Demasiado pronto para la fatiga
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Primeras lecciones de Zabaltegi-Tabakalera, la sección con el cine más desconcertante del Festival. Primero: No imites al protagonista de 'L'île aux oiseaux' y te tumbes por ahí, que aún no es tiempo de fatigas. Segunda: Nunca preguntes la hora.
A veces, la clave ... de una película está en que te lleve a un lugar diferente. 'L'île aux oiseaux', de los suizos Maya Kosa y Sergio Da Costa, lo hace. Nos mete en el Centro de Rehabilitación Ornitológica de Genthod, Ginebra, un espacio aislado con aves y los ruidos del aeropuerto cercano. Pájaros heridos, rapaces que reaprenden a cazar para volver a la libertad o acaso prefieran quedarse en la adormecida seguridad del centro.
El documental, durante el lapso amable de una hora, sigue la actividad de sus cuatro trabajadores, lacónicos, ensimismados, también con cierto aire convaleciente. La voz cantante la lleva un joven novato, Antonin, que padece algún tipo de fatiga crónica y en cualquier momento puede cerrar los ojos y tumbarse acurrucado por ahí.
El soñoliento ambiente de pájaros y personas en situación de debilidad invita a cierta poesía humanista, acentuada por algunas apreciaciones que desgrana la voz en off de Antonin (estamos en un documental 'elaborado' y sus textos los firman el propio Antonin, los dos directores y dos personas más).
En contraste con esa línea y el tono tranquilo de la propuesta, Kosa y Da Costa incluyen imágenes de un realismo crudo: la autopsia de un pájaro, el descuartizamiento de una rata, la veterinaria hurgando en el ensangrentado ano de un cisne. Será por evidenciar la parte áspera de la naturaleza. Aparentemente simple y sin ninguna conclusión explícita, 'L'île aux oiseaux', puede pasar como una visita amodorrada a un centro ornitológico o despertar variados pensamientos en el espectador. Por ejemplo, sobre la diferencia de trato entre las mimadas aves y los roedores criados para nutrirlas.
Las primeras imágenes de Zabaltegi-Tabakalera las puso Yorgos Lanthimos, el realizador griego del surrealismo de 'Canino' o la negrura de 'La favorita'. Para los diez minutos de 'Nimic' cuenta con una estrella, Matt Dillon, aunque siga en su mundo inaprensible y extraño. Dillon hace de un violoncellista que un día pregunta la hora a una chica en el metro y a partir de ese momento ella le sigue, repite sus actos y palabras, le sustituye en la orquesta y hasta en su hogar. ¿Un apunte sobre las vidas intercambiables, sobre la parte femenina de los varones, sobre el estar sin estar? Preguntas en una sección llena de ellas, pero en la que a veces no te contestan ni la hora.
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