![Rondo formado por los jugadores realistas durante el entrenamiento de ayer en Zubieta](https://s3.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/202003/04/media/cortadas/cielo-k5ZB-U1003870805650oD-624x385@Diario%20Vasco.jpg)
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Si sufre usted de patología txuri-urdin severa y no quiere poner en riesgo su salud, sería recomendable que esta noche se fuera al cine a eso de las 21.00, se durmiera a esa misma hora o se entregara a las tareas del ... amor hasta las 23.00 aproximadamente. Si, por contra, es un valiente que quiere vivir emociones fuertes, puede encender la televisión y sintonizar el canal Cuatro o DAZN para ver la vuelta de la semifinal de Copa entre el Mirandés y la Real Sociedad. O casi mejor, ir a Miranda -si tiene la fortuna de tener una entrada- y canalizar su entusiasmo a grito pelado. Por allí se va al cielo.
Porque lo que va a acontecer en el estadio de Anduva es un choque de alto voltaje entre dos equipos que disputan el partido más importante de su historia reciente, que se juegan el privilegio de acceder a una final de Copa en noventa y tantos minutos y que arrancan el duelo con un resultado apretado -2-1 a favor de la Real Sociedad- que convierte en decisivo cualquier acierto o error en cualquiera de las dos áreas. Lo que espera hoy a la familia realista es toda la esencia del sufrimiento futbolístico, tan irracional como embriagador, con el premio de un deseo alimentado durante décadas esperando más allá del pitido final. Agotador.
Miranés: Limones; Carlos Julio, Odei Onaindia, Sergio, Franquesa; Malsa, Guridi, Sánchez; Álvaro Rey, Merquelanz, Matheus.
Real Sociedad: Remiro; Zaldua, Aritz, Le Normand, Monreal; Zubeldia, Merino, Odegaard; Januzaj, Oyarzabal, Willian José
Estadio y hora: Anduva. 21.00 horas (Cuatro y DAZN).
Árbitro: Sánchez Martínez (comité murciano).
La Real Sociedad se debe ganar hoy el derecho a soñar durante mes y medio con los honores de un título. No ha pasado ni un año desde que su primera plantilla femenina esparciera por toda Gipuzkoa el dulce veneno del éxito y no fueron pocos los realistas que entonces se preguntaron cuántos años deberían pasar para que se repitiera algo así con el primer equipo. ¡Ni uno! Ya está aquí. Puede estarlo el 18 de abril si hoy se elimina al Mirandés, un pequeño gran detalle que costará lo suyo.
Pero como ni la emoción, ni la ilusión que genera esta Copa caben en esta previa, conviene subrayar que, además de una cita con la historia, con los sentimientos y con la pasión txuri-urdin, lo que hoy queda bajo todo ese cóctel irracional es, simplemente, un partido de fútbol. Conviene sobre todo a la Real no obviar esta realidad dado que es algo objetivo que quien mejor ha sabido aplicar las claves de éxito de este juego y mejores rendimientos ha obtenido de las diversas maneras que hay de practicarlo es el conjunto blanquiazul, con todo el respeto a su rival. La teoría es más sencilla que la práctica: si los dos contrincantes muestran su mejor versión futbolística, la Real jugará la final de Copa. Punto.
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Así que ese será el primer y único cometido de los de Imanol: hacer lo que saben, por encima de todos los condicionantes que envuelven al evento. Reeditar aquello que jornada tras jornada les ha llevado a estar en puestos europeos en la que algunos califican como la liga de las estrellas.
Sabedor de esto, el Mirandés saltará al campo con el primer objetivo de que la Real no sea la Real. En su cometido tendrá como aliados una grada con aspecto de olla a presión, un terreno de juego algo botón, la adrenalina colectiva de un pueblo en ebullición y una dopamina natural en el organismo que lanzará a once gladiadores a cada balón como si fuera el último que fuesen a tocar. Si la Real salva estos factores, logrará que todo se reduzca a fútbol. Y ahí, tiene todas las de ganar.
Traducido al césped todo lo anterior, se espera un Mirandés valiente y decidido a ahogar con su presión la salida de balón realista. Ahí se topará el equipo txuri-urdin la primera y más peligrosa dificultad: la de hacer llegar el balón a la zona de tres cuartos donde el talento y el arte del fútbol puedan confluir. Y para eso debe tomar decisiones acerca del nivel de riesgo asumible en cada momento. Jugar en corto desde atrás, o buscar pases más largos a los extremos o centrocampistas desmarcados. Incluso a la ruptura al espacio de delanteros con velocidad.
Puede caber la duda sobre el camino elegido, pero no sobre el destino perseguido. La Real no va a especular con el resultado. No sabe. Ni le gusta. Buscará la portería contraria como marca el libro de estilo de Imanol. Lo del autobús y la contención es para otros. Ya lo dijo Oyarzabal el lunes: «No nos suele ir bien cuando nos metemos atrás». Ya sabemos qué no va a hacer su Real.
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Tampoco el Mirandés es un equipo al que le gusta meterse atrás. Así que con dos equipos lanzados a buscar la portería contraria, el choque es irremediable y la generación de ocasiones por parte de unos y otros también. Se anuncian goles y más goles. Imanol ya ha avisado que habrá que hacer al menos dos. Echen cuentas. Al margen de cuántos balones lleguen a las redes de ambas porterías, se antoja clave meter el primero. Si un gol de la Real abre el marcador, el equipo txuri-urdin tendrá pie y medio en la final de Sevilla. Si es el equipo local el primero en marcar, el partido puede derivar en un carrusel de emociones fuertes con final incierto.
Así que hoy, más que nunca, se necesitan jugadores con pegada. Y la Real los tiene. En realidad, Imanol tiene de todo para elegir. Toda la plantilla, con la excepción de Asier Illarramendi, está disponible. No habrá excusas en ese sentido. Y en un partido tan largo e intenso como el que se vaticina, hasta los que salgan del banquillo pueden resultar decisivos.
Remiro bajo palos, más la línea de cuatro formada por Zaldua, Aritz, Le Normand y Monreal, transmiten confianza atrás, máxime con el muro de contención de Igor Zubeldia por delante. Merino está en su mejor momento de la temporada y será clave a la hora de recibir el balón para iniciar las jugadas de ataque. Odegaard y Oyarzabal son fijos en el ataque, con Januzaj y Portu pugnando por un puesto en una de las bandas y con Willian José e Isak peleando por el otro en punta de ataque. Bendito problema tener que decidir entre futbolistas de su categoría.
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