta manera, el papel de una india albina.
'Temblores' huele fuerte a sexo. A sexo entre hombres. A ese que los siervos de vaya n ustedes a saber qué dios, consideran impío pero no se les cae de los labios ni, probablemente, de sus sueños húmedos.
'La llorona' huele también a sexo. Como signo de quien hasta ayer tuvo el poder. De ese que 'cogía' mujeres indígenas. Pero el sabor de la tercera película de Bustamente es distinto al de la segunda. En 'Temblores' la tierra se resquebraja, los cielos se abren y los deseos 'desviados' se 'enderezan' a base de inyecciones bajo los testículos, lucha grecorromana y el aislamiento social, laboral y familiar del 'enfermo'. La cámara lo observa todo tensionada, robusta, sucia, callejera. En 'La llorona' la composición de las escenas es en muchas ocasiones de total belleza pictórica, fantasmagórica.
'Temblores' está rodada a pie de calle, a pie de urbe, a pie de apartamento por el que la gente entra, pasa, viene, va. 'La llorona' está filmada como si fuera una pieza de cámara. El estudio lleno de claroscuros bien matizados y texturizados de una familia extraña, socavada, agrietada. No hay calle ni urbe en la película que clausurará Horizontes latinos, potentísimo híbrido de cine político y de fantasmas.Hay una casa sitiada por el pueblo que pide justicia y reparación. Hay una mujer que viene de mundos que no están en este; no recuerda su edad pero sí sabe que tuvo dos hijos. Y que ya no los tiene.
'Temblores', aún programada hoy y mañana, luce texturas sonoras que retumban largo en el espectador. 'La llorona', cuyo primer pase será el viernes a las 21.30 en el K2, termina algo después de los títulos de crédito finales con una versión fantástica, rebelde y atristada de esa canción en la que las flores del cementerio parece que están llorando.
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