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Gendarmería, Policía Nacional francesa y española, Guardia Civil, Ertzaintza y Policía Foral. Por tierra, mar y aire. Algunos de uniforme, pero otros muchos de paisano. ... Está todo preparado, llevan meses planificando un protocolo que ya se empezó a materializar hace algo más de una semana, pero que ahora enfila su recta final de cara a la cumbre del G-7 en Biarritz. El Centro de Coordinación Policial de Biarritz es la cúspide de la pirámide y el engranaje que existe entre los seis cuerpos de seguridad es como el mecanismo de un reloj suizo, en el que el margen de error no está contemplado.
La información que se maneja en el punto de control de la ciudad gala es delicada y por mucho que esos 20.000 agentes lleven en sus chalecos un distintivo redondo en el que se les reconoce como parte del dispositivo especial de seguridad establecido para la cumbre del G-7 en Biarritz, eso no significa que estén al tanto de la hora de llegada de Trump o de si los máximos mandatarios de las siete potencias mundiales se irán de cena esta noche. La jerarquía en los cuerpos de seguridad es un básico que se acepta, asume y respeta. Y por eso saben que la información con la que cuentan es la que deben saber en ese preciso momento. La que le llega a la Guardia Civil a 24 horas de que la cumbre del G-7 arranque de forma oficial es que debe continuar con la supervisión aérea y terrestre.
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DV acompañó ayer a un convoy formado por cinco vehículos que deben hacer un recorrido por los distintos puestos a ambos lados de la frontera.
Nueve de la mañana y el paso fronterizo de Biriatou tiene un tráfico algo denso, pero nada alarmante. «Esperemos que siga así», dice el comandante de la Guardia Civil, Esteban Gómez. Están siendo jornadas intensas. Desliza la pantalla de su teléfono móvil y cuenta del orden de cuarenta llamadas desde las siete de la tarde del jueves. Al llegar al peaje, se cruzan con varios compañeros de fatigas, bajan la ventanilla, un gesto con la mano y «buen servicio», se dicen.
La primera parada es a la altura de Ezpeleta, a unos 30 kilómetros de Biarritz, donde alrededor de 15 agentes de tráfico y seguridad ciudadana de la Gendarmería y la Guardia Civil regulan el paso de vehículos. La dinámica es sencilla. «Los vehículos españoles los intervenimos nosotros y los franceses, la policía francesa», resumen al tiempo que señalan que el hecho de haber trabajado conjuntamente en otras ocasiones facilita mucho las cosas. «Este es un dispositivo a demanda para cubrir las necesidades de la Gendarmería», indica el teniente coronel de la Guardia Civil, Javier González, quien apunta que la función de los numerosos puestos de control no es otra que «prevenir el terrorismo, las posibles amenazas y los sabotajes contra la cumbre».
Pasa un vehículo. A otra furgoneta la hacen detenerse... Su homólogo francés, el capitán de la quinta compañía, Sebastien Rigaill, supervisa el correcto funcionamiento del operativo. Explica que uno de los objetivos de esa cooperación es el intercambio de información y datos de aquellos individuos españoles que pueden tener antecedentes, para complementar la información de la policía francesa.
Además de los agentes de tráfico y seguridad ciudadana, la Guardia Civil aporta al dispositivo miembros de la Agrupación de Reserva y Seguridad (ARS), también conocidos como antidisturbios.
Si bien la mayoría se aloja a este lado de la muga, hay un centenar que lo hace en campings habilitados por el servicio de seguridad francés en Capbreton, Tusquets y Seginosse, situados en la región de las Landas, por si la situación en territorio francés se complicara estos días. Eso sí, su estancia se realiza de manera compartida con los turistas que allí se hospedan y que curiosean cada vez que pasan por el aparcamiento la veintena de furgonas azules con matrículas de ambos países, con los agentes preparados para el menor aviso.
Desde el aire, helicópteros de los distintos cuerpos se turnan la vigilancia. Despegan desde el aeropuerto de Hondarribia, que con la llegada del 'Marine One' del presidente de los EE UU se ha convertido en un fortín impenetrable. «La experiencia está siendo satisfactoria para todos, esperemos que siga siendo así», confía el comandante de la Guardia Civil.
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