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Es búlgara. Tiene 42 años. Y un puñado de amigos de esos que son para toda la vida y para todas las batallas. Svetla Tsotsorkova ha empleado más de 24 meses en la escritura, producción, financiación y montaje de su sorprendente y bien ceñido segundo ... largo, 'Sestra', un título grande para la sección New Directors. En esos 24 meses no la han abandonado ni su director de fotografía, Vesselin Hristov, ni su diseñadora de sonido, Valeria Popova, que es también pianista y compositora de bandas sonoras. 24 meses buscando financiación, mercados, distribuidores. Por todas las tierras, los mares y los cielos. Como otra de las directoras con presente y futuro aspirantes al premio Kutxabank, como la Hinde Boujeema de 'El sueño de Noura', consiguió Svetla subvención por parte del Doha Film Institute. Y apoyo importante en la reunión de Tesalónica y en los encuentros de Sofia. El pasado 2 de septiembre la revista 'Variety' anunció que la distribuidora británica Republic Films había adquirido los derechos de 'Sestra' para Europa. Empezaba otra batalla, la de los festivales. La taquilla virtual del London Film Festival ya vende entradas para las proyecciones del 10 y 11 de octubre.
Pero primero, Donostia y el SSIFF. En un Kursaal 2 lleno casi a rebosar Svetla contó al público, entregado, que cuando le seleccionaron 'Jadja-Thirst' en 2015 pensó que estar en el Zinemaldia y en San Sebastián era uno de esos regalos que solo recibes una vez en la vida. Hasta que descubrió que puede pasar que la Fortuna, como el cartero, vuelva a llamar.
Ahí estaba Svetla, que escribe, dirige y monta sus películas. En el escenario. Con la actriz principal de 'Sestra', Monika Naydeova, que también trabajó en el anterior largo. ¿Por qué? A más de porque es un actriz impresionante, porque para elegirla protagonista principal del anterior filme, Tsotsorkova y los suyos hicieron un casting con más de 3.000 chicas. No podían permitirse ese lujo de nuevo. Así que guardaron a Monika para 'Sestra' y crearon todo el entramado fílmico a su alrededor.
Historia de tres mujeres. Y un hombre. Retrato de una chavala que es, por decisión propia, mentirosa compulsiva. Hacedora de historias. Cuentista nata. Y neta. Dijo Svetla que como ella misma. Por mentir, mintió hasta en la hoja de inscripción de la Academia de Cine de Sofía. Una cuentista. Dos. La protagonista del filme y su directora. Inventándose la vida (desde el nacimiento y un poco antes y un poco después). En el sureste búlgaro. Allá por el macizo montañoso de Istranca, entre los Balcanes, Tracia y Turquia.
Además de hacedora de historias, la chavala es alfarera. Manufactura piezas a destajo. En el negocio familiar. De esa familia formada por una madre de la que el pueblo, agrio y maldiciente, también cuenta historias y una hermana semi enrrollada con un superviviente que modifica los números de motores de coches de incierto origen. Rubia, delgada, ojos azules, la ceramista comparte sus fabulaciones con grupos de turistas que la escuchan entre alucinados, entusiasmados y conmovidos y acaban por comprarle sus extrañas figuras de arcilla.
Seres feroz y fascinantemente humanos y surreales (ese doctor borracho que canta, cura y toca la guitarra en la noche...) pueblan 'Sestra' que es, todo al mismo tiempo, noctámbula, andariega, macarra, dulciamarga, algo sucia, valiente. Buena.
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